El modo de educar a los niños influye en el riesgo de padecer obesidad infantil

Ser demasiado permisivos o demasiado autoritarios con los niños aumenta el riesgo de que padezcan obesidad
Por Julio Basulto 9 de mayo de 2013
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Imagen: Aidan-Sally

La alimentación es, sin duda, un factor clave para la salud de los niños. Pero también lo es la manera en que padres o cuidadores enfocan la hora de comer. Numerosos expertos han evaluado la influencia de diversos estilos de crianza en relación a la alimentación infantil. De sus investigaciones se desprende que conviene que los padres sean sensibles a las necesidades de sus hijos y respeten sus señales internas de hambre y saciedad, sin olvidar que la presencia de alimentos poco saludables en el hogar debe ser escasa. Asimismo, el ejemplo de los propios padres puede modelar la dieta de los niños tanto o más que cualquier otra estrategia. El siguiente reportaje analiza tres estilos de crianza y su influencia en la alimentación y la obesidad infantil. También explica cuál es el enfoque adecuado.

Tres estilos de crianza y sus repercusiones en la manera de comer

En septiembre de 2011, las reputadas doctoras Jamie S. Stang y Katie Loth, de la Universidad de Minessota, definieron el estilo de crianza como «el conjunto de atributos, actitudes y formas de interactuar con los niños por parte de sus padres o cuidadores», y estudiaron su influencia sobre la alimentación de los niños y la obesidad infantil. Para ello, dividieron los estilos de crianza en tres grupos: autoritativo, autoritario o permisivo (que a su vez puede ser indulgente o negligente). A continuación, se expone una somera visión de las posibles implicaciones que cada estilo de crianza puede ejercer sobre la salud emocional del menor pero sobre todo en los aspectos dietético-nutricionales.

1. Padres autoritativos, prevención más eficaz de la obesidad

La Real Academia Española (RAE) define «autoritativo» como «que incluye o supone autoridad». Es necesario diferenciar esta palabra de «autoritario», que hace referencia a quien es «partidario extremado del principio de autoridad». Se entiende que los padres siguen un estilo de crianza autoritativo cuando ejercen control sobre sus hijos, pero lo hacen con mucho afecto, apoyo y «responsividad». La responsividad -término no recogido por la RAE, pero muy utilizado en el ámbito de la psicología- define a los padres que responden de forma habitual a las demandas de sus hijos. Se trata de una actitud basada en el cariño, la aceptación y el apoyo. Los padres responsivos razonan sus actos y se comunican con sus hijos con cordialidad.

La crianza autoritativa, pese a que deposita sobre el niño altas expectativas, establece sus pautas de forma respetuosa. Dichas expectativas son concretas, sobre todo en lo relativo al comportamiento del menor, y las reglas del hogar se suelen hacer cumplir a través de estrategias como la pérdida de privilegios. Se asocia, según investigaciones publicadas en 1996, 2002 y 2008, a una mayor independencia y autocontrol por parte del niño.

En relación a la ingesta dietética, se considera que los padres autoritativos siguen criterios bien delimitados, aunque adaptados a la edad del menor, y son sensibles a las necesidades y conductas del niño, así como a sus señales internas de hambre o saciedad. Este enfoque es, para el Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría, el más recomendable.

Desde la perspectiva de la alimentación infantil, como era de esperar, se ha observado que los padres autoritativos intentan poner en una parte de la «balanza» sus preocupaciones acerca de lo que ellos consideran una dieta saludable para el niño, y en la otra las preferencias alimentarias del menor, en un intento de pactar con él su alimentación. Este estilo de crianza disminuye el riesgo de obesidad infantil y juvenil y se asocia a un mayor consumo de alimentos saludables. Un estudio recién publicado en Acta Paediatrica (2013) ha confirmado que los vínculos de apego característicos de las familias en las que hay padres autoritativos pueden prevenir la obesidad infantil.

2. Padres autoritarios, niños con riesgo de obesidad multiplicado por cinco

El autoritarismo, como se ha comentado antes, define la actitud que tiene quien ejerce con exceso su autoridad. Se aplica mucho control y se hace de forma crítica, con poco afecto. Se emplea una estricta disciplina y puede ser insensible a las necesidades emocionales del niño. Suelen existir reprimendas físicas o verbales. Ello genera que el menor deje recaer sus motivaciones en controles externos, cuando lo ideal es que sean internos. Las prácticas autoritarias se caracterizan por pretender controlar la alimentación del niño mediante restricciones estrictas de alimentos específicos, u obligaciones para que el niño coma, con poca consideración a los deseos del menor. Los niños sometidos a este estilo de crianza multiplican por cinco sus posibilidades de sufrir obesidad. Además, al entrar en la edad adulta, siguen dietas más desequilibradas, lo que aumentará su riesgo de padecer enfermedades crónicas.

