La cerveza

Su consumo moderado aporta gran cantidad de nutrientes a la dieta y no favorece la obesidad
Por Azucena García 9 de abril de 2003

La cerveza es una bebida alcohólica cuyo abuso acarrea consecuencias graves para la salud. Sin embargo, estudios recientes certifican las virtudes de un consumo moderado, que puede llegar a cubrir el 6,5% de las necesidades diarias de vitamina B12 y hasta un 12% de las de ácido fólico. Las investigaciones aseguran también que la tradicional idea de que la cerveza engorda es falsa e, incluso, la consideran un componente ideal para mantener un menor Índice de Masa Corporal, ya que sólo aporta un 4% de las calorías totales de la dieta de los hombres y un 3% de la de las mujeres.

Notables beneficios

Muy pocas bebidas alcohólicas reportan al organismo tantos beneficios como la cerveza. Su consumo moderado supone para la dieta la ingesta de un buen número de nutrientes y, según los expertos, tomarla a diario implica cubrir parte de las necesidades diarias de vitamina B12 (6,5%) y ácido fólico (hasta un 12%). “La aportación de la cerveza es muy importante, puesto que ya desde principios de los años 90 se puso de manifiesto el escaso consumo de vitaminas del grupo B y ácido fólico que registra la población española”, reconoce el doctor Lluis Serra, director del Centre de Recerca en Nutrició Comunitària del Parc Cientific de la Universidad de Barcelona.

Recientes estudios otorgan a la cerveza la cualidad de prevenir enfermedades cardiovasculares y garantizar una correcta alimentación. Aseguran que cantidades apropiadas -250 ml/día para las mujeres y 500 ml/día para los hombres- promueven la secreción de los jugos gástricos, facilitan la digestión, estimulan el apetito y tienen un efecto diurético. Además, según una investigación llevada a cabo hace algunos meses en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, “el consumo de cerveza aporta una importante cantidad de la ingesta recomendable de fibra soluble, que puede contribuir a evitar el estreñimiento y disminuir la incidencia de cáncer de colon”. Los beneficios son, por tanto, variados y muy dispares, aunque es necesario recordar siempre que sólo se cumplen cuando el consumo es moderado.

  • Propiedades antioxidantes: Los extractos utilizados para la elaboración de la cerveza protegen a las células del daño oxidativo, tanto de los lípidos como de las proteínas. De esta manera, se favorece el retraso del envejecimiento celular y se disminuye el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, así como su capacidad cancerígena.
  • Aporte de nutrientes: Además de las mencionadas vitaminas del grupo B, muy importantes para mantener un equilibrio nervioso adecuado, la cerveza reporta un 10% de fósforo, proteínas, carbohidratos, sales, agua y ácido fólico.
  • Mínimo contenido en sodio: Esta circunstancia la confiere un fuerte efecto diurético y permite que pueda ser incluida en dietas hiposódicas, que requieren una mínima cantidad de sodio.
  • Baja graduación alcohólica: En comparación con otras bebidas, el alcohol que contiene la cerveza es mucho menor, aunque no deja de ser alcohol. La graduación oscila entre cuatro y cinco grados y, según datos del Centro de Información Salud y Cerveza, “para igualar la cantidad de alcohol que hay en un litro de vino, habría que considerar dos litros y medio de cerveza”.
  • Prevención de osteoporosis: La relación entre esta bebida y la prevención de la osteoporosis se basa en que el alcohol reduce la pérdida de masa ósea, al tiempo que el silicio -presente en la cerveza- la favorece. El silicio es un elemento importante, e ingerirlo en la cerveza supone un aporte adicional importante si se tiene en cuenta que gran parte del silicio que contiene el agua es eliminado en el proceso de depuración.
  • Aumento del “colesterol bueno”: En cantidades moderadas, la cerveza favorece la concentración de lipoproteínas de alta densidad (HDL), el denominado “colesterol bueno”. Este aumento reduce los riesgos de enfermedades y accidentes cardiovasculares frente a las posibilidades de los abstemios y consumidores abusivos de alcohol.

¿Engorda la cerveza?

Diversas investigaciones aseguran que la aportación calórica de la cerveza es muy inferior a la de otras bebidas alcohólicas y ligeramente inferior a la de refrescos y colas. Una caña de 200 mililitros apenas aporta 90 kilocalorías. O, lo que es lo mismo, el consumo moderado supone sólo un 4% de las calorías totales de la dieta de los hombres y un 3% de la de las mujeres, por lo que se concluye que la popularmente calificada como “tripa cervecera” se debe, en realidad, a otros hábitos de alimentación y estilos de vida.

