Filipinas dos meses después del tifón Haiyan, ¿cuáles son sus necesidades?

Agua potable, alimentos, alojamiento, seguridad y protección de la infancia son algunas de las necesidades de la población afectada por el tifón Haiyan en Filipinas
Por Azucena García 21 de enero de 2014
Img haiyan hd

Es común a las tragedias de su magnitud. Cuando suceden se convierten en foco mediático, pero calmado el temporal, se acaba la difusión. Sin embargo, todavía hay material para noticias. Las ONG que permanecen en Filipinas dos meses después del tifón Haiyan intentan que se recuerde. Este reportaje también. En él se recoge el trabajo que desempeñan en la zona afectada y las necesidades que registra aún la población. Haiyan fue el peor tifón de las últimas décadas. Agua, alimentos, alojamiento, condiciones de seguridad y protección de la infancia son las principales necesidades a las que todavía hoy se da prioridad.

Haiyan rozó la tierra en Filipinas el 8 de noviembre. Le bastó llegar al suelo para arrasar todo lo que encontró a su paso. Sin excepción. Los vientos que soplaron a más de 300 kilómetros por hora no encontraron resistencia. El centro del país quedó devastado. Las islas de Samar, Leyte, Panay y Cebú, barridas. Ciudades como Tacloban, Roxas, Ormoc se convirtieron en urbes fantasmas, con cientos de personas caminando desorientadas y buscando a sus seres queridos y sus pertenencias entre montones de árboles y postes de electricidad arrancados de raíz del suelo.

La destrucción de viviendas y medios de vida fue casi del 100% en un radio de 40 kilómetros

Una tragedia de tal magnitud exige tiempo para recuperarse. Solo han pasado dos meses, así que las necesidades son enormes todavía. Núria Díez, cooperante de Acción contra el Hambre en Filipinas, describe cómo dos meses después Tacloban es una ciudad destrozada y hay «miles de supervivientes sin nada»«Las cosas por aquí no mejoran, es más, para muchas víctimas todo lo contrario», advierte. El director técnico, Amador Gómez, precisa que «el nivel de destrucción de viviendas y medios de vida ha sido de prácticamente el 100%» en un radio de 40 kilómetros. Las capacidades locales de respuesta se vieron sobrepasadas. Filipinas registra una media de 20 tifones por año, pero Haiyan tardará tiempo en olvidarse. Una galería fotográfica de Médicos Sin Fronteras permite saber por qué.

Agua y alimentos

Tras casi cualquier catástrofe, lo primero que escasean son los bienes de primera necesidad, en especial, agua y alimentos. Proveer de ambos fue prioritario para distintas organizaciones.

Cruz Roja Española desplegó una unidad ERU de agua y saneamiento con capacidad para proveer de agua segura a 15.000 personas cada día. El abastecimiento en estas condiciones es posible durante un periodo de tres meses. Oxfam Intermón ha focalizado sus esfuerzos en la provisión de materiales de primera necesidad, agua potable e instalaciones de saneamiento adecuadas «para que no haya brotes de enfermedades causadas por el mal estado del agua». En este esfuerzo, contribuyó a la restauración del suministro de agua en Tacloban, unas de las principales ciudades afectadas. UNICEF calcula que dos meses después más de 758.000 personas tienen acceso a agua segura, eso sí, «a través de kits, tratamiento y contenedores de agua y de almacenaje».

El acceso a agua segura es una de las prioridades que intentan garantizar las ONG, mientras que muchas comunidades dependen de la ayuda alimentaria que reciben

El segundo factor que preocupa, la alimentación, también requiere la ayuda internacional. La agencia de la ONU para la infancia ha distribuido micronutrientes entre 45.000 niños, vitamina A entre más de 28.000, alimentos entre 800 niños con desnutrición aguda grave y «se han establecido 11 tiendas para las madres y sus bebés, con el propósito de promover la lactancia materna». La destrucción de las cosechas debido al temporal ha hecho mucho daño en toda la población, pero sobre todo, entre quienes dependen directamente del campo.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Departamento de Agricultura de Filipinas intervinieron hace un mes con un primer envío de semillas de arroz y maíz. Estas se entregaron a los agricultores de las comunidades rurales «que perdieron sus cultivos y suministros esenciales» en las islas Visayas. En algunas regiones, las pérdidas de cultivos y semillas afectaron al 74% de los agricultores. «La distribución de semillas ha llegado en un momento crítico», indicó el representante en funciones de la FAO en Filipinas, Rodrigue Vinet, ya que «el tifón golpeó al inicio de la temporada de siembra». Los agricultores tienen la oportunidad de aprovechar la próxima temporada «y, con ello, asegurarse una cosecha en marzo-abril». «Una evaluación de Oxfam sobre la zona noroccidental de Leyte indicó que muchas comunidades no tenían nada que comer excepto la ayuda alimentaria que recibían», alerta esta organización.

Alojamiento

Unos 15 millones de personas necesitan ayuda para reconstruir sus hogares y cuatro millones los han perdido

El tifón tuvo consecuencias en unos 14 millones de personas. Más de cuatro millones resultaron desplazadas (1,7 millones de niños) y más de un millón de familias perdieron sus casas de manera parcial o por completo. La Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, ha proporcionado asistencia de emergencia a unas 183.000 personas, «incluidas lonas de plástico y tiendas de campaña», aunque revela que «se han multiplicado rápido» y los centros de evacuación son insuficientes. «El Gobierno busca sitios de relocalización lejos de la costa», recalca. Mientras, algunos habitantes han regresado a sus comunidades y han comenzado a construir casas improvisadas.

