Dietas hiperproteicas: ¿todas las proteínas son iguales?

En la dieta hiperproteica se exceden las recomendaciones diarias de proteínas que necesita el organismo
Por Rocío Sánchez, Marta Ruíz, Rubén López-Nicolás 24 de octubre de 2016
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Imagen: alex9500

Muchas personas se preocupan por su físico, unas veces por razones de salud y, otras, por cuestiones estéticas. En este último caso, triunfan las dietas drásticas para perder peso. Entre estas dietas de adelgazamiento, las más populares son la Dukan y la Atkins, las cuales se caracterizan por ser ricas en proteínas y pobres en carbohidratos. Sin embargo, estas propuestas “milagrosas” son innecesarias, poco efectivas a largo plazo y, lo más importante, muy arriesgadas para la salud. En el siguiente artículo se explica qué es una dieta hiperproteica y qué diferencias hay en las proteínas según los alimentos de los que proceden.

¿Qué es una dieta hiperproteica?

Una dieta hiperproteica es aquella en la cual se exceden las recomendaciones establecidas para los requerimientos diarios de proteínas. En la actualidad, se acepta que el consumo de 0,8 gramos por kilos de peso al día de proteína es suficiente para cubrir los requerimientos nutricionales del adulto sano. Este valor, por ejemplo, equivale a un filete de carne de 250 g o 300 g de pescado al día para una persona de 80 kg. En el caso de las proteínas vegetales, las legumbres son las reinas: pueden cubrir las necesidades proteicas con un plato de 250 g (para un adulto sano de 80 kg).

En España, los alimentos que más contribuyen a nuestra ingesta proteica son los cárnicos y derivados. En este sentido, mientras que la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) sugiere un consumo medio de carne de entre 43 y 71 gramos al día, nuestra ingesta real asciende a 179 gramos diarios; es decir, del 252% al 416% de dichas recomendaciones.

¿Dónde encontramos las proteínas?

Como se ve en la siguiente tabla, los alimentos que más proteínas contienen son los de origen animal. No obstante, los vegetales son también fuente de proteínas que presentan beneficios en las dietas de adelgazamiento: cuando el objetivo es perder peso, las proteínas provenientes de carnes y lácteos no deben nunca superar a las que provienen de vegetales.

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Los estudios científicos confirman que las personas que consumen mayores cantidades de proteínas vegetales son mucho menos susceptibles a padecer obesidad, diabetes y enfermedades cardíacas que quienes toman la mayor parte de sus proteínas de fuentes animales. Por tanto, la ingesta de proteínas vegetales desempeña un papel importante en la prevención de la obesidad.

Dietas hiperproteicas más populares, ¿cuáles son sus consecuencias?

La dieta Dukan y la dieta Atkins son dos propuestas que se caracterizan por un consumo de proteínas muy elevado. La principal diferencia entre ambas es que la Dukan reduce el mínimo la ingesta de hidratos de carbono (pan, pasta, arroz, etc.), mientras que la Atkins no es tan estricta en dicha restricción. Sus promotores aseguran que estas dietas obligan al organismo a consumir sus propias reservas (primero de glúcidos y más tarde de lípidos) y a eliminar el exceso de proteínas sobrantes, lo que en teoría produce el adelgazamiento. Sin embargo, la pérdida de peso inicial se debe sobre todo a la pérdida de líquido, ya que con ese tipo de dietas se hace trabajar más al riñón (para deshacerse del exceso de proteínas), produciendo mayor cantidad de orina.

De forma prolongada, pueden provocar problemas de salud muy serios. La ingesta elevada de alimentos de origen animal, con alto aporte de grasas saturadas, genera problemas cardiovasculares. Además, ese exceso de proteínas prolongado en el tiempo sobrecarga al hígado y al riñón. Entre esta larga lista de problemas para la salud, también destaca la osteoporosis, la depresión e, incluso, ataques de gota.

Por todo lo expuesto, estas dietas son por completo desaconsejables. Son desequilibradas y tienen consecuencias metabólicas en diversos sistemas y órganos, incluyendo alteraciones en el metabolismo hidroelectrolítico y ácido base, en el metabolismo óseo, en la función renal y en la función endocrina.

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