El hipo

El hipo aparece debido a la contracción involuntaria y espasmódica del diafragma
Por César Martín 18 de julio de 2005

Afecta a adultos y a bebés indistintamente. Tampoco entiende de hombres o mujeres. En principio, aparece, y nadie sabe a ciencia cierta por qué surge esta afección casi anecdótica y hasta graciosa. En ocasiones su persistencia en el tiempo puede ser el síntoma de enfermedades gastrointestinales o neurológicas más importantes. Es muy sencillo acabar con él médicamente y a través de la sabiduría popular que aconseja beber agua agachado y hacia atrás o expulsar el aire en una bolsa.

Preocupante si dura más de 48 horas

El hipo es un sonido brusco que, generalmente, no ocasiona más consecuencias que las meramente anecdóticas. Procede de la sucesión de una serie de contracciones involuntarias y espasmódicas del diafragma -que es la membrana que separa los pulmones del estómago- y de la musculatura inspiratoria de las personas que finaliza con el súbito cierre de la glotis, en la garganta, que salta cerrándose repetidamente en el momento de respirar, causando el clásico ‘hip’. Son movimientos involuntarios provocados por la dilatación excesiva del estómago que irrita a la citada membrana y la obliga a contraerse. Puede afectar a personas de cualquier edad, incluso a bebés que aún no han nacido.

Pese a su carácter preferentemente benigno, en ocasiones el hipo puede mantenerse en el tiempo causando incomodidad al paciente ya que puede devenir en situaciones extremas de insomnio, pérdida de peso, infecciones o, en el peor de los casos, bloqueos auriculo-ventricular. En estos casos, lejos de ser una consecuencia simpática de un proceso fisiológico puede ser el signo inequívoco de una patología grave. De ahí que, en ocasiones, sufrir hipo, sobre todo, si éste es persistente -singultus, en terminología médica- requiere de la atención clínica correspondiente para que evalúe las consecuencias de la situación.

Preocupante si dura más de 48 horas

Sufrir hipo ocasionalmente no deja de ser una situación normal. Sin embargo, hay situaciones que aconsejan tratamiento médico, sobre todo, cuando derivan en ataques de hipo recurrentes en periodos de tiempo determinados o ataques prolongados durante más de 48 horas. Estas circunstancias suelen atajarse con tratamiento farmacológico, aunque, en ciertas ocasiones, su solución necesita de un estudio más intenso ya que el origen del hipo puede ser diverso.

En cualquier caso, la clase médica coincide al señalar que las causas que pueden provocar hipo son muy diversas. Sin embargo, tras esa convicción llega otra que sitúa el origen de estos espasmos sonoros básicamente en los sistemas nervioso central y en el gastrointestinal. De hecho, las causas relacionadas con el esófago merecen una atención especial en los casos de hipo persistente. Son las más frecuentes en los estudios escasos realizados al respecto llegando a protagonizar hasta la mitad de los casos.

Causas gastrointestinales, las más comunes

Bajo tales parámetros, el hipo persistente, que es aquel susceptible de atención médica, puede ser consecuencia de alteraciones gástricas, torácicas, neurológicas, metabólicas e, incluso, tóxicas. Entre las primeras, el origen de los espasmos puede devenir del denominado reflujo gastroesofágico, popularmente conocido como ‘ardor de estómago’. También puede derivar de irritaciones en el diafragma, de dilataciones en el estómago o de situaciones concretas de patologías de páncreas y de hígado, o de hernias de hiato y cirugías abdominales, según explican al respecto Vicente Cervera y Carmen Martínez, especialistas en aparato digestivo.

En este sentido, los referidos facultativos adelantan que el hipo puede ser un síntoma que avise de la existencia de enfermedades más serias, como la esofagitis, úlcera gástrica, pancreatitis o carcinoma esofágico. Tampoco es extraño que proceda de situaciones de distención abdominal provocadas por la ingesta de grandes cantidades de comida, de ágapes fríos o excesivamente calientes, de bebidas y refrescos con gas, o por la realización de tratamientos médicos que necesitan de una endoscopia.

