Hongos alucinógenos

Aumenta el consumo de setas alucinógenas mientras los expertos alertan sobre sus peligros
Por Teresa Romanillos 13 de octubre de 2006

Los aztecas los llamaron la carne de los dioses y en la década de los 60 fueron uno de los motores de la cultura psicodélica. El Observatorio Europeo de Drogas, en un informe publicado recientemente, alerta sobre los peligros de su consumo, que se ha extendido como una nueva moda.

La moda de lo natural

La moda de lo natural

Este verano, en Sevilla, tres jóvenes solicitaron auxilio tras haber ingerido las llamadas setas de la risa. Estaban muy nerviosos y alterados y dos de ellos fueron hospitalizados. La policía requisó algunos de estos hongos y, de aquella actuación, se confiscaron 107 paquetes con setas de origen mexicano en una herboristería de la capital.

El Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías acaba de publicar un estudio en que detecta un aumento del número de adolescentes que prueban los hongos alucinógenos. El fenómeno, se vincula con una tendencia general que lleva a los jóvenes a buscar experiencias intensas y medios naturales de colocarse y al creciente interés por los productos biológicos. El documento analiza los datos recopilados entre julio y octubre de 2005 a través de diferentes fuentes europeas y revela que el nivel de consumo en la Unión Europea (UE) es claramente inferior al del cannabis pero similar al del éxtasis en el grupo de edad que va de los 15 a los 25 años.

La psilocibina y la psilocina, principios activos de las setas mágicas, se consideran drogas a todos los efectos

Los alucinógenos naturales se encuentran en algunos tipos de hongos y en algunas plantas como el peyote, un cactus mexicano. Estas sustancias también pueden ser de origen animal (en determinadas especies de sapos y algunos pescados). Las setas alucinógenas crecen en estado silvestre, sobre todo en el norte y centro de Europa, pero la mayoría de las que se comercializan con estos fines son cultivadas.

La moda de las setas alucinógenas llegó a Europa a finales de los noventa, cuando comenzaron a proliferar, junto a otros productos naturales, en las llamadas smartshops de los Países Bajos. En estos comercios, que no deben confundirse con los legendarios y legalizados coffee-shops especializados en la venta de marihuana, los clientes pueden encontrar diferentes tipos de hongos: alucinógenos, afrodisíacos, de éxtasis vegetal y natural. Además de las tiendas holandesas, los mercadillos en Irlanda y Reino Unido han jugado un papel importante en la moda del consumo de setas alucinógenas, que también pueden comprarse directamente en Internet. De hecho, existe un número nada desdeñable de sitios web sobre este tipo de hongos, una verdadera red comercial multilingüe que ofrece puntos de venta electrónicos y entrega a domicilio de grow-kits, con todos los elementos necesarios para realizar el autocultivo en casa.

Alicia en el País de las Maravillas

Alicia en el País de las Maravillas

Alicia, en el cuento de Lewis Carroll, muerde un hongo que le recomienda un gusano que fuma plácidamente y cuyo efecto hace que sienta que se encoge y agranda. El responsable de las alucinaciones de Alicia es la psilocibina, alcaloide que posee una estructura molecular similar al neurotransmisor serotonina y que es responsable, entre otras cosas, de la percepción sensorial, las emociones, la regulación de la temperatura y el inicio del reposo nocturno. Fue sintetizada químicamente por Albert Hofmann, el mismo científico que descubrió el LSD (ácido lisérgico) y con el que comparte un mecanismo de acción similar.

La psilocibina compite con la serotonina en su ligazón con las localizaciones sinápticas. Estudios psicométricos demuestran que induce alteraciones de la afectividad provocando extroversión y facilitando la expresión de los sentimientos. La psilocibina produce un mayor efecto de despersonalización que el LSD. Tras su ingesta, los efectos comienzan entre los 15 y 30 minutos y se mantienen de dos a cinco horas. Se produce incremento de la temperatura corporal y de la sudoración con enrojecimiento de la piel. Posteriormente aparece hilaridad fácil, alteraciones visuales y auditivas, midriasis (pupilas dilatadas) e incoordinación motora. Los consumidores refieren distorsiones de la forma y tamaño de los objetos, despersonalización o sensación de separación de una parte del cuerpo y alteraciones afectivas.

