Ventajas e inconvenientes de la grifería electrónica

Permite ahorrar hasta un 50% de agua, pero su coste es más elevado y depende de baterías o energía eléctrica para funcionar
Por EROSKI Consumer 12 de mayo de 2007

La grifería electrónica es aquella que detecta la presencia de las manos bajo el caño y, de manera automática, deja correr un chorro de agua. Este sistema garantiza que el grifo permanezca cerrado siempre que no haya cerca ningún objeto, por lo que su principal ventaja es el ahorro de agua que consigue. En un principio, los grifos electrónicos fueron pensados para su uso en baños muy concurridos, como los de un hotel u hospital, pero cada vez son más populares en los hogares.

Estos grifos se pueden instalar tanto en el lavabo como en el bidé, en la ducha o en el fregadero de la cocina. El funcionamiento de apertura es válido para cualquiera de estas opciones, ya que sólo depende de un sensor de infrarrojos incorporado en el grifo, que deja escapar el agua cuando detecta el corte de un haz de luz. También puede activarse a través de un radar que identifica la variación en la onda de una señal emitida. Este sistema ofrece un mayor campo de actuación.

El agua cae al colocar las manos debajo y se detiene al retirarlas

En el caso de la ducha, el agua cae al detectar un cuerpo a una distancia mínima predeterminada. El sistema más empleado es el que se activa al pasar la mano debajo del grifo y se desactiva de la misma manera. La instalación se completa con un cierre de seguridad que evita la caída involuntaria de agua caliente o el bloqueo del grifo cuando este suministro se interrumpe y sólo cae agua fría.

En cuanto a la alimentación, la grifería electrónica suele funcionar con baterías alcalinas incorporadas de fábrica en el circuito. Generalmente emplea cuatro pilas, aunque algunos modelos funcionan con una única batería. En el caso de los grifos con detección por radar es necesaria una conexión a la red eléctrica.

Regular la temperatura y el caudal

La temperatura y el caudal de los grifos electrónicos se pueden regular durante la instalación, aunque disponen de una válvula termostática o palanca que permite graduar manualmente el caudal, así como la mezcla de agua caliente y fría. De esta forma, se reduce el consumo de agua al conseguir la temperatura deseada nada más abrir el grifo, sin necesidad de dejar correr un chorro.

Una válvula permite graduar la temperatura y la cantidad de agua deseadas

La Fundación Ecología y Desarrollo asegura que este ahorro puede ser de hasta un 50% con respecto al resto de grifos. «Estos sistemas garantizan el uso de agua imprescindible, sin que por ello el usuario vea reducida su sensación de confort y la disponibilidad de agua», añade. Además, algunos modelos incorporan dispositivos de seguridad, que cortan automáticamente el agua si el grifo permanece abierto más de un tiempo determinado. Una medida muy útil en caso de que, accidentalmente, algún objeto caiga justo debajo del grifo.

Por otro lado, los grifos electrónicos se pueden desactivar mientras se limpia el sanitario o fregadero en el que están instalados y, al tener asegurado el cierre, reducen el riesgo de inundación o de fugas. Otra ventaja es que se mantienen limpios durante más tiempo y son más higiénicos, puesto que no es necesario manipularlos con las manos. Esta característica ha hecho que sean muy utilizados en grandes instalaciones y cocinas industriales, para evitar la acumulación de bacterias.

Cambio de baterías

Los grifos electrónicos son alimentados a través de la corriente eléctrica o con pilas alcalinas. En el segundo caso, las baterías se colocan en una caja portapilas unida al grifo mediante un cable. Esta caja se coloca en un lugar discreto pero accesible, para que el cambio de las pilas resulte sencillo.

Las baterías se colocan en una caja portapilas unida al grifo mediante un cable

Cuando las pilas se agotan, el agua deja de caer, por lo que es conveniente tener siempre a mano un juego nuevo de baterías. No obstante, la mayoría de los grifos emiten una señal luminosa o acústica de aviso antes de que las pilas se agoten completamente, lo que puede ocurrir cada dos o cinco años.

En cuanto al precio, el coste medio de un grifo electrónico oscila entre 200 y 400 euros. Esta cantidad se justifica por los avances tecnológicos que incorpora la grifería, así como por su diseño, ya que suelen ser modelos muy modernos y vanguardistas.

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