La educación sexual del niño: ¿cuándo y cómo empieza?

La sexualidad del bebé comienza desde el momento mismo de su nacimiento, a través del tipo de contacto que los mayores tienen con él
Por Cristian Vázquez 8 de noviembre de 2012
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Imagen: Tom

La sexualidad ha dejado de ser un tema tabú, para considerarse una cuestión esencial desde la infancia. Como se explica en este artículo, los expertos aseguran que la educación sexual nace con el bebé y que los primeros pasos del placer llegan a través del tacto y la curiosidad; cuando crecen, niños y niñas participan en “juegos amorosos”, que les ayudan a descubrirse y conocer a los demás. En este viaje por una educación sexual saludable, actuar con naturalidad y honestidad, por parte de los adultos, ayuda al pequeño.

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La educación sexual nace con el bebé

Todo adulto que se relaciona con un niño está educando su afectividad y sexualidad, quiera o no quiera

La sexualidad nace con nosotros. Y por ello, la educación sexual, de uno u otro modo, existe desde que el bebé nace. «Siempre se hace educación sexual», como se afirma en la guía ‘La educación sexual de la primera infancia’, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, dirigida tanto a madres y padres como al profesorado de Educación Infantil.

La afectividad, los abrazos y el cariño que recibe un bebé son una forma temprana de educación sexual saludable. «Cualquier adulto que se relacione con una niña o un niño está educando la afectividad y la sexualidad, quiera o no quiera», recoge el manual. Se hace educación sexual con las palabras que se dicen (y las que no), con los gestos, las caricias; elementos que están presentes en las relaciones que se establecen con los pequeños desde que nacen. A la hora de plantear una definición, Graciela Hernández Morales y Concepción Jaramillo Guijarro, las autoras de la guía, explican que «la educación de la sexualidad comprende el desarrollo de las niñas y los niños como seres sexuados, de una forma sana, libre, feliz y responsable».

Los primeros pasos del placer: el tacto y la curiosidad

¿Cómo conoce el niño la sexualidad? En el primer año de vida, el bebé explora su propio cuerpo, sobre todo a través del tacto, pero también del gusto. El pequeño se educa con los abrazos, las muestras de cariño y el contacto con la piel. Todo esto es muy importante para la criatura y, a menudo, es el medio más eficaz para lograr calmarle, como cuando llora. En cualquier caso, es algo natural que el niño se toque, de modo que lo conveniente es no regañarle ni llamarle la atención cuando se le descubra haciéndolo, pero tampoco estimularle a que lo haga.

A partir del año y medio (o dos años), cuando sus capacidades lingüísticas y motoras se lo permiten, el pequeño comienza a manifestar curiosidad. Descubre las diferencias entre niños y niñas y hace preguntas: «¿de dónde vienen los bebés?», sobre todo cuando su mamá está embarazada, o «¿por qué los niños pueden hacer pis de pie y las niñas no?».

Niños y niñas participan en «juegos amorosos»

La relación con los amigos también ocupa un lugar de relevancia en la educación sexual durante la primera infancia. Cuando los pequeños tienen un año de edad ya eligen sus relaciones más íntimas. Entre los dos y tres años, niños y niñas empiezan a jugar juntos y establecen relaciones especiales, de mucho cariño. Y, entre los cuatro y cinco, lo más significativo es pasárselo bien con sus amigos y amigas. Sin embargo, es habitual que, a medida que se crece, los pequeños se separen por sexos.

También aparecen los llamados juegos amorosos, en los que los niños buscar imitar lo que creen que hacen los mayores, pero basados en una atracción afectiva y no sexual. «Hay placer, pero no atracción, ni deseo erótico, ni fantasía, ni orientación sexual», aclara el manual de Educación. Ante estas situaciones, es muy importante tomar en serio y respetar su vínculo con los otros niños y niñas. Ridiculizar estas relaciones solo provoca que los pequeños otorguen a estas acciones connotaciones negativas y las asocien con conductas prohibidas, que preferirán ocultar y reprimir. Y esto puede resultarles perjudicial en el futuro.

Actuar con naturalidad y honestidad ayuda al niño

No hay que regañar al niño cuando se le descubre tocándose, aunque tampoco conviene estimularle a que lo haga

Es fundamental que los adultos se comporten con honestidad ante los pequeños. Muchas veces, los mayores tienden a teatralizar sus reacciones, en lugar de ser naturales. Esto es negativo por varios motivos: quita frescura y espontaneidad a la relación con los niños, es muy cansado (y estresante), no garantiza resultados positivos y, en todo caso, lo que se transmite al menor -que es una esponja y aprende sobre todo por imitación- es que no deben ser naturales ni estar relajados.

En este sentido, poner nombre a las cosas tiene un papel muy importante. La guía de Educación señala que «nombrar todas las partes del cuerpo humano facilita una visión integral del propio cuerpo». Identificar los genitales con sus nombres reales (pene y vulva) permite tratarlos como cualquier otra parte del cuerpo, sin connotaciones negativas.

Sin embargo, el documento no es taxativo al respecto, ya que admite que, entre los propios adultos, llamar a los genitales por sus nombres reales no es lo normal. De modo que también habilita el empleo de otras palabras utilizadas de un modo cariñoso o con complicidad, como puede ser cuca en lugar de vulva o pene. Es un modo lúdico de acercamiento similar a cuando se dice pompis, en vez de culo, o cachete, en lugar de mejilla.

Objetivos de la educación sexual en niños y niñas

El manual ‘La educación sexual de la primera infancia’, editado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, puntualiza una serie de objetivos de la educación sexual.

  • Conocer, aceptar y cuidar el propio cuerpo sexuado.

  • Dar un sentido y un significado propio y singular al cuerpo sexuado.

  • Reconocer y valorar la diferencia sexual.

  • Vivir y expresar la sexualidad en relación, es decir, teniendo en cuenta al otro o a la otra.

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