¿Tu hijo no quiere desayunar? No le fuerces, mejora el desayuno

Planificar el desayuno, elegir alimentos con mejor perfil nutricional y crear un ambiente distendido son claves para convertir las mañanas en el mejor momento del día
Por Carlos Casabona Monterde 7 de septiembre de 2016
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Imagen: TatyanaGl

Si su hijo se levanta sin ganas de comer o de beber, no es recomendable que le fuerce, aunque se haya dicho mil veces que el desayuno es muy importante y que no puede ir al colegio sin tomar nada. La estrategia, en cambio, consiste en mejorar el desayuno: desde el tipo de alimentos que se ofrecen hasta el tiempo que se le dedica a disfrutarlos. También, en revisar algunos hábitos -como las horas de descanso previo- y contemplar otras opciones, como el “desayuno en diferido”. En el siguiente artículo se explican con detalle estas cuestiones.

En muchos hogares, el momento del desayuno se transforma en una batalla mañanera a contrarreloj. De un lado, los padres que intentan alimentar a sus hijos y lograr que lleguen a tiempo al colegio. Del otro, los niños que desayunan con desgana o, incluso, se niegan en redondo a comer.

Lo que puede suceder es que, en estos casos, el pequeño se haya levantado con poco tiempo para despejarse, asearse, vestirse, preparar la mochila y sentarse con tranquilidad en una mesa limpia y ordenada en la que hay otros miembros de la familia sonrientes y con ganas de establecer una animada conversación, que ya han comenzado a servirse porque hay un precioso bol con fruta, lista para comer, en su interior. La siguiente imagen es un ejemplo. Basta cortar distintos tipos de fruta fresca para llenar la mesa de colores y sabor. Es muy fácil que el niño elija de allí las que más le gusten.

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Imagen: Dream79

Seguramente, al ver la foto, muchos lectores pensarán que esto no es lo habitual. «Siempre nos levantamos deprisa y corriendo», «al niño solo le ‘entran’ un vaso de leche con cacao y cuatro galletas» o «no tenemos ningún frutero sobre la mesa de la cocina porque no le hace caso y la fruta acaba estropeándose» son frases (y situaciones) mucho más frecuentes. Quizá sea hora de cambiar un poco los hábitos y hacerse algunas preguntas. ¿Damos ejemplo? ¿Nuestros hijos nos ven comer fruta a cualquier hora?

El desayuno podría ser un lugar de encuentro, un momento para organizar y preparar en familia todo lo que el nuevo día deparará a cada uno. Es más importante para los niños pasar unos minutos de diversión todos reunidos y tener la ayuda de los padres o los hermanos mayores, que comer o beber algo antes de ir al colegio tan solo porque los «expertos» digan que así rendirán más o no sufrirán de sobrepeso, afirmaciones ambas muy discutibles pues no se ha demostrado que sean ciertas.

Planifica el desayuno

¿Y entonces? Quizás haya que empezar a preparar el desayuno la noche anterior. Si la cena no ha sido excesiva y el niño se acuesta a una hora prudente (en muchos países europeos, sobre las 7-8 de la noche en invierno), y no a la hora que marcan las cadenas de televisión, es más que probable que se levante descansado y con ganas de desayunar lo que le pongan por delante que, claro está, ha de ser saludable.

¿Por ejemplo? Cualquier alimento que sea «de verdad»: desde un bol de arroz con verduritas hasta los macarrones que sobraron el día anterior, o un huevo revuelto recién hecho con un poco de pan integral untado con tomate, siguiendo por fruta variada y acabando por un yogur con frutos secos o avena en su interior.

¿No tienen que tomar cereales de desayuno y galletas? Aunque muchos envases de estos productos señalen que son saludables, les dan energía y tienen vitaminas y hierro, que les harán crecer y que son idóneos para el desayuno de todos los días, no hay que perder de vista que el pan, la avena, el arroz y los macarrones también son cereales. De hecho, son cereales menos procesados y más interesantes desde el punto de vista nutricional, en especial si son integrales.

Este punto es muy importante porque lo que hay en esas cajas adornadas con atractivos dibujos infantiles ya no son cereales saludables, sino que han sido transformados -hiperprocesados- de tal manera que se han convertido en algo más parecido a golosinas que a verdaderos alimentos. Son productos dulces que han enganchado a millones de menores (y padres), con la excusa «oficial» de que hay que tomar cereales en el desayuno.

Por ello, no es necesario obligar a un niño a comer nada más levantarse si no tiene hambre. En muchos casos, al invitarles a tomar estas golosinas disfrazadas de alimento saludable, las aceptarán de muy buen grado pero tendrán apetito de nuevo en poco tiempo y desayunarán dos veces en menos de tres horas. Esto, en la mayoría de las ocasiones, no es necesario y puede contribuir a un futuro sobrepeso.

El desayuno en diferido

Lo que sucede con frecuencia es que los pequeños toman un desayuno «diferido»: en vez de desayunar en casa a las 8:30 horas, lo hacen a las 10:30 o a las 11:00 horas en el patio del colegio.

Por ello, si el niño decide «desayunar» en el colegio, hay que pensar también en clave saludable y olvidarse de ponerle bollería, zumos o lácteos azucarados, bocadillos de embutido (jamón, fuet, fiambre de pavo, salchichón, salami…). La investigación en alimentación ha avanzado y en la actualidad ya se sabe que no son aconsejables para el día a día.

Mejor, preparar un bocata de pan integral con alguna de estas opciones: humus y pepitas de calabaza; guacamole con dos rodajas de tomate; tiras de pimiento rojo y almendras; queso fresco con tiras de zanahoria; huevo duro en rodajas con dos hojitas de lechuga y tomate; sardinas o salmón desmenuzado y sin espinas… Hay cientos de combinaciones con elementos vegetales, frutos secos, pescado o queso, que se pueden ir seleccionando cada día. Silvia Romero, dietista-nutricionista, explica aquí muchas opciones válidas sobre desayunos y meriendas infantiles. Y los dietistas Julio Basulto y Juan Revenga cuentan cómo son sus desayunos en esta esta animada conversación radiofónica con Jesús Soria.

Otra opción para un desayuno «diferido» sería el táper, ya que permite ofrecer fruta cortada y preparada para comer. El contenido del bol puesto en la foto al principio del artículo puede ser trasladado al táper sin ningún problema. Eso sí, en esto hay que ponerse de acuerdo con el menor para que lo que haya dentro coincida con sus gustos. Las basuras de los colegios están repletas de bocadillos casi enteros y de fruta que no se ha tocado. Si el niño es grandecito, poner en la mochila una pieza de fruta llevará menos tiempo y es una opción igual de saludable.

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