Seis claves para evitar incendios forestales en Semana Santa

En Semana Santa también se producen incendios forestales que pueden evitarse con varios consejos
Por Alex Fernández Muerza 24 de marzo de 2016
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Imagen: Anne Worner

Las vacaciones de Semana Santa, con el comienzo de la primavera, son unas fechas apetecibles para disfrutar de la naturaleza. Hacer un fuego, ya sea de provocado o accidental, en unas condiciones favorables puede acabar en tragedia en forma de incendio forestal. De ahí que haya que tomar precauciones. En este artículo se señalan seis claves para evitar incendios forestales en Semana Santa.

1. Sí, también hay incendios forestales en Semana Santa

Los incendios forestales no solo ocurren en verano, cuando acaparan los medios de comunicación y la preocupación general. El 40% se producen durante el resto del año, como apunta Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de bosques de Greenpeace. En Semana Santa empiezan a darse las condiciones meteorológicas que favorecen la aparición y propagación de los fuegos. Y circunstancias, como la quema de rastrojos y pastos secos o un mayor número de personas de vacaciones en espacios naturales, aumentan las posibilidades.

2. La mayoría de los incendios son provocados

Los trabajos de prevención para evitar un incendio forestal son los grandes olvidados
El estudio «España en llamas» de la Fundación Civio indica que el ser humano estuvo detrás de la mayoría de los 214.012 incendios producidos entre 2001 y 2013. Según el informe, basado en datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA), dichos fuegos quemaron 1.518.311 hectáreas y costaron al erario público más de 1.100 millones de euros.

3. Ser conscientes de las consecuencias de un incendio forestal

La concienciación ambiental de los ciudadanos es esencial. Un incendio forestal no solo es devastador cuando se produce, ya que sus consecuencias económicas y ambientales se sufren mucho tiempo después. La destrucción de biodiversidad, el aumento de la desertificación o la disminución de la calidad del agua y la atmósfera son algunos efectos negativos posteriores. La recuperación de los bosques, si se consigue, puede llevar décadas.

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Imagen: Lotus R

4. Mejorar la prevención, todo el año

Los trabajos de prevención para evitar un siniestro de este tipo antes de que se produzca son los grandes olvidados. Los recortes presupuestarios de los últimos años han afectado en especial a esta faceta, según los expertos. El estudio «Bosques vulnerables a grandes incendios» de la organización conservacionista WWF señala que «el abandono del medio rural y el cese de las actividades forestales, así como la ausencia de planificación, han convertido los montes en un polvorín». El secretario general de WWF España, Juan Carlos del Olmo, sentencia que «gastamos mucho en apagar incendios y muy poco en evitarlos».

5. Mayor inversión para los profesionales

Los profesionales que trabajan en prevención y extinción de estos fuegos destacan los recortes en medios técnicos, humanos y laborales de los últimos años. Las consecuencias son diversas, como la menor eficacia para hacer frente a las llamas, en especial cuando se producen varios siniestros de forma simultánea, o el empeoramiento de su salud durante los próximos años.

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Imagen: State Farm

6. Cómo actuar ante un incendio forestal

En un incendio forestal, reaccionar de forma adecuada puede reducir sus consecuencias y salvarnos la vida. Ante cualquier incendio o indicio (columna de humo, ceniza que cae del cielo, olor muy intenso a quemado), hay que llamar de inmediato al teléfono de emergencias 112 o al 062 de la Guardia Civil.

Si se está en cualquier espacio natural, es recomendable conocer el terreno y la vías de comunicación y caminos alternativos. Siempre que se pueda, caminar por zonas visibles. En un incendio, las posibilidades de escape serán mayores.

La ley obliga a cualquier persona a colaborar en las tareas de extinción si los profesionales se lo requieren, pero son estos los más indicados para dichas labores, nunca hay que actuar por libre.

Al alejarse del incendio, lo primero es observar su dirección. Lo mejor es huir por sus zonas laterales y sin vegetación, nunca por el centro, ni dirigirse a hondonadas o barrancos. En montaña, hay que correr ladera abajo porque el fuego tiende a subir y, siempre que se pueda, en sentido contrario a la dirección del viento.

En caso de ir en coche, cerrar las ventanillas y puntos de ventilación, encender los faros y los intermitentes, además de buscar un sitio para detenerse con el suelo limpio lo más lejos del avance del incendio.

Si se tienen delante las llamas, no se deben cruzar a menos que se vea de forma clara el otro lado. Si se puede, antes de pasar, mojar la ropa y protegerse la cabeza con un paño húmedo. En caso de quedar rodeado por el fuego, echarse al suelo detrás de una gran roca, un tronco o una depresión, cubrirse con tierra o arena o refugiarse en hoyos o arroyos.

Si se está en una casa y el fuego impide la huida, dejar abiertas mangueras si hay, cerrar puertas, ventanas y persianas y permanecer en el sitio más seguro.

Ante la llegada de un avión o helicóptero de extinción, alejarse lo más posible, ya que lanzan de golpe miles de litros de agua.

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