Acción contra el Hambre eleva a 15 millones las personas que «siguen necesitando ayuda para reconstruir sus hogares» y Oxfam Intermón alerta de que «cuatro millones los han perdido y necesitan refugio». «Nuestra principal preocupación ahora es proporcionar apoyo a las comunidades rurales que no hayan recibido ayuda adecuada, así como asegurarnos de que las personas sean capaces de reconstruir con rapidez sus casas y las infraestructuras y recuperar sus medios de vida, de manera que sean más resilientes ante futuros desastres», remarca.

Seguridad

La falta de alojamiento adecuado lleva asociado un problema importante de falta de seguridad. Por este motivo, ACNUR ha provisto de lámparas solares a 6.000 familias que permanecían sin electricidad. En un lugar donde anochece a las cinco y media de la tarde, «las noches se han iluminado». «Las comunidades se sienten inseguras en la oscuridad, cuando pueden surgir problemas», relata el jefe del equipo de emergencia de ACNUR, Arjun Jain. Asegura que quieren reportar «normalidad» a las comunidades para que sus habitantes se sientan seguros –sobre todo cuando acuden al baño y quedan expuestos a abusos-, los niños puedan jugar, los padres continuar su trabajo y los pescadores localizar en el agua peces y langostas, «uno de los principales medios de subsistencia».

Por su parte, Entreculturas apuesta por la seguridad frente a los riesgos futuros para hacer frente a la «vulnerabilidad de ciertos núcleos de población». «Dada la frecuencia con la que tienen lugar los fenómenos climatológicos adversos», manifiesta, «se va a abordar la cuestión de la prevención de riesgos ante los desastres naturales, planteando infraestructuras más sólidas, centros de evacuación más seguros y preparados y promoviendo una lógica cultural de respeto al medio ambiente por la implicación que tiene el cambio climático en la gestación de desastres naturales».

Manos Unidas considera indispensable «la capacitación para la reducción y prevención de desastres naturales», apunta la coordinadora de proyectos en el Sudeste Asiático, Patricia Garrido. Abogan por esta formación desde comienzos de este año, ya que «las acciones desarrolladas en los últimos años por Manos Unidas en este campo han demostrado su eficacia y dado su fruto en una tragedia como la presente». «En la isla de Masbate», destaca, donde se habían puesto en marcha estos programas, «el balance de víctimas mortales del tifón ha sido considerablemente menor».

Protección de la infancia

Hasta el momento, UNICEF ha vacunado a más de 52.000 niños contra la polio y el sarampión y a otros 30.000 más en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS). La Agencia de la ONU para la infancia también ha promovido la lactancia materna para los bebés y ha habilitado «Espacios Amigos de la Infancia» como los de otros países, para la protección «de los niños que viven en las zonas afectadas por el tifón y se encuentran solos, para que puedan ser reagrupados con sus familias y estén protegidos».

Respecto a su educación, más de 248.000 menores han recibido materiales educativos, se han distribuido más de 300 kits de «Escuela en una Maleta» -«con cuadernos y materiales de lectura, cálculo y matemáticas para pequeños a partir de seis años»- y más de 28.000 se benefician de los espacios temporales de aprendizaje. Además, el pasado 9 de enero, los niños de San Roque regresaron a la escuela, lo que «significa volver a una rutina y comenzar el proceso de recuperación», mientras los padres tienen tiempo «para reconstruir sus casas y sus medios de vida», señala Diana Valcárcel, coordinadora de proyectos de comunicación de UNICEF Comité Español.

Acción contra el Hambre proporciona a las madres y bebés en periodo de lactancia tiendas de campaña o espacios reservados en exclusiva para ellos. Son las denominadas «Baby Tents». Núria Diez, coordinadora de Baby Tents en Tacloban, señala que en estos lugares «se trabaja el estrés postraumático y se incentiva la recuperación de la capacidad de amamantar». Un desastre natural es motivo suficiente para que estas mujeres vean alteradas sus rutinas, por lo que se desarrollan proyectos para evitar la desnutrición aguda entre los menores de dos años. Con este fin, una vez abiertas algunas escuelas, hasta ahora convertidas en centros de evacuación, Acción contra el Hambre trasladará ciertas tiendas hasta los nuevos asentamientos, «ya que el sentido de estas es estar al lado de los beneficiarios para facilitarles el acceso a ellas», subraya Núria Diez.

Olvido mediático de las catástrofes

No parece una necesidad que mencionar, pero lo es. Caer en el olvido mediático es uno de los mayores temores de quienes trabajan en las zonas afectadas por catástrofes y desastres naturales, tal como parece suceder tras la atención generada por el tifón Haiyan. Javier Arcos, médico del equipo de Médicos del Mundo desplazado a la isla de Leyte, describe así lo visto al llegar: “Interminables campos de palmeras literalmente arrasados, viviendas colapsadas, gasolineras convertidas en amasijos de hierro y niños solicitando ayuda en la carretera. Una fantasmagórica imagen con una característica banda sonora, el ‘tac, tac, tac’, incesante sonido del metal siendo reutilizado por los afectados, construyendo con los restos de lo que fue su vida, un incierto futuro”. Por ello reflexiona y lamenta: “Jamás imaginaríamos el olvido mediático en el que ha caído esta emergencia en la actualidad”.

  • La colaboración con las ONG citadas en este artículo y que permanecen en la zona es todavía hoy necesaria.
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