La Amazonía brasileña cuenta con más de 95.000 kilómetros de carreteras ilegales creadas por empresas madereras

La situación es especialmente grave en el estado de Pará
Por EROSKI Consumer 18 de agosto de 2005

Un informe del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonia (IMAZON) indica que la selva amazónica brasileña tiene al menos 95.300 kilómetros de carreteras ilegales. La mayoría son de tierra o barro, pero muchas también están asfaltadas y son utilizadas principalmente por las «mafias» que controlan el negocio de la madera en la zona.

El estudio apenas ha cartografiado 1,3 millones de kilómetros cuadrados, un 28% de la superficie de la Amazonia brasileña, un área comprendida entre los estados de Acre, Rondonia, Amazonas, Mato Grosso y Pará.

Las vías ilegales abiertas en la zona equivalen a diez veces el número de carreteras legales de la zona, que apenas supera los 10.000 kilómetros y es 2,3 veces la circunferencia terrestre.

Deforestación

Este informe se suma a los datos que en los últimos años han ido apareciendo en materia de deforestación. En 2004 desaparecieron 26.130 kilómetros cuadrados de selva, los segundos peores resultados de la historia.

La situación es especialmente grave en el estado de Pará, donde en febrero fue asesinada la misionera estadounidense Dorothy Stang. El estudio de IMAZON revela que hay 61.798 kilómetros de carreteras ilegales, cuando en 1990 apenas había 5.000 kilómetros.

La carretera Transamazónica, construida en 1971 bajo el lema de «Una tierra sin hombres para hombres sin tierra», es la mayor prueba de deforestación. Se convirtió en la plataforma perfecta para la entrada de los «bulldozers», que ya ha arrasado el 17,5% de la Amazonia, según datos del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF).

Gisella Mussini, una de las investigadoras que representó a Brasil en la última Conferencia del Clima en Buenos Aires, asegura que las carreteras no oficiales modifican para siempre la orografía de la selva. Los datos del informe de IMAZON demuestran que han perforado selva virgen, reservas naturales como la de Tapajós y reservas indígenas.

A esto se añade que algunos ayuntamientos «municipalizan» las carreteras ilegales. Sólo en Pará, el número de municipios ha crecido de 83 a 143 desde 1980. Con ellos, ha crecido a la vez una cada vez más tupida red de carreteras ilegales.

Multinacionales

Alguna carretera, como la del Oro que sale de Novo Progresso, una de las localidades con mayor índice se deforestación de Brasil, se construyeron en los ochenta, en plena fiebre del oro. La financiación corre a cuenta de los latifundistas, de multinacionales e incluso de políticos. Los autores del informe recorrieron algunas de estas zonas en Pará y algunos municipios no aparecían en ningún mapa.

Según el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (IBAMA), sólo en el sur de Pará operan 1.200 empresas madereras ilegales y de los 1.400 Planes de Gestión Forestal heredados del Gobierno anterior, el IBAMA ha suspendido por irregularidades todos menos 73.

La corrupción es especialmente grave en el estado de Mato Grosso, donde la red de carreteras ilegales cuenta con 16.709 kilómetros y el área deforestada en 2004 alcanzó 10.400 kilómetros cuadrados, el 48,1% del total.

Edson Guillet, sociólogo del IBAMA, ha explicado que la última autopista que penetra en la selva amazónica brasileña también es legal. Se llama «BR-163» y transcurre desde Bolivia hasta Santarém, en el Amazonas. Por ella circula la mayoría de la soja que Brasil exporta. Los intereses económicos son de tal magnitud que el Gobierno de Mato Grosso se ha ofrecido a asfaltar el tramo final, en el estado de Pará.

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