Sedentarismo

Los modos de vida no activos son una de las 10 causas principales de mortalidad en el mundo
Por César Martín 21 de noviembre de 2005

Los nuevos hábitos de vida caracterizados por el poco tiempo disponible para el disfrute personal y las interminables jornadas laborales marcadas por el estrés provocan que las personas realicen cada vez menos actividad física, sobre todo los adultos, con graves consecuencias para mantener una buena calidad de vida. Un estudio realizado por un centro de medicina deportiva madrileño revela que dos de cada tres adultos europeos no se ejercita moderadamente ni siquiera media hora al día y que el 25% no realiza ninguna actividad física. El sedentarismo, por tanto, se extiende con rapidez en la sociedad actual y con él la posibilidad de padecer enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes o cáncer de colon, entre otras muchas. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) explica en un informe que los modos de vida no activos son una de las 10 causas principales de mortalidad, hasta el punto de provocar alrededor de dos millones de muertes anuales en el mundo. Tal es la situación que esta organización recomienda seguir una serie de consejos para enfrentar este mal: paseos diarios de media hora, carreras de quince minutos y rutas en bicicleta.

Importantes consecuencias

El sedentarismo se entiende como la ausencia de la actividad física necesaria para que el organismo humano se mantenga en un estado saludable y es causa directa del aumento de la mortalidad, morbilidad y discapacidad de los individuos que viven inmersos en ese modo de vida. Así lo certifican los estudios elaborados al respecto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, incluso, llegó a dedicar el Día Internacional de la Salud de 2002 a promover estilos de vida activos frente a la proliferación del sedentarismo, un problema importante de salud pública que afecta a millones de personas en todo el mundo.

A primera vista, los modos de vida sedentarios no parecen causa directa de males y enfermedades. Nada más lejos de la realidad. De hecho, las conclusiones de un informe elaborado por la citada institución internacional sentencian que los modos de vida no activos son una de las 10 causas principales de mortalidad en el mundo, hasta el punto de provocar alrededor de dos millones de muertes anuales en el mundo. Tal circunstancia se debe principalmente a que el organismo humano está diseñado para ser ejercitado de forma constante

El organismo humano está diseñado para ser ejercitado de forma constante

como fórmula para adaptarse con garantías al medio que le rodea. No hacerlo así equivale a certificar la atrofia de tejidos, músculos y tendones y, por ende, a incidir en la propensión al deterioro del estado de salud del individuo sedentario, que verá cómo duplica el riesgo de padecer enfermedades crónicas como las cardiovasculares, la diabetes de tipo II y la obesidad, patología que ha duplicado su presencia en los últimos años hasta el punto de afectar a pacientes en edades muy tempranas. Una circunstancia que ya ha motivado campañas institucionales para luchar contra su aparición entre los más jóvenes -se estima que el 30% de los niños obesos llegarán a adultos obesos-.

En este sentido, cabe reseñar que las personas sedentarias también tendrán más posibilidades de sufrir hipertensión arterial, estreñimientos, varices, sensación de fatiga, dolores de espalda, osteoporosis, depresión, ansiedad y cánceres como el de colon o el de mama, entre otros.

Merma la calidad de vida

La vida sedentaria contribuye a que el esqueleto se debilite y pierda sus funciones más allá de los movimientos habituales. Ello se debe a la misma naturaleza de los huesos. En ellos, unas células llamadas osteoblastos se encargan de fabricar tejido óseo en aquellas zonas que necesitan ser reforzadas debido, por ejemplo, al esfuerzo o al ejercicio. De esa forma, la estructura ósea se fortalece. Por el contrario, otras células llamadas osteoclastos destruyen hueso y absorben calcio allí donde ya no hace falta. De ahí que el esqueleto de los individuos sedentarios se descalcifique progresivamente en mayor medida que los huesos de las personas entrenadas y ceda más fácilmente a los traumas o a enfermedades como la artrosis o la artritis.

De igual forma, las personas sedentarias tienen más posibilidades de padecer dolores musculares.

Las personas sedentarias tienen más posibilidades de padecer dolores musculares

De hecho, la falta de actividad consigue que los músculos y los tendones pierdan tamaño, fuerza y flexibilidad, se aplanen y se fatiguen con mayor facilidad. De ahí que surja la necesidad de adiestrarlos constantemente. De no ser así, el sistema muscular corre el riesgo de derivar en contracturas y éstas, en males crónicos. La situación descrita llega acompañada de otra igualmente preocupante. Y es que con el sedentarismo la proporción de grasa en el organismo es cada vez mayor en relación a otros tejidos, aunque ello no implica que se aumente el peso necesariamente, ya que los músculos decrecen.

Además, hay que tener en cuenta que la falta de ejercicio afecta al individuo doblemente, ya que consigue disminuir la capacidad de adaptación de las personas a la actividad física cayendo así éstas en un círculo vicioso.

