Entrevista

Enrique Richard, voluntario y autor de ‘Con cartones por la calle’

Las personas sin hogar nos resultan invisibles porque pueden remover nuestras conciencias
Por Azucena García 12 de octubre de 2013
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Imagen: CONSUMER EROSKI

Visión selectiva. Así podría definirse cierta peculiaridad que hace que las personas sin hogar resulten invisibles a los ojos de algunos ciudadanos. Enrique Richard lo sabe muy bien. Desde hace diez años es voluntario de Arrels Fundació y “hace la calle”, como le gusta decir, en busca de personas que necesitan compañía. “Luego vendrá, si quieren, lo urgente: la ducha, la comida, el alojamiento…”. Richard habla de restituir derechos “desde el respeto, la aceptación y el cariño”, nunca como una acción de beneficencia. Así lo reclama a través de su blog “Con cartones por la calle” y de un libro con el mismo título, publicado el pasado mes de abril. Es crítico con quienes van tan deprisa en su día a día, “que solo prestan atención a aquello que les interesa”. Lamenta que a menudo no nos preguntemos los motivos por los que una persona carece de un hogar y que caigamos en tópicos que aluden al “deseo” de estas personas por vivir así. “De niños, nadie sueña con ser indigente”, recuerda.

Me gusta esta frase que he leído en su blog: “Son invisibles si no quieres verlos”. Se refiere a las personas sin hogar. ¿Por qué no queremos verlos?

No nos gusta ver lo feo. No nos gusta mirar aquello que puede remover nuestras conciencias. Solo prestamos atención a lo que nos interesa y desconocemos la realidad de quienes viven en esta situación. Yo mismo, cuando empecé como voluntario en Arrels Fundació, no acababa de entender por qué algunas personas vivían en la calle. Para mí todos eran mendigos que sobrevivían con lo que la gente les daba o trotamundos que vivían de pueblo en pueblo. Nunca había pensado en los porqués, en sus soledades, en sus razones para estar así.

Desde 2002 es voluntario del equipo de calle de Arrels Fundació, más de una década que ha recopilado en el libro ‘Con cartones por la calle’. ¿Qué ha querido transmitir en él?

“Hay razones estructurales que empujan a la precariedad y a la calle”

En primer lugar, he querido transmitir mi experiencia de 10 años “haciendo la calle” desde el Equipo de Calle de Arrels Fundació. He querido manifestar cómo realizamos los encuentros con las personas sin hogar, presentar nuestra forma de relacionarnos, de acompañar, de estar, de respetar su proceso sea cual sea… Y cómo todo este trabajo me ha hecho cambiar la mirada hacia estas personas.

En segundo lugar, he querido denunciar las causas. Las cosas no son porque son, tienen motivaciones que están por encima de las decisiones de las propias personas. Hay razones estructurales que empujan a la precariedad y a la calle. Nuestro sistema es perverso, sus leyes expulsan a quienes les estorban y la sociedad los culpabiliza o se lava las manos. “Ellos se lo habrán buscado” o “Yo ya pago mis impuestos para que quiten de mi vista lo que yo no quiero ver”, aluden.

¿Cuál es la tarea de un voluntario como usted?

Siempre lo digo: mi tarea es acompañar a las personas sin hogar, estar, relacionarme con la persona mientras ella quiera, sin exigir nada, pero aspirando a todo. Su verdadero problema en ese momento no es el que yo me imagino, el que sería el mío si viviese en esas circunstancias; su problema es la soledad. Luego vendrá, si la persona quiere, lo urgente: la ducha, la comida, el alojamiento… Ella marcará los pasos que quiera dar y yo estaré a su lado para facilitarle las cosas. Pero lo importante es que se sienta alguien y que sepa que también es alguien para mí. Pueden pasar años, pero no importa.

¿Se ha planteado alguna vez dejar el voluntariado?

Hoy por hoy, no. Siempre he trabajado para intentar transformar la realidad, colaborar para hacer un mundo mejor, también en mi vida cotidiana. Es algo en lo que nos involucramos desde el mismo momento de nacer. El mundo será en la medida que nosotros, quienes lo habitamos, queramos que sea. Por eso no entiendo que mi trabajo no remunerado en Arrels pueda ser considerado como un voluntariado que “ahora lo cojo y luego lo dejo”. Elegimos y nos comprometemos en lo que nos interesa o nos llama la atención en cada momento. Nuestra acción forma parte de nuestro proyecto de vida. Por ahora, sigo en Arrels: “Siempre me quedará la calle”.

