Cómo debe ser la dieta de una persona con Alzheimer

Es importante desconfiar de suplementos nutricionales y productos que aleguen curar, retrasar o detener la enfermedad
Por A. Ruiz Riquelme, Eduardo Molina Carrasco, N. Blanes Martínez 29 de agosto de 2016
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Imagen: TeriVirbickis

El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa y crónica que, en la actualidad, no tiene cura. El tratamiento con fármacos ayuda a mitigar sus síntomas pero no es capaz de retrasar ni de detener su desarrollo. Del mismo modo, no existe una dieta para curar el Alzheimer. Sin embargo, sí es posible que la alimentación ayude a prevenir esta enfermedad y que mejore el pronóstico y la calidad de vida de quienes ya la padecen, como se detalla a continuación.

Alzheimer, pérdida de peso y déficits nutricionales

A nivel físico, uno de los indicadores nutricionales más característicos de los pacientes con enfermedad de Alzheimer es la pérdida de peso. Esto se debe, sobre todo, al deterioro de los órganos de los sentidos, que se hace visible ya en las primeras etapas de la enfermedad. Y es que resulta frecuente que se pierda la atracción por los alimentos y el apetito, porque el gusto, el olfato o el oído juegan un papel fundamental en la elección del alimento y en el deseo de comer. De hecho, con frecuencia, estas personas presentan deficiencia de determinadas vitaminas, por lo que se puede recomendar la suplementación, preferentemente de vitamina B12 o de tiamina.

Los pacientes de Alzheimer, en principio, no cuentan con requerimientos nutricionales especiales. De manera general, se aconseja que sigan una dieta equilibrada. Sin embargo, es común que estas personas sufran algún tipo de déficit, principalmente de selenio, vitamina B12 o folato.

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Imagen: genious2000de

Tanto en la etapa temprana como en la avanzada, el deterioro de los órganos de los sentidos conlleva una menor ingesta de alimentos ante la falta de apetencia y percepción. Esta es la principal causa de las deficiencias nutricionales en este tipo de pacientes. Por ello, es importante hacer un estudio nutricional del enfermo de Alzheimer en sus primeras fases para detectar, de modo precoz, si presenta algún tipo de carencia o riesgo de padecerla y poder corregirla, para proporcionarle una mayor calidad de vida durante su enfermedad. Esta valoración se puede realizar mediante una encuesta nutricional y obtención de datos antropométricos y dietéticos, que debe llevar a cabo un especialista de la materia, y que precisa de una observación del progreso del paciente y poder valorar los indicadores y datos necesarios.

Alimentos médicos y suplementos para el Alzheimer

Respecto al tratamiento del Alzheimer mediante la alimentación, en primer lugar hay que tener en cuenta que los tratamientos médicos actuales (inhibidores de la colinesterasa y antagonistas de receptores NMDA) no curan, solo retrasan o detienen el desarrollo de la enfermedad. Es decir, tratan los síntomas. De este modo, hay que desconfiar de suplementos nutricionales y productos que aleguen «curar, retrasar o detener» la enfermedad.

Existen algunos suplementos nutricionales o «alimentos médicos» empleados como apoyo al tratamiento farmacológico, siempre bajo supervisión profesional. No obstante, el uso de estos «alimentos médicos» es controvertido, ya que no están sometidos a los mismos controles que los medicamentos, por lo que sus supuestos efectos no han sido testados con resultados positivos en ensayos clínicos completos. De hecho, organizaciones como Alzheimer’s Association denuncian la publicidad engañosa de este tipo de productos y desaconsejan su utilización a la espera de nuevos estudios que avalen su eficacia y seguridad.

En general, los suplementos vitamínicos, por sí solos, no causarían ninguna mejora significativa en pacientes. En cambio, las combinaciones de nutrientes, dentro de una dieta adecuada, sí producirían una mejora en la capacidad para hablar y la memoria de los enfermos.

Recomendaciones dietéticas

Entre las recomendaciones para el tratamiento del paciente hay determinados alimentos de fácil masticación y que puedan cubrir las carencias que se pueden presentar. Destacamos las siguientes indicaciones:

  • Tomar alimentos que aporten bastante energía: jalea real, miel, cacao, bayas de goji, coco
  • Consumir alimentos ricos en antioxidantes y vitaminas como ajo, aceite de oliva, aguacate, nueces, fresas, frambuesas, kiwis, cítricos…
  • Hacer las cinco comidas del día.
  • Beber suficientes líquidos para mantenerse hidratados en todo momento.

Estas recomendaciones dietéticas serían alteradas en etapas más avanzadas de la enfermedad, donde ya hay problemas de deglución. En ese momento, los líquidos deberían ser también modificados para evitar atragantamientos, debiéndolos hacer más espesos, para que sean consistentes y tengan forma de bolo alimenticio más fácil de tragar. Los alimentos sólidos no deben ser fibrosos o que se dividan, sino que deben conformar un único bocado y, si cabe la posibilidad, triturarlos para que sean más sencillos de ingerir.

La clave está en llevar una dieta sana, variada, equilibrada y controlada. Además, no hay que atender solo al tipo de alimentos que se ingieren sino, también, cómo y con quién los comemos, ya que es muy importante la forma de elaboración y compartir las comidas con personas queridas y allegadas. Sobre todo, en el caso de esta enfermedad, tener a los familiares cerca puede ser una de las mejores ayudas.

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