Día Mundial de la Salud Mental: alternativas a la crisis

Diversas estrategias baratas garantizarían la continuidad de los cuidados a las personas con trastorno mental a pesar de la crisis, según pacientes y familiares
Por Clara Bassi 10 de octubre de 2013
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La atención a la salud mental es conocida con el apodo de “cenicienta de la sanidad”, por los pobres recursos asistenciales que se le destinan. Y la crisis económica no ha hecho más que conducirla a una situación aún más precaria. Sin embargo, para hoy, 10 de octubre, declarado Día Mundial de la Salud Mental por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES) ha escogido un lema optimista: “Alternativas frente a la crisis. El valor de nuestros derechos”. Y es que, como en este artículo se explica, es posible revertir esta situación de crisis permanente de la atención a la salud mental. A continuación se detalla cómo.

El Día Mundial de la Salud Mental se celebra hoy en España bajo el lema «Alternativas frente a la crisis. El valor de nuestros derechos», pues los afectados y sus familiares piensan que con pocos recursos es posible prestar una atención integral y continuada a los pacientes. Este lema nacional, elegido debido a la grave crisis que afecta a nuestro país, no coincide con el escogido para conmemorar esta jornada en el ámbito mundial, que este año es «Salud Mental y Adultos Ancianos».

Salud mental: más de un millón de afectados

En España, el 3% de la población adulta padece algún trastorno mental grave o trastorno mental severo (TSM), lo que significa que hay más de un millón de afectados por una enfermedad mental grave, como la esquizofrenia o la paranoia. El porcentaje asciende al 9% al sumar a los que sufren un trastorno mental leve. Pero el escenario de futuro es aún más dramático: en el 2020, el 15% de la población habrá tenido un episodio de salud mental grave y una de cada cuatro personas, uno leve, auguran desde FEAFES.

En el 2020, el 15% de la población habrá tenido un episodio de salud mental grave y una de cada cuatro personas, uno leve

«Las enfermedades mentales no son un problema banal, generan una alta tasa de discapacidad en un sentido global y dificultades físicas, y el estigma, marginación y segregación que sufren estos enfermos hace que empeore su pronóstico», explica José García, psiquiatra y asesor de FEAFES. De hecho, una investigación reciente ha calculado que los trastornos mentales son los responsables del 17% de la discapacidad en el mundo. El dato procede del último informe de la Encuesta Mundial de Salud Mental, de la OMS, que ha estudiado a más de 150.000 personas de 24 países y que ha coordinado Jordi Alonso, director del Programa de Investigación en Epidemiología y Salud Pública del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), de Barcelona.

Falta de atención integral y continuada en salud mental

La apuesta de «desinstitucionalizar» o sacar de los centros psiquiátricos a los enfermos mentales en los 80 debía dar paso a un modelo de atención comunitaria para ellos. Esta corriente que, en teoría, debía favorecer su integración social, en la práctica, ante la falta de recursos públicos para atenderlos, ha implicado que muchos no reciban la atención continuada e integral que requieren y que el peso de los cuidados recaiga en las familias. «De todos los países del entorno europeo, España es el que tiene a más enfermos mentales conviviendo con sus familias, más del 80%. La tasa más próxima es la de Irlanda, que tiene al 60%», informa José María Sánchez Monge, presidente de FEAFES.

Alrededor de un tercio de las personas con un trastorno mental no recibe un tratamiento apropiado o no tienen ninguno

«Antes de la crisis, la atención a la salud mental ya era insuficiente y, ahora, se ha vuelto claramente insuficiente. Los recursos asistenciales son muy desiguales por zonas dentro de una misma comunidad. Han disminuido los equipos multidisciplinares para atender a los pacientes, y los que quedan sufren una sobrecarga asistencial, porque han aumentado las consultas por trastornos banales», denuncia Sánchez Monge. «Alrededor de un tercio de las personas con un trastorno mental no recibe un tratamiento apropiado o no tienen ninguno, lo que se conoce como brecha terapéutica. Esta cifra puede haber empeorado. En periodos de crisis hay más dificultades para que estos pacientes reciban tratamientos adecuados, al haber recortes de recursos y aumentar las consultas por trastornos mentales», coincide José García.

Alternativas a la crisis en salud mental

La estrategia para combatir la crisis pasa por lograr un objetivo prioritario, según José García, psiquiatra y asesor de FEAFES: «Asegurar la continuidad de los tratamientos para evitar la brecha terapéutica y que los pacientes reciban un tratamiento integral y multidisciplinar, no solo basado en los psicofármacos. Hay otras formas muy importantes para conseguir que estén estables y evitar sus recaídas».

FEAFES aporta las «recetas» concretas para desplegar esa filosofía asistencial: impulsar planes individuales de atención, de manera que cada enfermo sea atendido de acuerdo a su trastorno y características particulares desde su unidad de salud mental por su equipo médico; desarrollar equipos de apoyo psicosocial o intervención familiar, constituidos por un psicólogo y un trabajador social, para una población de 300.000 personas, y con el objetivo de formar e informar a las familias sobre los trastornos mentales graves; crear servicios de atención domiciliaria, para realizar un seguimiento, prestar ayuda y favorecer la continuidad de los cuidados de los pacientes, su adherencia a los tratamientos cumpliendo las pautas médicas; y organizar suficientes equipos multidisciplinares de atención a los enfermos, para una población de 30.000 habitantes, no solo formados por el psiquiatra, sino también por psicólogos, trabajadores sociales o enfermeros.

«Estas alternativas son baratas y garantizarían la continuidad de los cuidados. Al estar bien atendidos, los pacientes necesitarían un menor consumo de medicación, menos visitas a urgencias y menos ingresos hospitalarios, aspectos que sí encarecen su atención. Y, además, habría más personas con un trastorno mental incorporadas a la sociedad. Es falso que no puedan trabajar. Los que se han incorporado, no han perdido el empleo. Son muy responsables. Pero este es uno de los muchos prejuicios con los que se clasifica a los pacientes mentales. Aún falta mucho para derribar el muro del estigma», expone José María Sánchez Monge, presidente de FEAFES.

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