Eyaculación precoz

El 75% de los varones españoles sufre este trastorno en algún momento de su vida sexual
Por Yolanda A.C. 3 de diciembre de 2003

La eyaculación precoz es en estos momentos uno de los trastornos sexuales más frecuentes entre la población masculina. De hecho, el 75% de los varones españoles la ha sufrido en algún momento de su vida, según la Asociación Española para la Salud Sexual. De esos casos, entre un 22% y un 38% se convierte en un problema permanente, que sobre todo origina un alto grado de ansiedad, tanto en el hombre que la padece como en su pareja, llegando, incluso, a la ruptura. No obstante, los especialistas aseguran que un adecuado tratamiento y mucha comunicación entre ambos garantiza en un alto porcentaje el fin de esta disfunción.

Trastorno, no enfermedad

La eyaculación precoz, también denominada rápida, se define como “la incapacidad de ejercer un control voluntario sobre la eyaculación (la expulsión del semen por el pene), produciéndose de manera refleja e incontrolable antes, durante o inmediatamente después de la penetración”, según el presidente de la Asociación Española para la Salud Sexual y vicepresidente de la Asociación Española de Andrología, Ignacio Moncada Iribarren. A esto, María del Mar Padrón Morales, psicóloga del Instituto de Sexología de Málaga, añade que se trata de un trastorno, no de una enfermedad, que responde a “la dificultad para discriminar las sensaciones de placer previas a la eyaculación”.

Desde un punto de vista clínico, Moncada va más allá y la define en términos del tiempo transcurrido desde la penetración a la eyaculación, es decir, considera que se da esta disfunción “si se eyacula antes de que hayan transcurrido dos minutos de la penetración vaginal”.

Por su parte, el presidente de la Asociación Española de Especialistas en Sexología, Juan José Borrás Valls, matiza que esta disfunción puede producirse tanto en relaciones heterosexuales como homosexuales. Asimismo, explica que surge sobre todo a raíz del reconocimiento de la sexualidad femenina, puesto que cuando ésta estaba negada y se entendía que “el placer era cosa de hombres, no existía la posibilidad de preocuparse por la precocidad de la eyaculación”, al revés, cuanto más rápido, mejor.

Aunque es difícil establecer un perfil del hombre que padece este trastorno, ya que es tan común que puede darse en cualquier tipo de persona, en líneas generales, y según Moncada, se trata de “un individuo con ansiedad e inseguridad en sí mismo” y que desconoce su propia sexualidad. Conviene destacar que, en un 15% de los casos, esta disfunción la sufren los jóvenes al inicio de su vida sexual, y, tras un periodo de adaptación, la superan sin mayores problemas y sin tratamiento alguno de por medio.

Falsas creencias

La psicóloga del Instituto de Sexología de Málaga precisa que el problema de eyaculación rápida existe cuando “se presenta de forma persistente y hay un sufrimiento o malestar personal y de la pareja”. En este sentido, explica que hay hombres que han tenido episodios esporádicos y ya creen que sufren este trastorno, cuando, sin embargo, no es así. De cada seis casos que se tratan en este centro, la mitad responde a una idea equivocada de lo que realmente es un eyaculador precoz.

Al respecto, especifica que llegan a la consulta hombres que se consideran eyaculadores precoces porque se obsesionan con que su pareja tenga un orgasmo a través de la penetración, algo que es “difícil, a no ser que esté muy excitada y que la postura y la estimulación abarque el clítoris, puesto que el fondo de la vagina apenas es sensitiva”. Esa autoexigencia acaba provocándoles más ansiedad y pueden llegar al punto de no querer que les toquen durante la relación ante el temor de que con la simple excitación van a eyacular sin que haya habido penetración.

Otra falsa creencia y que, sin embargo, es utilizada por muchos hombres que sufren eyaculación rápida es, según Padrón, la práctica de la denominada “segunda vuelta”, es decir, se eyacula rápido y se va a una segunda erección, que, por supuesto, será más lenta. “Con el paso de los años -añade-, el espacio de tiempo para recobrarse y durante el que, fisiológicamente, es imposible tener otro orgasmo o eyacular de nuevo, se va haciendo más largo y se tarda muchísimo en obtener una nueva erección”. Otros varones disfuncionales, apunta el presidente de la Asociación Española de Especialistas en Sexología, para combatir la precocidad, emplean de forma “equivocada” pensamientos de distracción o, incluso, se autolesionan para distraer la atención.

Causas y consecuencias

Este trastorno sexual responde a causas psicógenas (mentales) u orgánicas, sobre todo problemas urológicos o neurológicos, informa el presidente de la Asociación Española de Especialistas en Sexología. En este último caso, puede ser síntoma, por ejemplo, de una disfunción eréctil o darse también en enfermos de esclerosis múltiple. Según Moncada Iribarren, un hombre con precocidad llega preocupado a la actividad sexual, presentando lo que se denomina “ansiedad anticipatoria, que hace que se liberen en la sangre sustancias como la adrenalina, que facilitan que la eyaculación sea demasiado rápida, cerrando así un círculo difícil de romper”.