Además, el hipo puede estar causado por bebidas alcohólicas que aumentan la fermentación en el interior del estomago, circunstancia que se produce en el incremento de la cantidad de aire que hay en el mismo y, por ende, la dilatación del estómago. También es frecuente que el hipo sea causa directa de la ingesta en ayunas de café o chocolate. Ambas circunstancias pueden derivar en el relajamiento del esfínter entre el estómago y el esófago que pueden ocasionar una reabsorción de aire en el estómago. Ahora bien, las citadas no dejan de ser una parte de los posibles orígenes del hipo persistente. El caso es que también puede proceder de causas neurológicas o vasculares, como de meningitis, encefalitis, ictus, diferentes traumatismos, hidrocefalia o esclerosis múltiple, entre otras.

Aparte de todo ello, están las causas torácicas. En este apartado, se podrían incluir como posibles orígenes del hipo la cirugía, el infarto de miocardio, la neumonía, la tuberculosis, el bocio o hernias en el diafragma, según se recoge por los citados Martínez y Cervera. Tampoco son desdeñables las causas metabólicas que pueden devenir de la diabetes o de la uremia; las tóxicas procedentes de situaciones de tabaquismo o del consumo de ciertos medicamentos; o de otras causas menos normales como el VIH, el embarazo, la gripe o por razones psiquiátricas.

La solución: remedios caseros, fármacos y cirugía

Existe una batería de ‘remedios’ tradicionales y populares junto a otra de soluciones marcadamente fisiológicas que pueden resolver situaciones de hipo. Entre ellas, se pueden destacar las siguientes:

  • Apnea forzada. Consiste en hacer respirar al paciente dentro de una bolsa de plástico o de papel. Con ello se logra que aumente el porcentaje de dióxido de carbono en la sangre, circunstancia que inhibe el hipo.
  • Beber agua en repetidas ocasiones, tragar pan seco o tostado, hielo picado o azúcar. Todas estas situaciones estimulan el aparato gástrico y logran paralizar el hipo.
  • Otro de los remedios es el de presionar con los dedos los ojos, las articulaciones esternoclaviculares e, incluso, el ano. En este sentido, también se ha documentado el uso de la acupuntura para frenar ciertos tipos de hipo.
  • Tomar una cucharadita de limón.
  • Ingerir una pequeña dosis de vinagre.
  • Provocar un estornudo.
  • Otra práctica propia del acervo popular es la que recomienda sostener el aire en los pulmones a lo largo de periodos largos para soltarlo lentamente. Este protocolo hay que repetirlo hasta cinco veces.
  • Beber agua agachado hacia delante e ingiriéndola hacia arriba.

Cabe reseñar que, pese al gran número de recetas caseras para acabar con el hipo, su efectividad no está avalada por resultados científicos. Aparte de este tipo de soluciones, la medicina moderna dispone de una amplia gama de medicamentos que pueden frenar la persistencia de ciertos tipos de hipo. En principio, es complicado acertar en el diagnóstico del origen del singultus, porque tampoco hay una profusión de casos que permitan hacer estudios clínicos controlados que permitan comprobar la efectividad de las medicinas a utilizar. Sin embargo, hoy día se suelen utilizar fármacos como la Clorpromazina o el Baclofenohan. Así, por lo menos, lo aconsejan autores como Pérez del Molino o González Macías en su estudio ‘Tratamiento del hipo’.

En casos extremos, si los medicamentos no han logrado solucionar el problema, puede ser necesaria la cirugía para acabar con la situación. Se trata de medidas excepcionales que consisten en una ablación del nervio frénico, un bloqueo epidural cervical, un bloqueo del nervio glosofaríngeo o en la implantación de un estimulador en el nervio que controla el diafragma.

Se desconoce su motivo fisiológico

Pese a todo lo dicho, lo cierto es que la clase médica desconoce aún qué es lo que provoca el hipo ni a qué propósito fisiológico sirve. Al respecto, parece un hecho que el cerebro acoge un ‘circuito’, similar a los que provocan la respiración o la tos, que es el responsable de los referidos espasmos.

En cualquier caso, existen teorías que intentan dar explicaciones cumplidas a este fenómeno. Entre ellas, hay alguna que indica que el hipo que sufren los bebés antes de nacer ayuda al feto a fortalecer su sistema respiratorio, en general y su diafragma, en particular. También existen hipótesis que hablan de la necesidad que tienen los niños de que la leche materna no entre en sus pulmones como posible origen del hipo o aquella otra que tienen los adultos de extraer el exceso de gas de su estómago en situaciones de comidas copiosas. Sin embargo, la última palabra sobre la finalidad fisiológica del hipo aún no se ha dicho.

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