Cómo montar un huerto escolar

Los huertos escolares son un buen recurso de educación ambiental que además proporciona alimentos sanos
Por Alex Fernández Muerza 20 de marzo de 2014
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Los huertos escolares son una buena idea para trasmitir valores educativos y ambientales a los alumnos y, de paso, producir y consumir alimentos sanos. Cada vez más colegios y escuelas se animan a poner en marcha uno, siguiendo así las ventajas y el éxito de los huertos urbanos. Para ello es necesario seguir una serie de pautas y consejos que posibilitarán llevarlo a cabo con éxito. Este artículo explica los beneficios de los huertos escolares y cómo montar uno.

Beneficios de los huertos escolares

Antes de montar un huerto escolar, es interesante conocer sus beneficios para que los responsables del centro educativo, docentes y alumnos no lo vean como algo impuesto o innecesario, sino como un buen recurso educativo:

  • Ayudan a trasmitir valores ambientales y educativos. El contacto con el huerto, entendido de forma amplia como un jardín, un vivero de árboles o un parque botánico, ofrece al profesor la oportunidad de explicar las relaciones de los ciudadanos con el entorno, el respeto por el medio ambiente, de dónde vienen los alimentos y cómo se producen, la importancia de consumir productos locales y de temporada, etc. También sirve para que los estudiantes interioricen valores de responsabilidad, de trabajo para lograr un resultado, de actuar en equipo, de aprender conocimientos prácticos que pueden servir luego para montar un huerto urbano, etc.
  • Ponen en contacto a los alumnos con la naturaleza y les ofrece de forma práctica múltiples experiencias sobre su entorno natural y rural. Los colegios y escuelas suelen ubicarse en zonas urbanas.
  • Proporcionan a los estudiantes un estímulo por hacer algo diferente al aire libre fuera de su rutina en el interior de las aulas.
  • Fomentan una alimentación sana y equilibrada. Los alumnos son más favorables a consumir frutas y verduras cuando son ellos mismos quienes los producen y ven los resultados en su propio plato.
  • Promueven la cultura del reciclaje, en concreto del compostaje, ya que los residuos orgánicos compostados son un excelente abono.
  • Contribuyen a extender la Agenda 21 Escolar, una iniciativa promovida por Naciones Unidas para mejorar el medio ambiente y apoyar el desarrollo sostenible en los colegios.

Cómo montar un huerto escolar

El centro educativo tiene que aprobar la creación del huerto, elegir la zona donde se ubicará y facilitar una infraestructura mínima. Un huerto escolar no es caro, pero necesita un espacio y una atención mínima. Para ello resulta interesante preguntar a un especialista en jardinería o similar que pueda determinar la idoneidad del lugar elegido, con buena orientación, la profundidad necesaria del terreno, la adquisición de tierra cultivable, el tipo de cultivo que se puede poner por la zona, la temporada, la facilidad o dificultad del cultivo, los cuidados que requiere, etc. El huerto puede ser al aire libre o en un pequeño invernadero, dependiendo del tipo de cultivo o el clima del lugar.

El huerto se puede ubicar tanto en el propio recinto del colegio como en un terreno cercano externo al mismo. Junto al huerto es recomendable contar con una pequeña caseta de herramientas o al menos disponer de un recinto donde guardar los diferentes elementos del mismo, como azadas, palas, tijeras de podar, semilleros, regaderas, etc. Se pueden emplear diversos materiales usados como cajas, botellas, etc., para aplicar de paso la idea ecológica de la reutilización y el reciclaje. Lo idóneo sería montar cerca del huerto una compostadora para aprovechar los restos orgánicos del colegio y abonar con el compost producido el suelo.

Una buena idea es pensar antes las dimensiones del mismo, teniendo en cuenta el número de alumnos y el terreno disponible. Un espacio de entre 5 a 10 m2 por cada alumno es una buena medida. Además de los responsables del centro, sería conveniente involucrar al resto de la comunidad escolar, como la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA).

Una vez creado el huerto, hay que pensar en su organización, como las actividades que se realizarán, decidir los responsables de su mantenimiento, etc. Es interesante llevar un cuaderno de notas sobre los cultivos, los avances y posibles problemas, las tareas seleccionadas, etc. También es importante crear y colocar carteles con información sobre el mismo y las normas de uso.

Si el huerto se ubica en una parcela del exterior del colegio, habrá que realizar antes una labor de limpieza, desbroce y volteado de la tierra. Lo apropiado sería conocer la composición del suelo y si posee algún elemento nocivo para el cultivo de plantas. Algún laboratorio o técnico agrícola cercano puede ser de gran ayuda. Cuando esté suficientemente seca, hay que desmenuzar la tierra y mezclarla con abono.

Los responsables del huerto tendrían que llevar un calendario de trabajo para controlar los cultivos y las fechas para trasplantar, recolectar, llevar a cabo la rotación de los mismos, etc. Es recomendable realizar asociaciones de cultivos para aprovechar mejor el suelo y reducir la invasión de hierbas no deseadas y enfermedades y plagas: plantar lechugas con zanahorias, tomates con cebollas, maíz con alubia, etc.

Además de frutas y verduras comestibles, el huerto escolar también puede servir para cultivar en vivero árboles autóctonos con los que repoblar bosques cercanos, otra actividad educativa en sí misma. Otra buena idea es plantar hierbas aromáticas que sirvan de ambientador ecológico para el colegio o árboles frutales para aprovechar luego su resultado.

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