El 60% de las compras de bienes duraderos se financia con créditos al consumo, el doble que hace diez años, dentro de una modalidad que deberá ajustarse dentro de un año a los nuevos criterios europeos más rigurosos. Una encuesta realizada por su patronal (ASNEF) refleja que una tercera parte de los españoles reconoce que sin esa fórmula de financiación no podría haber adquirido su coche o un electrodoméstico en el momento deseado.
Actualmente, 15 de cada 100 euros que las familias piden prestados a las entidades financieras tienen como fin la adquisición de un producto de este tipo, un gasto que por su elevada cuantía no pueden afrontar por sí solas. En cualquier caso, su importancia es mucho más reducida que los créditos destinados a la compra de vivienda, cuyo pasivo supone en comparación el 7,3% del conjunto de la riqueza de los hogares, frente al 1,2% de los primeros.
A finales del año pasado, las deudas vivas por créditos al consumo ascendían a 62.274 millones, lo que suponía un 7,8% del Producto Interior Bruto (PIB) corriente, casi dos puntos más que en 1997. Se trata de un porcentaje similar al de la media europea, por encima de países como Italia o Grecia, pero muy por debajo del nivel alcanzado en Alemania, Reino Unido o Suecia. Respecto al consumo final de los hogares, este tipo de financiación cubre el 13,7% del total.
La expansión de los préstamos al consumo en España esta muy ligada a la evolución del número de tarjetas -el 53% de las cuales son de débito, y el resto de crédito-, que ha aumentado un 35% desde 2000 hasta terminar el año pasado con 61,7 millones. A su vez, el parque de terminales de pago se ha incrementado un 31,4% para un total de un millón de máquinas.
Por último, el número de transacciones se ha elevado un 75% en el mismo periodo, hasta alcanzar los 2.176 millones, por un importe de 156.430 millones de euros, con una subida del 80,2%.
