Entrevista

Bonita Falkner, Departamento de Medicina Thomas Jefferson University. Filadelfia, Pensilvania (EE.UU.)

«Uno de cada cuatro niños hipertensos presenta hipertrofia ventricular izquierda»
Por Jordi Montaner 29 de abril de 2008
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Imagen: CONSUMER EROSKI

Bonita Falkner es una nefróloga pediátrica que en los años 80 se preocupó por seguir la pista de la principal causa de mortalidad de su país hasta el origen, y halló que las insuficiencias cardiacas y renales que acontecen a los mayores de 60 años tienen su origen en malos hábitos adquiridos cinco décadas antes. Sorprendió a la comunidad científica revelando que la hipertensión es también cosa de niños y acuñó un concepto controvertido: la prehipertensión. Entrevistamos a esta especialista estadounidense a propósito de su participación en una reunión nacional de hipertensión celebrada recientemente en Valencia.

Se empezó a hablar de prehipertensión en 2004, con la publicación en Nueva York de las VII recomendaciones del Joint National Comité.

Estadísticamente, las curvas de progresión del estado hipertenso arrancan de una meseta de valores sutilmente alterados, y pensamos que si interveníamos de forma eficaz en esta etapa precoz podríamos evitar las complicaciones posteriores. Sin embargo, todo quedó en un apunte, puesto que aún no hay estudios que hayan demostrado que la intervención clínica en individuos prehipertensos vaya a mejorar su pronóstico cardiovascular.

Entonces, ¿qué se puede hacer ante tal situación?

Lo que está fuera de toda duda es que, de no hacer nada, la gran mayoría acabará tarde o temprano con una hipertensión en toda regla. Mi motivación profesional era la de hacer algo cuanto antes y, por lo menos, llamar la atención sobre esta realidad. De hecho, se han tomado ya medidas muy contundentes de control y puedo avanzar que, por más que el problema persista, estamos detectando hipertensos de forma mucho más precoz que antes.

Puestos a seguir la pista, empecemos por el principio: ¿se nace prehipertenso?

Los niños con hipertensión lo hacen por cuestiones ambientales relacionadas con malos hábitos

Nuestro grupo en Filadelfia desmontó una teoría fetal por la que un peso bajo al nacer condicionaba la obesidad y un posible síndrome metabólico en la infancia. Pudimos comprobar en 250 niños que, por lo que respecta a la hipertensión, no hay influencia alguna.

Y, ¿por qué se desarrolla hipertensión en la infancia?

Los niños que desarrollan hipertensión ya en la infancia lo hacen principalmente por cuestiones ambientales relacionadas con malos hábitos. De hecho, un 36% de los niños estudiados entraba en la categoría de prehipertensión (una sistólica por encima de 130 mmHg), pero no se correspondía con el bajo peso al nacer (menos de 2.500 gramos).

Así, básicamente, ¿el problema está en la alimentación?

Si. Se recurre cada vez más a los alimentos precocinados o en conserva, con ingentes cantidades de sodio que dañan el sistema renal y aumentan la presión sanguínea. Las proporciones de hidratos de carbono en la rutina diaria de niños y adolescentes estadounidenses se descontrolan y, además, las consolas o la televisión restan tiempo a la actividad al aire libre y el ejercicio; el panorama empeora por momentos…

Pero usted ha dicho que se había avanzado en el control.

Así es. En la actualidad se sigue la evolución de la presión arterial en los niños desde los tres años, y se ejerce un marcaje muy estricto en quienes ingresan en la adolescencia con exceso de peso, metabolismo anormal de azúcares y grasas o trastornos del sueño.
Las estadísticas informan que un 3% de la población pediátrica sufre hipertensión arterial. La presión sistólica en el grupo de población entre los 8 y los 17 años ha crecido un punto respecto a la de hace una década; pero la diastólica ha escalado tres.

Y esto se traduce…

Sabemos que por cada subida de un punto en la presión sistólica crece un 10% la probabilidad de que el niño se convierta en un adulto hipertenso; sabemos también que los adolescentes afroamericanos tienen más riesgo de prehipertensión que los blancos, y recientemente hemos detectado hipertrofia ventricular izquierda en uno de cada cuatro niños hipertensos.

¿Se debe tratar a la población infantil con antihipertensivos?

En individuos de riesgo con hipertrofia ventricular está justificado, pero las recomendaciones sitúan la barrera de la actuación farmacológica en los 16 años. Se trata de individuos en fase de crecimiento y los efectos secundarios de los antihipertensivos pueden diferir de los ya identificados en población adulta. Las guías terapéuticas dejan claro que, por debajo de los 16 años, deben propiciarse los cambios higiénico-dietéticos. Aun así, se conoce que cada vez hay más adolescentes tratados en EE.UU.

LOS NIÑOS DE LURBE
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Imagen: Peter

En España, Empar Lurbe, del Hospital General de Valencia, es quien más ha estudiado la prevalencia de la hipertensión en población pediátrica. Todo empezó en 1979 con su “Estudio del equilibrio glomerulotubular en niños con riñón único”, avalado por Instituto de Salud Carlos III de Madrid. En el 2002, su equipo publicó un trabajo en el “New England Journal of Medicine” que se acompañó de un editorial de la revista que reivindicaba la relación de la creciente obesidad entre nuestros menores con una proyección de riesgo cardiovascular en la edad adulta.

Lurbe subraya la necesidad de vigilar la presión arterial de los pequeños ya a partir de los 4 años, «sobre todo en niños obesos» y, en general, «durante la adolescencia». Admite, no obstante, que los pediatras no están siempre de acuerdo con ese trámite. «La toma no es sencilla, no siempre se lleva a cabo con instrumentos bien calibrados ni existen manguitos adaptados a pacientes pediátricos». La especialista valenciana añade que la presión sanguínea tiene una evolución irregular en la etapa de crecimiento.

Durante el primer mes de vida la tensión sistólica sube de forma rápida y luego se ralentiza hasta los cinco años. En la adolescencia experimenta otra escalada significativa que suele ser más pronunciada en los niños que en las niñas, debido a su desarrollo puberal más tardío y a su mayor masa corporal. «A esa edad», insiste Lurbe, «es cuando se detectan las hipertensiones incipientes, o prehipertensiones». Lamentablemente no hay tablas que correlacionen la presión arterial con la talla de los niños y niñas, pero las perspectivas de proyección resultan inquietantes: para el año 2050 se estima que la mitad de la población adulta será hipertensa.

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