¿Por qué las personas pobres están más obesas?

Después del hambre, la obesidad es el principal problema alimentario del planeta y afecta, sobre todo, a las personas con menos recursos económicos
Por Aitor Sánchez García 10 de marzo de 2016
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Imagen: jentara

Puede resultar paradójico, pero es una realidad: las personas con menos recursos tienen mayores tasas de sobrepeso y obesidad. Se ha pasado de una situación en la que la obesidad era un rasgo exclusivo de las clases sociales más pudientes, sinónimo de opulencia y exceso, a un escenario donde el sobrepeso es una epidemia mundial que afecta a todas las clases sociales, pero en especial al estrato socioeconómico más humilde y a los países en desarrollo. ¿Cómo es posible haber llegado a esa situación? El siguiente artículo da respuesta a esta pregunta y aborda la realidad actual de la obesidad, el segundo problema alimentario del planeta.

Alimentación no saludable: cuando lo barato sale caro

¿Por qué las personas con menos recursos económicos están más expuestas a padecer sobrepeso y obesidad? La respuesta es sencilla: comer mal es lo barato. Para entender bien esta idea, hay que huir de la falsa creencia de que las dietas saludables son caras. No lo son. El motivo radica en el opuesto contrario, y es que adquirir comida de ínfima calidad nutricional es lo asequible para mucha gente. Así, mientras que las verduras y frutas muchas veces están a un precio excesivo para algunas personas, los dulces, la bollería y los productos ultraprocesados cuentan con unas amargas «ventajas» que las convierten muchas veces en la elección de conveniencia.

Dando un paseo por el mercado se puede percibir cómo una bolsa que contiene numerosas unidades de bollería industrial es muy económica. ¿A qué se debe esto? Sobre todo a que la materia prima también es muy barata; se utilizan harina y azúcar. Por si fuera poco, se le unen dos factores extra: que el producto no es perecedero, con lo cual no hay que invertir recursos en almacenarlo (neveras o congeladores que consumen energía) y, además, dura mucho más en casa. A estas razones económicas, se añade otra cuestión no menor: que estos productos están muy «buenos», desde el punto de vista del sabor. Producen unas señales de recompensa muy agradables para el cerebro. Son dulces y muy palatables.

Los productos de estas características se han convertido, por todo ello, en la alternativa rica, fácil y barata para muchas personas. Y es esta dinámica la que propicia una malnutrición en dos sentidos:

  • Una desnutrición en cuanto a calidad de la dieta, ya que no se ingieren todos los nutrientes necesarios para llevar una dieta saludable.
  • Una sobrenutrición energética, producida por un exceso de energía, de las llamadas «calorías vacías«, sin interés nutricional. La dieta se basa principalmente en un exceso de harinas, almidones y azúcar, así como grasas poco saludables.

Por tanto, se puede estar en situación de sobrepeso, pero a la vez desnutrido.

Malnutrición, una carga por partida doble

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Imagen: OMS

Cuando esta situación sobrepasa el ámbito individual o familiar, y se hace extensiva a una comunidad entera, esa región tiene que afrontar lo que se conoce como la doble carga de la malnutrición. Este fenómeno supone la convivencia de problemas de salud crónicos (como el sobrepeso, la obesidad, la diabetes…) con otras patologías de desnutrición (hambre, anemia, desnutrición proteica), lo que conlleva a una excesiva carga para muchos países o comunidades. El gráfico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestra cómo los países en vías de desarrollo tienen que enfrentarse a los problemas del sobrepeso y la desnutrición a la vez.

Este mismo patrón se reproduce en las comunidades pobres de nuestro país y afecta al segmento de población con menos recursos o en situación de exclusión social. La obesidad ha dejado de ser una estampa de un comedor de ricos para convertirse, tras el hambre, en el segundo problema alimentario del planeta, también en países pobres. En la actualidad, hay 2.100 millones de personas con exceso de peso (600 millones con obesidad) y la mayoría de ellas se encuentran en países en vías de desarrollo. Así, la obesidad muestra su cara más cruel con quienes más lo necesitan y se convierte en un problema añadido a lo que es un drama de por sí. No es la opulencia la que causa el sobrepeso, sino la falta de información y recursos.

Mapa de obesidad en 2008 (Organización Mundial de la Salud):

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Imagen: OMS
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