La relación entre la dieta y el estado de ánimo

La alimentación puede incidir en el estado de felicidad de una persona, no solo por los nutrientes sino por el estilo de vida y la satisfacción que genera seguir una dieta acorde a los valores personales
Por Aitor Sánchez García 23 de septiembre de 2016
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Imagen: Ariwasabi

Tanto el estado de ánimo como el humor de una persona dependen de innumerables variables: la propia genética, las circunstancias personales, el estado físico y de salud, el entorno social e incluso el clima. Así que intentar buscar en la dieta la llave de la felicidad y del bienestar mental es, cuando menos, utópico. No obstante, hay nutrientes y alimentos específicos que se relacionan con la producción o inhibición de ciertos neurotransmisores y hormonas. Además, también se sabe que la alimentación como parte de un estilo de vida y sus consiguientes vinculaciones religiosas, éticas, sociales, políticas y económicas puede generar más satisfacción y, por ende, mayor felicidad en las personas que consiguen alinear sus principios con ella.

Triptófano, ¿el camino hacia la felicidad?

Uno de los nutrientes que más suena al hablar de dieta y estado de ánimo es el triptófano. Este aminoácido es precursor de un neurotransmisor llamado serotonina que está fuertemente ligado al placer y bienestar mental. A menudo se alude a los alimentos ricos en triptófano (huevos, leche, cereales integrales, garbanzos, cacahuetes, plátano…) y también a su suplementación aislada como solución para mejorar el estado de ánimo e, incluso, la depresión.

Sin embargo, una reciente revisión realizada en 2016 concluye que si bien una dieta rica en triptófano puede tener un impacto positivo en el humor, este efecto depende mucho del estado del individuo, por lo que no parece que una recomendación general sobre ingerir más alimentos ricos en triptófano mejore el humor sin más. El trabajo también señala la importancia de los antioxidantes para mantener buenos niveles de triptófano y del ejercicio físico para generar serotonina. Por lo que, al final, algo tan sencillo como una dieta rica en fruta y verdura (que son la principal fuente de antioxidantes), junto con un estilo de vida activo, sigue siendo la recomendación más rigurosa.

¿Chocolate contra la tristeza?

Al chocolate se le atribuye en la cultura popular el poder de levantar el ánimo y servir de consuelo en momentos de melancolía. Pero ¿cuánto hay de cierto en ello? Pues, según una revisión sistemática publicada en 2013, parece que esos efectos no están nada claros.

En primer lugar, los efectos son con chocolate de alta concentración de cacao o con cacao puro. Es decir, ese popular chocolate con leche, que es el consumido por gran parte de la población, no entraría dentro de los parámetros. No vale cualquier tipo de chocolate.

Además, no se sabe cuál de los muchos compuestos bioactivos del cacao es el que podría tener esos efectos. Pero, además, ¿cómo somos capaces de discernir qué parte es debido a estas sustancias y cuál al placer en el paladar que provoca saborear este dulce? Muy difícil de decir.

Alimentación, estilo de vida y bienestar mental

Cuando la elección de alimentos se alinea con otros valores personales, esa coherencia ayuda a mantener un estado de bienestar anímico. Aunque no sea directamente a causa de los nutrientes ingeridos, sí que se puede resumir en «sentirse bien con lo que uno come».

Algunos estudios ponen de relieve esta relación secundaria de la dieta y el estado de ánimo, como ocurre en las personas vegetarianas, cuya elección dietética puede repercutir en mejoras en su humor y su estado de ánimo.

En la misma línea, hay investigaciones que señalan la asociación entre la adherencia a un patrón dietético mediterráneo y una mejora del humor en adultos sanos. Parece ser que tener la mente tranquila con las elecciones personales contribuye, en parte, a mejorar esta faceta.

¿Hay alimentos que nos empeoran el humor?

Un interesante trabajo canadiense de 2013 analizó los sentimientos de más de 6.500 niños en relación a lo saludable de su dieta. En concreto, valoró la preocupación, la tristeza y la infelicidad. Los menores con dietas más adecuadas mostraban menos esos sentimientos. Este es un nuevo motivo de peso para seguir trabajando en estrategias de salud pública que mejoren la alimentación infantil: tener niños más sanos, y más felices.

En resumen, parece que, sin necesidad de obsesionarse por alimentos concretos, es suficiente una alimentación rica en alimentos que destaquen en compuestos bioactivos y antioxidantes (es decir, rica en fruta y verdura), con un aporte proteico adecuado de fuentes saludables.

No existe una «dieta de la felicidad» universal ni, por supuesto, ninguna dieta concreta que nos garantice el buen humor. Pero sí parece ser que comer de manera coherente con nuestro estilo de vida y ética personal puede tener efectos positivos en nuestro estado de ánimo. ¿Por qué no empezar mañana mismo?

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