Los siete socios del proyecto ITER acuerdan en Bruselas el lanzamiento de esta iniciativa energética

El proyecto busca reducir, mediante una energía limpia, la elevada dependencia de Europa en este capítulo
Por EROSKI Consumer 25 de mayo de 2006

La sala Schuman del edificio de la Comisión Europea en Bruselas fue escenario ayer de la firma a cargo de los siete socios del proyecto ITER -la Unión Europea, Japón, Estados Unidos, Corea del Sur, la India, Rusia y China- del acuerdo internacional que marca el lanzamiento del reactor de fusión internacional que se construirá en Cadarache, en el Sureste de Francia.

El objetivo de este proyecto es construir un gran reactor de fusión experimental con el fin de fabricar energía limpia y segura a partir de agua de mar e hidrógeno y reducir en el futuro el alto grado de dependencia energética de Europa. Se trata de una iniciativa sin precedentes tanto desde el punto de vista científico como desde el punto de vista del grado de cooperación internacional.

La Unión Europea importa ahora el 50% de la energía que consume y este porcentaje podría elevarse hasta un 70% en 2030, por lo que la investigación que se lleve a cabo con el reactor de fusión podría aumentar la autonomía energética europea, explicó el director del Programa de Investigación y Energía de la Comisión Europea, Pablo Fernández Ruiz. El coste de construcción del reactor se estima en unos 4.570 millones de euros en los diez años que durará su construcción, mientras que los costes operativos durante los 20 años de vida del proyecto, periodo en el que se llevará a cabo la investigación, alcanzarán una cifra similar. Ello significa que el presupuesto total a lo largo de 30 años ascenderá a 10.000 millones de euros.

El reactor del ITER tratará de reproducir la reacción física que se produce en el sol y las estrellas. Entre sus ventajas destaca que trabaja con una fuente energética a gran escala cuya materia prima es abundante y se puede conseguir en cualquier parte. Además, tendría un impacto menor sobre el medio ambiente, ya que no genera emisiones de CO2. Las operaciones diarias de una central de fusión no requieren tampoco el transporte de materiales radioactivos, los reactores serían así más seguros y se podrían diseñar de forma que no fuera necesario evacuar a la población local en caso de accidente, según informó el Ejecutivo comunitario.

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