¿Cuáles son los envases más difíciles de reciclar y por qué?

El tetrabrik y los envases flexibles de yogur o frutas bebibles están entre los menos reciclables, por su dificultad y mezcla de materiales
Por Alex Fernández Muerza 19 de octubre de 2017
Img envases reciclaje dificiles
Imagen: monticello

No todos los envases se reciclan igual. El uso de múltiples materiales, colores distintos al del material original o un empaquetado excesivo para llamar la atención dificultan e incluso pueden impedir el proceso de recuperación de estos recipientes. En este artículo se explica por qué el tetrabrik y los envases flexibles de yogur o frutas bebibles son tan difíciles de reciclar, cuáles son los envases dudosos que se podrían reciclar más, qué pasa con el vidrio y qué se puede hacer para reducir los envases que acaban en la basura.

Los envases más difíciles de reciclar

Imagen: monticello

Por regla general, cuanto más complejo es un envase, es decir, mayor mezcla de materiales incluye, más difícil resulta su reciclaje. Es el denominador común de los siguientes envases, los más complicados de reciclar:

  • Tetrabriks. «Llevan unidos un plástico interior que impermeabiliza, una capa metálica que aísla, un cartón que soporta las tintas con los colores que informan del contenido y atraen al consumidor y un tapón de rosca», indica Alberto Vizcaíno, experto en gestión ambiental, autor del blog Productor de sostenibilidad y del libro ‘Pero… ¿tiene arreglo?’ (2017).
  • Envases doypack o flowpack, «como los envases flexibles de yogur o frutas bebibles, o los envases con mezcla de plástico y metales, como las bolsas de patatas con capa aluminizada», apunta Álvaro Molina, especialista en innovación de Ecoembes, la sociedad que gestiona el reciclaje de los residuos del contenedor amarillo y azul.
  • Bolsas de pan con una zona de plástico transparente. «Se deben depositar en el contenedor azul de papel y cartón, pero, al mezclar ambos tipos de materiales, siembran la duda en el consumidor», señala Vizcaíno.

Envases dudosos, y difíciles de reciclar

Asimismo, hay envases que, pudiendo recuperarse, pueden acabar en el vertedero, porque no pueden identificarse bien en los procesos de reciclaje. Destacan los siguientes:

  • Envases con materiales camuflados: las botellas de plástico forradas con algún motivo colorido para atraer la atención.
  • Envases teñidos de un color que no es el normal de ese material. La sociedad pública Ihobe del Gobierno Vasco apunta a los envases de colores negros o muy oscuros, ya que absorben gran cantidad de luz y no pueden ser clasificados mediante los sensores ópticos.
  • Envases de plásticos «biodegradables»: en muchos casos solo se degradan en condiciones específicas que no se dan en vertederos ni en el medio natural donde se abandonan los residuos y, en otros casos, son mezclas de materiales que no se pueden utilizar en la industria del reciclaje.

¿Y qué pasa con el vidrio?

En cuanto a los envases de vidrio, «se reciclan al 100% con independencia de los colores con que están hechos», dice Beatriz Egido, de Ecovidrio. La sociedad gestora del contenedor verde reconoce que en algunos países de Europa hay contenedores para cada color de vidrio. Y, de hecho, en España en los años 80 también los había. «Con el tiempo se unificó porque las plantas de tratamiento desarrollaron la tecnología para separar el vidrio por colores. Unos lectores ópticos separan los fragmentos transparentes de calcín de los demás y es más sencillo para el ciudadano», informa.

Ahora bien, los envases de vidrio pueden contener tapas y tapones de otros materiales que hay que depositar en el contenedor amarillo para que se reciclen.

¿Cómo conseguir envases más reciclables?

El 80% de los impactos ambientales de cualquier producto se pueden evitar en la fase de diseño. «Las personas encargadas del diseño de un producto o servicio tendrían que trabajar en esta clave, ya que sus decisiones influyen en los materiales que utilizarán y en el uso del producto hasta su fin de vida», subrayan desde Ihobe, cuyos responsables organizaban hace poco en Bilbao el BEM2017, un evento internacional sobre ecodiseño. Así, proponen que los elementos de distinto material al empleado en el cuerpo principal del envase sean de fácil separación por el ciudadano.

Desde Ecoembes y Ecovidrio sugieren también a los fabricantes diferentes medidas de ecodiseño. Molina explica que proponen la fabricación de envases monomateriales y estrategias para que los envases que necesiten varios materiales sean más reciclables y sostenibles. Por ejemplo, según este experto de Ecoembes, trabajan en bandejas transparentes para fiambres, loncheados, etc. que hoy en día son de varios materiales, para que solo sean de plástico PET. Egido, por su parte, señala que los planes de prevención y ecodiseño de Ecovidrio, junto a las compañías envasadoras, han logrado varios avances, como reducir el peso de los envases un 10% desde 1998 o que tengan mayor capacidad.

Además del ecodiseño, Vizcaíno plantea que los envases se adapten a las pautas de uso y necesidades reales de los consumidores y se diseñen a medida de la capacidad de reciclaje, de manera que haya una tecnología capaz de recuperarlos y una demanda de las materias primas generadas en ese proceso.

Img mini tetrabrik reciclaje
Imagen: César Astudillo

¿Qué pueden hacer los consumidores?

Los ciudadanos pueden elegir los envases que más fácilmente se reciclan y evitar los más complejos, mandando así un mensaje a los fabricantes. El experto de Ecoembes recomienda no guiarse en las compras por la estética, sino por la utilidad y sencillez, y no pedir bolsas de usar y tirar.

Los expertos de Ihobe destacan los siguientes consejos:

  • Adquirir productos a granel, sin envasar o con el mínimo envase imprescindible.
  • Evitar los productos con envases duplicados: una caja de cartón o un plástico adicional al propio envase.
  • Escoger productos con empaquetados reducidos como, por ejemplo, los productos concentrados.
  • Comprar repuestos cuando sea posible.

Y en cualquier caso, como recuerda Vizcaíno, los consumidores deben guiarse por la regla ecológica de las tres erres: «Reducir para consumir solo lo imprescindible, reutilizar para alargar la vida de los productos y, finalmente, reciclar cuando acaban su vida útil».

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