O’Connor y colaboradores observaron en 2010 que las prácticas familiares basadas en el control externo de la ingesta de frutas y hortalizas (autoritarismo) eran o bien inefectivas, o bien contraproducentes. Sucedió lo contrario en el caso de padres o cuidadores que aportaban un control estructurado y no dirigido, pero que eran responsivos o autoritativos.

3. Padres permisivos, el riesgo de obesidad infantil se duplica

Los padres o cuidadores permisivos, por último, ejercen muy poco control sobre los niños. No confían en el autocontrol del niño y no transmiten expectativas claras acerca de su comportamiento. Su actitud puede ser tanto indulgente (inclinación a perdonar y disimular los errores, o a conceder premios o regalos) como negligente (actitud descuidada o indiferente ante el cuidado del menor). Ello puede traducirse, según varios autores, en niños con una baja autorregulación del comportamiento.

Desde un punto de vista dietético, estos padres permiten al niño que sea quien decida y escoja los alimentos que formarán parte de su alimentación. Pese a que la Academia Americana de Pediatría aconseja que el niño participe de la decisión de qué, cuánto y cómo come, esta entidad parte de la premisa de que ha sido el adulto quien ha realizado la selección previa de los alimentos que se ingerirán en el hogar, y ha presentado una oferta limitada de posibilidades al menor. La permisividad, la indulgencia o la negligencia no son recomendables. Los niños expuestos a estos estilos de crianza, además de realizar peores selecciones dietéticas, duplican su riesgo de sufrir obesidad.

Alimentación infantil, el enfoque adecuado

La Academia Americana de Nutrición y Dietética (antigua Asociación Americana de Dietética), propuso en 2008, en relación a la alimentación de niños de 2 a 11 años, que los padres o cuidadores deben aportar una estructura positiva, apoyo adecuado según la edad y alimentos y bebidas saludables, mientras que los niños decidirán qué y cuánto comen de lo que los adultos ofrecen. Dos años después, el GREP-AEDN elaboró una tabla que recoge consejos y explicaciones que pueden ayudar a padres, madres y/o cuidadores a enfocar de forma saludable la alimentación de los niños.

ConsejoJustificación
Haga que la hora de comer sea agradableLa atmósfera emocional en las horas de comer es muy importante. No conviene utilizar dichas horas como una oportunidad para regañar al niño. No haga sentir mal al niño por no comer.
Predique con el ejemploLos padres, familiares o cuidadores son modelos que el niño tomará como referencia a la hora de probar o no probar un nuevo alimento, o a la hora de seguir una dieta sana.
Exponga al niño a una variedad de alimentos saludables (como frutas y hortalizas) Esto aumentará las posibilidades de que tenga ganas de probarlos. Ponga a su alcance alimentos saludables. Si no le insiste en que los pruebe, las posibilidades de que lo haga aumentan.
No desistaCon paciencia, la exposición repetida (sin forzar, insistir u obligar), puede romper la resistencia.
No restrinja el acceso a determinados alimentosEsto incrementa la preferencia del niño hacia ellos. La clave es evitar que estén en casa.
No fuerce al niño a comer ningún alimentoEsto disminuirá la preferencia por parte del niño hacia el alimento.
La neofobia es del todo normalNo debe tomarse como algo negativo, sino como algo frecuente y esperable.
No use alimentos ricos en energía como recompensa, ni frutas y hortalizas como castigoAlterará las preferencias alimentarias del niño.

Lo más recomendable es, en suma, aportar al menor un control estructurado pero no «dirigido» y evitar tanto el autoritarismo como la permisividad. Todo ello sin olvidar que el modelo de los padres es crucial para que los hábitos de los niños sean saludables. De igual manera que los hijos de padres fumadores son más propensos al tabaquismo, los hijos de padres que se alimentan de forma desequilibrada serán más proclives a seguir dietas insanas. Algunos autores van más allá y sugieren que mejorar el romanticismo entre los padres puede generar patrones de alimentación más saludables en los hijos. Parece un buen punto de partida para mejorar la salud física, emocional e incluso «nutricional» de toda la familia. Y es que, tal y como afirmaba la poeta madrileña Gloria Fuertes, «el mejor alimento es que siempre estés contento; un ‘te quiero’ mañanero te vale más que el dinero».

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