Prevenir la inmigración juvenil irregular

La asociación AVAR realiza programas de cooperación al desarrollo en los países de origen para evitar la emigración de menores
Por Azucena García 13 de enero de 2009
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Imagen: Javier Vidal

Los menores extranjeros no acompañados (MENA) son uno de los principales focos de atención en materia de inmigración. Preocupa su situación porque llegan a nuestro país sin protección. Recorren cientos o miles de kilómetros hasta cruzar la frontera, en algunos casos, alentados por sus propios padres. La mayoría apenas superan los 17 años, pero la situación que se vive en sus lugares de origen les empuja a buscar trabajo fuera para ayudar económicamente a sus familias.

Imagen: Javier Vidal

La Asociación Valenciana de Ayuda al Refugiado -Associació Valenciana d’Ajuda al Refugiat, AVAR– trabaja desde 1994 por ellos. Defiende los derechos humanos de todas las personas pero, en especial, de los menores inmigrantes y refugiados que llegan solos a España. Sabe que su vulnerabilidad les convierte en blanco fácil de situaciones injustas. Por ello, procura profundizar en las causas que propician la inmigración irregular, actúa en las sociedades de origen y de acogida para intentar solventar los problemas detectados (de explotación o falta de atención) y se esfuerza en informar y sensibilizar a ambas para evitar las causas que los originan.

Trabajo en tres frentes

La labor de la entidad es tan amplia como las experiencias que han vivido los menores. Desempeña sus funciones en varios ámbitos para reducir el número de jóvenes que caen en la marginación y exclusión social. En nuestro país, trabaja por la integración a través de clases de lengua castellana y valenciana, así como clases de contextualización, para dotarles de «una herramienta fundamental» de inserción y participación en igualdad de condiciones. Esther Concepción, técnico en intervención social de AVAR, asegura que estas clases les ayudan a desenvolverse y conocer la cultura de acogida.

Los menores reciben clases de castellano y ayuda en cuestiones de formación, vivienda, documentación y búsqueda de empleo

La entidad atiende las principales necesidades de los adolescentes. Mediante centros de acogida, se les asegura vivienda, manutención, formación, atención sanitaria y jurídica y asesoramiento en la búsqueda de empleo. «A todos los menores que permanecen nueve meses tutelados se les concede un permiso de residencia -indica Concepción-. No obstante, a partir de los 18 años, necesitan un contrato de trabajo para mantenerlo». Uno de los mayores obstáculos en este sentido radica en la falta de formación y la consecuente falta de capacidades para la inserción en el mercado laboral. De ahí que, una vez en España, la mayoría de estos menores se decanten por la Formación Profesional. «En la medida de lo posible, les enfocamos hacia una escuela taller en la que consiguen aquellas capacidades que el mercado laboral requiere», señalan desde AVAR.

En total, la organización dispone de 22 plazas en cuatro centros: dos de acogida y dos de emancipación. Los primeros están atendidos las 24 horas por educadores. En los segundos, un educador y un orientador trabajan con los menores para formarles en todos aquellos aspectos que puedan garantizar su vida en autonomía.

En su mayoría, estos jóvenes proceden de Ghana, Senegal, Mali y, sobre todo, de Marruecos. Según detalla Esther Concepción, «tras un largo viaje por el desierto, en cayuco o en patera, algunos consiguen llegar a nuestro país, donde son atendidos por los servicios de protección de la infancia». La mayoría están indocumentados, por lo que es necesario determinar su edad por medios fiables.

Proyectos en origen

Desde hace varios años, AVAR trabaja en la parte oriental y central de Marruecos, “dos zonas geográficas distintas en las que se ha detectado un número apreciable de jóvenes que emigran solos a España y el resto de Europa”, señala Javier Gil, técnico de codesarrollo. Se intenta así prevenir la emigración irregular y sus consecuencias, que en algunos casos suponen la muerte de menores.

En la parte oriental y central de Marruecos se ha detectado “un número apreciable de jóvenes que emigran solos a España y al resto de Europa”

El trabajo se realiza conjuntamente con asociaciones locales y se basa en tres proyectos que se engloban en un mismo programa. El primero se dirige a menores de 14 a 16 años y está orientado a la prevención del fracaso y el abandono escolar. Para ello, se conceden ayudas económicas a aquellas familias que viven en una situación de extrema pobreza.

En segundo lugar, se atiende a menores de 16 a 18 años mediante un proyecto de formación pre-laboral en el que jóvenes aprendices que han terminado la escuela y buscan un empleo tienen la posibilidad de realizar prácticas en empresas. Tanto el empresario como el menor reciben una compensación. “Durante un tiempo, aprenden un oficio para ampliar su formación y mejorar su futuro en Marruecos”, indica Gil.

Asimismo, la entidad ha apostado por el apoyo a iniciativas empresariales y, especialmente, a Cooperativas para el desarrollo de actividades generadoras de empleo, a través de las Oficinas para los Asuntos Económicos para el Codesarrollo (OAEC). Se apoyan las ideas empresariales de aquellos jóvenes que desean crear un negocio. Los compromisos que adquieren los proyectos apoyados son: contratar a los beneficiarios del programa y ofrecer un porcentaje de las ganancias a la financiación sostenible de las iniciativas sociales (prevención del fracaso escolar y formación de aprendices).

Por último, AVAR respalda un programa en Mopti (Mali) con el que pretende proteger a menores subsaharianos de entre 16 y 17 años que han optado por la emigración. En este caso, desarrolla un programa de formación pre-laboral con empresarios y facilita alojamiento en régimen de acogimiento familiar. La finalidad es asegurar la formación y protección en origen de los menores para que puedan decidir su futuro una vez alcanzada la mayoría de edad.

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