La psilocibina produce un mayor efecto de despersonalización que el LSD

La intensidad de los efectos varía considerablemente en función de la personalidad y del ambiente en el que se consuma y cuando éstos son excesivamente desagradables se habla de mal viaje, durante el cual puede aparecer ansiedad importante e incluso terror infundado. En algunas ocasiones se puede ocasionar el cuadro conocido como flashback, en el que se producen los efectos de la sustancia pero en ausencia de la misma, incluso años después de su consumo. También pueden provocar estados depresivos a los pocos días del consumo, aunque no se habla de síndrome de abstinencia como tal.

La dosis a partir de la cual comienzan a percibirse los efectos de la psilocibina es de cinco miligramos y, a partir de 50, puede existir un grave peligro para la salud. El riesgo estriba en que, al consumir los hongos naturales, no se conoce la cantidad exacta de estas sustancias por lo que puede producirse un episodio de intoxicación caracterizado por delirio, ataques de pánico, ansiedad extrema y paranoia, pudiendo llegar a alucinaciones terroríficas, arritmias y convulsiones. Las condiciones de almacenamiento también influyen notablemente en la potencia de los hongos, como en el caso del Stropharia cubensis, probablemente el hongo psicoactivo más cultivado del mundo. En ocasiones se observan variaciones importantes en el contenido de alcaloides, incluso dentro de ejemplares de la misma especie que han crecido en las mismas condiciones ambientales.

Una historia muy antigua

Una historia muy antigua

Desde épocas muy remotas ha existido un verdadero culto a los hongos alucinógenos. Prueba de ello, son los hallazgos arqueológicos donde aparecen figuras representando setas y a las que en algunas ocasiones se las identificaba como dioses. Los mayas eran verdaderos pioneros en su uso y las utilizaban los chamanes para alcanzar trances visionarios. También se relacionan con mitos y leyendas de brujas, elfos, duendes y gnomos. El empleo de este tipo de hongos resurgió en 1957 con la publicación de un artículo titulado En busca del hongo mágico por R. Gordon Wasson en la revista Life, y con el cultivo en el laboratorio de Psilocybe mexicana por parte del micólogo francés Roger Hiem.

Alrededor de 100 especies de hongos contienen alcaloides psicoactivos que los hacen alucinógenos. Casi todos ellos se dan en Centroamérica, aunque su uso está muy extendido por todo el mundo. El número de especies en la Península Ibérica es bastante superior a lo que se supone, aunque solamente algunas de ellas poseen un porcentaje adecuado de alcaloides y la identificación de las mismas no es una tarea fácil. Este tipo de hongos han colonizado los más diversos hábitats; a pesar de ello, las zonas húmedas del norte del país son las más apropiadas a la hora de encontrar estas especies.

La Amanita muscaria posee una elevada capacidad alucinógena y puede originar intoxicaciones graves

La Stropharia Cubensis es uno de los que se consumen con más frecuencia por sus propiedades alucinógenas; crece en otoño en regiones españolas de clima húmedo, como la cornisa Cantábrica y Cataluña y es bastante común encontrarla en campos fuertemente abonados, como pastos y jardines y sobre excrementos de caballos. Su principio activo es el alcaloide psilocibina. Este hongo, al igual que el Psilocybe, también muy común y fácil de identificar por la forma característica de su sombrero, se puede comprar desecado en comercios especializados y se ha popularizado el autocultivo de ejemplares frescos.

La Amanita muscaria (falsa oronja), es otra seta con propiedades alucinógenas, propia del imaginario colectivo por aparecer en los cuentos como la típica casa de gnomos. Muy común en otoño, su aspecto característico (roja con puntos blancos) no pasa desapercibido. La Amanita muscaria posee una elevada capacidad alucinógena; el problema es que, una vez superada la dosis adecuada, es muy tóxica y puede originar intoxicaciones graves.

Finalmente hay que hablar del cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea) como el rey de los alucinógenos naturales, pues es la base del LSD. Es un hongo negro-violáceo que parasita toda suerte de gramíneas como el centeno, la cebada y el trigo, además del pasto silvestre. El cornezuelo contiene una mezcla de alcaloides, variables de acuerdo con las condiciones geográficas. La ergovina y la amida del ácido lisérgico son muy visionarios y menos tóxicos mientras que otros como la ergotamina y la ergotoxina sobre todo, constituyen venenos mortales. En la Edad Media, este hongo produjo verdaderos estragos entre la población, pues en ocasiones, las harinas con las que se confeccionaban los panes, iban infectadas por el cornezuelo. De ahí la explicación de la existencia de gente endemoniada o poseída. También podría explicar las apariciones de brujas y fantasmas en las regiones del norte de España. En muchos casos se producían amputaciones de miembros gangrenados provocados por la ergotamina, potente vasoconstrictora, producida por los venenos del cornezuelo del centeno.

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