En esa calle, ¿se agradece más una limosna o una conversación?

“Conversar con una persona sin hogar debe convertirse en una relación de respeto, de escucha y de dignidad”

Responderé con una anécdota. Un día Mohamed me contaba que una señora le daba dinero y comida todos los días. Yo le dije que nosotros no le proporcionábamos nada de eso. Él me contestó: “Pero vosotros me dais más: sois mi única familia”. Y no es el único que se ha expresado en términos similares. “Me importa más un rato de conversación y que me consideren persona, que diez euros”, nos dijeron en otra ocasión. No se trata solo de una conversación, sino de que se convierta en una relación de respeto, de escucha y de dignidad, que no exige, que no culpabiliza ni agrede, sino que acompaña.

¿Nuestro comportamiento, nuestra indiferencia, puede arrebatar la dignidad de las personas sin hogar?

¡Y tanto que sí! O al menos hacer que se sientan sin dignidad. Por eso para los voluntarios y el personal de Arrels es muy importante hacerles ver que son alguien para nosotros.

Por cierto, ¿por qué cuando damos una limosna no miramos a los ojos?

¿Será porque nos avergüenza que una persona esté así y, en el fondo, no sabemos qué hacer, ni qué decir? Nos incomoda la situación. A lo mejor deberíamos pensar eso, que solo es una situación, que esa persona no siempre ha estado así, que es una persona como nosotros, con quien lo único que nos diferencia es la situación: la suya es más precaria que la mía, pero esa circunstancia puede cambiar en el futuro.

¿Reflexionamos poco sobre las causas y consecuencias de vivir en la calle?

Cuando empecé como voluntario, en 2002, nunca antes me había planteado el problema del sinhogarismo, aunque desde entonces tiene una mayor penetración en el tercer sector. En este sentido, Arrels trabaja mucho y bien por sensibilizar a la sociedad y denunciar situaciones de injusticia.

¿Cuántas veces al día tiene que defender que nadie duerme entre cartones por gusto?

“Hay que explicar con frecuencia que nadie duerme entre cartones por gusto”

Hay que explicarlo con frecuencia. Algunas personas aseguran que quienes viven entre cartones no quieren salir de esa situación y no aceptan los ofrecimientos que les hacen los servicios sociales. Yo siempre les digo que, de niños, nadie sueña con ser indigente. Alguna razón, o muchas, que en su mayoría desconocemos y que deben ser muy duras y difíciles de curar, les lleva a dar ese paso.

¿Por qué me saludáis si yo no soy nadie?
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Imagen: CONSUMER EROSKI

Las personas sin hogar se sienten invisibles. Les hacen sentir así. Enrique Richard recuerda una anécdota. “Un día nos avisaron de que un hombre dormía desde hacía tiempo en el parque de la Guineueta -rememora-. Nos acercamos y decidimos saludarle sin pararnos, con la naturalidad de quien va por la calle repartiendo saludos. ‘Adiós, buenos días…’ Y seguimos nuestro paseo”. “¿Por qué me saludáis si yo no soy nadie?“, respondió el hombre.

Enrique y Puri, la voluntaria que le acompaña, escucharon esta pregunta, formulada “con manifiesta antipatía”. Entonces se giraron, intentaron acercarse, pero el hombre les mandó frenar. “¡Marchaos, marchaos! Seguro que yo soy mejor persona que vosotros”, les increpó. Los voluntarios le desearon de nuevo un buen día y se alejaron.

“En su respuesta había rechazo y recriminación”, aclara Enrique, para quien, quizá, la reacción que acababan de presenciar era el resultado de experiencias anteriores en las que “había primado más lo que tiene que ofrecer quien se acerca, que enterarse primero de lo que necesita quien recibe”. “Damos soluciones desde nuestras fortalezas, desde lo que serían nuestras propias angustias”, agrega. “Vamos con prepotencia. Como si nosotros tuviéramos nuestra vida solucionada y pretendiéramos solucionar la del otro. Les tratamos así, como si ellos fueran nadie y nosotros fuéramos todo“.

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