“Se ha descubierto que el causante de la ‘curva de la felicidad’ es la variante DD del gen de la enzima conversora de la angiotensina (ACE), que favorece la acumulación de grasas alrededor del abdomen Los portadores de esta variante tienen tendencia a desarrollar grasas abdominales, aunque no todas las personas llegan a desarrollarla si siguen una dieta equilibrada y realizan ejercicio”, argumenta el Centro Cerveza y Salud.

Por su parte, el doctor Serra defiende que “las personas que realizan mayor actividad física consumen cerveza de forma más regular que los que no la beben”, lo que conlleva un menor Índice de Masa Corporal y, en consecuencia, aleja las posibilidades de padecer obesidad. “Esta afirmación rompe con el mito popular de que los bebedores regulares de cerveza tienden a ganar peso”, concluye Lluis Serra.

Inconvenientes

No se puede olvidar que, pese a sus virtudes, la cerveza no deja de ser una bebida alcohólica y, por ello, es importante insistir en la necesidad de un consumo moderado. Cantidades superiores a las permitidas por el metabolismo implican graves consecuencias:

  • Cantidades excesivas de alcohol repercuten de manera negativa en órganos vitales como el hígado, el cerebro, el corazón y la sangre.
  • Irrita el estómago y lesiona el recubrimiento del intestino, lo que ralentiza la absorción de algunos nutrientes.
  • Disminuye el aporte de un gran número de vitaminas y minerales, y aumenta los triglicéridos en la sangre y los niveles de hierro.
  • En ayunas o sin alimentos sólidos puede producir hipoglucemia.
  • Contribuye, en cierta medida, al desarrollo de la obesidad, aunque no en los niveles que se creía hasta ahora.

Cerveza sin alcohol

La cerveza sin alcohol se diferencia de la normal, únicamente, en la desaparición del alcohol, puesto que conserva todos sus nutrientes. Un botellín de cerveza “sin” al día aporta 10 miligramos de calcio, potasio y muy poco sodio. Además, tiene un alto contenido en agua (95%) y efectos antioxidantes que contribuyen a prevenir las enfermedades cardiovasculares. “Entre el 15% y el 30% de la población española se ve afectada en estos momentos por la hipertensión arterial. Estas personas deben seguir dietas hiposódicas y no deben consumir alcohol, por lo que la cerveza ‘sin’ puede ser una opción muy recomendable”, explica Jesús Román Martínez, presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA).

Esta bebida contiene tres veces menos calorías que un refresco o una ración de fruta, “lo que la convierte en una opción muy recomendable en dietas de adelgazamiento, ya que ayuda a romper la monotonía de la dieta”, afirma el doctor Martínez. “También puede ser una refrescante elección para las personas mayores, pues además de ser hidratante, su aspecto y sabor recuerda más que los refrescos a las bebidas de mayor graduación, que en edades más jóvenes fueron consumidas con más frecuencia e intensidad”, añade Martínez

Cifras del sector

Según datos de la Asociación de Cerveceros de España, la producción en 2001 alcanzó los 2.770 millones de litros. Una importante cantidad que colocó a nuestro país en el tercer puesto dentro de la Unión Europea, por detrás de Alemania y Reino Unido, y en el noveno a nivel mundial.

Ese año, las ventas mantuvieron la línea de recuperación y alcanzaron los niveles de principios de los años 90, cuando experimentaron un fuerte descenso. El creciente turismo y el descubrimiento de esta bebida en zonas poco habituadas a ella, propiciaron este ascenso. “El consumo de cerveza aumenta durante la época estival por las favorables condiciones climatológicas y la afluencia del turismo. Sin embargo, en los últimos años se está produciendo una desestacionalización del consumo y está aumentando en zonas menos cálidas y tradicionalmente menos cerveceras, como la Cornisa Cantábrica”, explica el portavoz de Cerveceros de España.

En cuanto al consumo de cerveza sin alcohol, éste representa el 7% del consumo total, con la cuota de mercado más alta de Europa, “lo que indica que, pese a tratarse de un producto relativamente nuevo, la cerveza sin alcohol se presenta como una bebida con una clara proyección de futuro que satisface las necesidades de determinados consumidores que no pueden o no quieren tomar alcohol”.

Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, los españoles consumieron en 2001 algo más de dos millones de litros de cerveza. Esta cifra supone 54,4 litros per cápita al año. Además, un análisis sociodemográfico demuestra que el consumo es mayor en los hombres que en las mujeres.

Por zonas geográficas, en la región sur se confirma un consumo más elevado, tanto en hombres como en mujeres, con una tasa del 34%. Le siguen Canarias y Levante, con porcentajes cercanos al 20%, y es “significativo” el caso de la zona centro, que ostenta el primer lugar en cuanto a consumo masculino, con un 46,4%, mientras que el femenino desciende hasta el 8,31%.

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