Afecta a más de la mitad de la población adulta

Los números dictan que el porcentaje de personas adultas sedentarias oscila entre el 60% y el 85% en casi todo el mundo. Sobre el particular dice la Organización Mundial de la Salud que, al contrario de lo que pudiera parecer, la ausencia de la actividad física necesaria afecta casi por igual a países ricos y a países en vías de desarrollo. Tal es así que esta institución asegura que en occidente más de la mitad de su población adulta vive de forma sedentaria y se extiende con celeridad por los estados pobres debido, en gran parte, a las condiciones que padecen éstos, poco propicias -aglomeraciones, mala calidad del aire y del agua, ausencia de equipamientos e instalaciones adecuadas o las carencias básicas, entre otras- para el desarrollo de la actividad física. De esta tendencia, tal y como apunta la OMS, no se libran ni las poblaciones rurales, donde el ocio sedentario, como la televisión, está ganando aceptación de forma rápida.

Como remedio al sedentarismo, los consejos médicos atienden a recomendaciones sencillas. En este sentido, una dieta equilibrada y ajustada a los requerimientos de cada organismo y una vida activa cobran fuerza como principales soluciones. Es decir, comer de todo y en su justa medida, y realizar frecuentemente algún tipo de actividad física, entendiendo ésta no como arduos entrenamientos deportivos, sino como paseos diarios de media hora, carreras de quince minutos, rutas en bicicleta o, simplemente, a través de los juegos infantiles. Y es que la mayoría de los beneficios que aporta el deporte se pueden conseguir con actividades moderadas como las citadas. Ahora bien, a mayor nivel de actividad física controlada, mayor serán los beneficios obtenidos y la sensación de bienestar.

Prevención: 30 minutos de actividad física moderada al día

En este sentido, el doctor Luis Serratosa, especialista en Medicina de la Educación Física y del Deporte y adjunto al Servicio de Cardiología del Centro de Medicina del Deporte de Madrid, incide en la necesidad de persistir en el empeño de someter al cuerpo a pequeños esfuerzos físicos de forma diaria o, al menos, tres veces a la semana. “Se ha demostrado que las personas físicamente activas sufren menos enfermedades degenerativas crónicas”, insiste el facultativo. Bajo idéntico prisma, la OMS resalta que la actividad física constante produce una serie de beneficios y reduce los efectos dañinos del sedentarismo. Entre las virtudes que resalta esta entidad sanitaria del ejercicio están las siguientes:

  • Reduce el riesgo de mortandad por episodios cardiacos o cerebrales anómalos, que constituyen un tercio de la mortalidad, según los datos de la Organización Mundial de la Salud. Todo ello, unido a una buena alimentación servirá para rebajar hasta en un 50% el riesgo de padecer obesidad. Tal circunstancia se dará a través de la regulación del peso de los individuos activos, ya que la actividad física facilita el consumo de grasas y la disminución de la glucosa en sangre.
  • Relacionado con todo esto también se encuentran los beneficios psicológicos que aporta el deporte y las actividades relacionadas con él, capaces por sí mismas de reducir males modernos como el estrés, la ansiedad o la depresión.
  • Al mismo tiempo, el ejercicio colaborará a prevenir en la juventud conductas relacionadas con el consumo de sustancias inadecuadas y a establecer regímenes alimenticios acordes con las circunstancias.
  • Asimismo, a través de una vida activa disminuye a la mitad la probabilidad de sufrir enfermedades coronarias, diabetes del tipo II o cáncer de colon.
  • También ayuda a prevenir y aminorar la hipertensión, presente en el 20% de los adultos del planeta.
  • El ejercicio físico también contribuye a prevenir y reducir la osteoporosis. De hecho, baja a la mitad el riesgo de fractura de cadera en las mujeres. De igual forma, rebaja la probabilidad de padecer dolores lumbares o en las rodillas, desarrollará huesos, músculos y tendones e incrementará la capacidad de las personas activas para enfrentarse con mayores posibilidades a enfermedades y discapacidades.
  • En personas adultas, el ejercicio físico contribuye a evitar el riesgo de caídas.

En cualquier caso, parece lógico pensar que la lucha contra el sedentarismo debe inculcarse desde edades tempranas. La instauración de modos de vida activos es una cuestión cultural que debe fomentarse e inculcarse entre los niños en edades escolares y a lo largo de sus primeras dos décadas de vida. De no ser así parece seguro que el ritmo vital de las sociedades modernas -estrés, prisas, falta de tiempo- impondrá sus efectos negativos al dificultar al individuo el desarrollo de actividades físicas. No en vano, los datos indican que a medida que avanza la edad, disminuye el número de personas que practican algún ejercicio, en parte, debido a que también disminuyen las oportunidades para hacerlos. Tampoco contribuyen a erradicar el sedentarismo las nuevas tecnologías, que facilitan incluso hacer la compra sin moverse de casa.

Sin embargo, pese a las virtudes del ejercicio físico, cada vez son menos los adultos que realizan actividades que implican una actividad física. Los datos al respecto, según la doctora Nieves Palacios, del Centro de Medicina Deportiva de Madrid, establecen que dos de cada tres adultos europeos no alcanzan a ejercitarse moderadamente ni siquiera media hora al día y que el 25% no realizan ninguna actividad física.

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