Universidades españolas trabajan en el diseño de un modelo de clasificación de contenidos televisivos

El objetivo es informar a los adultos de si el programa alberga imágenes violentas o un lenguaje soez
Por EROSKI Consumer 12 de febrero de 2007

Especialistas de las universidades públicas de Navarra, Sevilla, Carlos III de Madrid y Alicante están colaborando en el diseño de un modelo para clasificar los contenidos audiovisuales que las cadenas generalistas españolas dirigen a los niños de hasta 12 años.

Victoria Tur, una de las responsables del proyecto, explica que el objetivo es crear un código similar al ya existente para los videojuegos (PEGI) que informe a los adultos de si el programa televisivo alberga imágenes violentas, adictivas, conductas sexuales inapropiadas o un lenguaje soez, entre otros parámetros.

Actualmente, los programas de televisión infantil aportan, como mucho, una recomendación de la edad, pero «los padres carecen de antemano de más información sobre la calidad del contenido», señala Tur. Además, las cadenas suelen considerar la infantil como una programación «comodín» que varían frecuentemente en la franja horaria e, incluso, suprimen.

Los expertos que trabajan en esta iniciativa están analizando un total de 110 variables de los programas que TVE 1, La 2, Antena 3, Cuatro, Telecinco, La Sexta, Canal 9 y Punt 2 identifican en su oferta comercial como dirigidos a la infancia.

Para elaborar el código, estos especialistas estudian dos episodios de cada uno de los programas o series que se emiten y valoran variables como el momento de difusión, la verosimilitud de la trama, la enseñanza principal y la violencia física, psicológica, verbal e intersexual. También enjuician los valores sociales que se propugnan; por ejemplo, si se refleja egoísmo, respeto y responsabilidad, o si contienen expresiones malsonantes e insultos.

Se diferencia entre los programas para menores de seis años, que tienen unas capacidades cognitivas limitadas y precisan de tramas sencillas; de los dirigidos a niños de siete a nueve años, que disciernen entre la realidad y la ficción, y entre nueve y 12, que ya tienen cierta madurez.

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