No obstante, la psicóloga del Instituto de Sexología de Málaga manifiesta que “casi en el 100%” se trata de un problema primario, es decir, se produce desde siempre, y se debe a la mala formación, a la ansiedad o al miedo. Es probable que el eyaculador precoz, durante su juventud y a causa de mensajes antisexuales, no aprendió a masturbase lentamente ni a extender su excitación, o tuvo unas primeras experiencias sexuales muy rápidas, inseguras y sin tranquilidad.

La principal consecuencia para el hombre disfuncional es más ansiedad, culpabilidad y falta de autoestima, pero también se dan problemas en la pareja, especialmente si no se trata en su etapa inicial. La representante del Instituto de Sexología de Málaga dice que hay casos en los que la persona lleva 15 años padeciendo el trastorno, la relación con su pareja está “muy enrarecida” y, por tanto, encontrar una solución es mucho más difícil.

Tratamientos

Si el problema es persistente y se perpetúa en el tiempo, es conveniente ponerse en manos del especialista, que en este caso será el urólogo o el psicólogo-sexólogo. En general, y siempre que no haya un problema de disfunción eréctil, la efectividad de los tratamientos es “bastante alta, resolviéndose la mayoría de los casos”, asegura el vicepresidente de la Asociación Española de Andrología.

En cuanto al tratamiento, los expertos aseguran que existen dos tipos: la terapia conductista, que ha sido el tratamiento estándar de la eyaculación precoz durante muchos años, y la terapia farmacológica. La primera está basada en las técnicas de ‘parada-arranque’, que suponen la interrupción del coito cuando la eyaculación se siente inminente, para lo que la pareja sexual puede realizar una compresión firme del glande. Con esta técnica, según Moncada, se han reportado éxitos de hasta el 90% ; sin embargo, agrega el experto, cuando se han llevado a cabo ensayos clínicos serios, su efectividad no ha pasado del 60%, mostrándose, además, una pérdida casi completa de la mejoría en seguimientos de tres años.

La representante del Instituto de Sexología de Málaga recomienda ante todo no obsesionarse con el problema y hablar de él con la pareja. Describe que la eyaculación tiene dos fases: una de emisión espermática, que puede controlarse, y otra de expulsión del semen, que es un reflejo que no puede detenerse. La primera, caracterizada por un “cosquilleo”, responde a la contracción de los conductos deferentes, las vesículas seminales y la próstata mientras transportan el esperma hacia la base de la uretra.

El objetivo es aprender a retrasar la eyaculación y a alargar el tiempo de duración de la etapa en la que se producen las contracciones, que son las que provocan las sensaciones de placer. “El hombre -comenta Padrón- tiene que aprender a percibir esas sensaciones, y cuando las note, parará y disfrutará de ellas”. Para lograr esto, se le recomienda que se masturbe a solas, de modo que sepa cómo estimularse y cómo tener conciencia de ese placer. Posteriormente, compartirá lo aprendido con su pareja. En el caso de una relación heterosexual, la mujer se colocará sobre él, de modo que sea ella la que se mueva. Mientras tanto, el varón se preocupará únicamente de su placer, haciendo lo mismo que antes, parando cada vez que note esos estímulos y empezando de nuevo. De este modo no habrá ansiedad.

No hay que olvidar, como resalta el presidente de la Asociación Española de Especialistas en Sexología, que “cada uno de los miembros de la pareja es responsable de su propio placer”. Si el eyaculador precoz se conciencia de esto y no se ve obligado a tener que hacer que su pareja alcance el orgasmo, podrá relajarse.

En relación a los tratamientos farmacológicos, según Borrás Valls, “aunque puedan retardar el reflejo eyaculatorio, no curan la eyaculación precoz en sí, ya que la norma en todos es la recaída”. No obstante, el responsable de la Asociación Española de Andrología aboga por ellos y declara que se han empleado con “excelentes resultados” anestésicos locales como la crema de prilocaína-lidocaína aplicada al glande y al cuerpo del pene, así como la crema SS, que es una mezcla de hierbas chinas y que también ha ofrecido “buenos resultados”.

La terapia farmacológica oral de la eyaculación precoz se ha llevado a cabo sobre todo utilizando “inhibidores de la recaptación de serotonina”, que son medicamentos usados como antidepresivos, como el Prozac. Actualmente, constituyen la primera elección a la hora de tratar este trastorno con medicamentos. Moncada subraya que estos fármacos han mostrado su eficacia tras tomarlos de forma continuada, consiguiéndose aumentos en el tiempo que va desde la penetración hasta la eyaculación. De hecho, en algunos estudios, el tiempo de tratamiento necesario para la aparición del efecto terapéutico era de tan sólo 14 días. Una forma frecuente de utilizarlos es diariamente durante dos meses y luego sólo cada vez que se quiera mantener una actividad sexual.

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