Greenpeace advierte de que crece el riesgo de accidente nuclear

Ello se debe a la combinación de varios factores, como el envejecimiento de las centrales y el cambio climático
Por EROSKI Consumer 31 de mayo de 2007

La posibilidad de que se produzca un grave accidente nuclear ha aumentado en los últimos años debido a la confluencia de una serie de factores que afectan negativamente a la seguridad. Ésta es la conclusión del informe «Los peligros de los reactores nucleares. Los riesgos continuos que entraña la tecnología nuclear en el siglo XXI», encargado por Greenpeace a expertos en seguridad nuclear.

Este informe indica que el incremento del riesgo de accidente nuclear se debe a la combinación de una serie de factores como el envejecimiento de los reactores, los fallos propios de una tecnología intrínsecamente peligrosa, la cada vez menor cultura de seguridad de los operadores como consecuencia de la falta de competitividad de la energía nuclear en un mercado eléctrico liberalizado, la amenaza creciente del terrorismo, y la vulnerabilidad de las instalaciones nucleares ante los efectos del cambio climático.

«España no es una excepción en un panorama internacional de deterioro sin precedentes de la seguridad nuclear. Nuestra seguridad y nuestro bienestar están en riesgo por culpa de las centrales nucleares. Pedimos al Gobierno que ponga en marcha el prometido plan de abandono de la energía nuclear», señala Mario Rodríguez, director de Campañas de Greenpeace.

En nuestro país, la media de edad de todas las centrales es de casi 25 años, cuando la media de vida de los reactores en operación en el mundo es de unos 22 años. Este envejecimiento ha provocado, según Greenpeace, que las nucleares españolas hayan batido en lo que va de año el récord de fallos de seguridad.

«Desde el 1 de enero de 2007 se han producido al menos 47 sucesos significativos de seguridad en las centrales nucleares españolas, de los cuales, diez, como mínimo, han provocado la parada forzosa del reactor», señala la organización, que critica el secretismo del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en este asunto.

Los impactos del calentamiento global, tales como inundaciones, sequías extremas o el aumento del nivel del mar, también incrementan el riesgo de accidente nuclear. Greenpeace recuerda que en agosto de 2006, la central de Santa María de Garoña (Burgos) tuvo que parar a causa de las elevadas temperaturas de las aguas del río Ebro, del cual depende su refrigeración.

La organización ecologista recuerda al Gobierno su compromiso de abandonar gradualmente la energía nuclear y sustituirla por energías limpias.

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