Entrevista

Anna Ferrer, presidenta y directora ejecutiva de la Fundación Vicente Ferrer

Las niñas indias nacen asumiendo que son menos que los niños
Por Azucena García 15 de marzo de 2014
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Sus primeras palabras son para Vicente Ferrer, “cuyo carisma y especial relación con las personas lo hacen inigualable”. Anna Ferrer recuerda a quien fuera su compañero durante muchos años, pero acepta que ahora sin él, el trabajo debe continuar. Su legado ha de permanecer vivo: “Él dejó un equipo con una gran motivación”. La presidenta y directora ejecutiva de la Fundación Vicente Ferrer ensalza en esta entrevista la figura de una persona única y subraya el trabajo que gracias a él desarrollan a favor de las mujeres en India. “La discriminación de la mujer es tan endémica, que debemos trabajar por acabar con ella de manera transversal”, recalca. Violencia, abusos, desigualdad o injusticia son algunos de los elementos que tejen la vida de las mujeres a quienes atienden: “La India es el cuarto país más peligroso donde ser mujer”. Hay tanto por hacer que el trabajo no cesa, pero Anna se muestra confiada: “Afortunadamente se están dando cambios”.

Hablar de la Fundación Vicente Ferrer es hablar del propio Vicente. ¿Qué supuso su pérdida y cómo se ha conseguido mantener su legado?

“El legado de Vicente Ferrer se mantiene cada día”

Él dejó una estructura de trabajo enorme y un equipo con una gran motivación. Todos los que hemos trabajado con él sabemos que su carisma y su especial relación con las personas lo hacen inigualable. Seguimos trabajando porque confiamos en el proyecto que construimos junto a él. Su pérdida fue muy sentida por todos porque era algo más que un jefe. Pero su legado se mantiene cada día con todo el trabajo que realizamos y que nos permiten hacer los colaboradores con sus aportaciones. Estoy convencida de que estaría orgulloso de los pasos que ha dado la Fundación desde su marcha.

¿Le preocupa que les consideren una Fundación que trabaja solo con mujeres o precisamente quieren ser reconocidos por ello?

“La discriminación de la mujer es tan endémica que debemos trabajar por acabar con ella de manera transversal”

Trabajamos con hombres y con mujeres de castas bajas, pero siempre con especial atención a ellas, que sufren discriminación de género. Por ello, para nosotros es muy importante nuestro sector dedicado en exclusiva a la mujer, al igual que todos los demás (ecología, sanidad, vivienda, personas con discapacidad y educación), que se implantan teniendo muy presente el empoderamiento femenino. La discriminación de la mujer es tan endémica que debemos trabajar por acabar con ella de manera transversal. Por ejemplo, cuando construimos una casa para una familia que vivía en una choza, la ponemos a nombre de la mujer para que sea de su propiedad y se sienta protegida.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, FVF recordó que en India, Bangladesh, Timor Oriental, Maldivas, Sri Lanka y Tailandia ellas sufren ocho veces más violencia en las relaciones de pareja que en ningún otro lugar del mundo. ¿Cómo ayudan a combatirlo?

La violencia contra las mujeres es endémica. La India es el cuarto país más peligroso donde ser mujer. La educación en la igualdad, tanto a adultos como a niños, es básica para combatirla. Además, hacemos mucho trabajo de empoderamiento de la mujer a nivel educativo, económico y social. Después de una agresión, es muy importante prestar apoyo a la víctima para facilitarle el proceso. Tenemos casas de acogida en las que se les da un hogar de manera temporal, atención psicológica y un acompañamiento exhaustivo en todo el proceso de denuncia. Además, acuden a talleres de la Fundación en los que aprenden un oficio para poder tener ingresos económicos y ser independientes.

El 47% de las mujeres indias, casi la mitad, son obligadas a contraer matrimonio a partir de los 15 años y en las últimas tres décadas se han producido unos 12 millones de abortos selectivos de niñas, según datos de FVF. Cuesta pensar en avances, ¿pero los ha percibido o cree que los principales síntomas de discriminación de la mujer permanecen enrocados?

“Estamos consiguiendo que las familias sean conscientes de la importancia de dar educación a sus hijas”

Son actitudes que forman parte del imaginario social indio. Afortunadamente se están dando cambios, estamos consiguiendo que las familias sean conscientes de la importancia de dar educación a sus hijas, de que no interrumpan sus estudios con bodas, ni que promocionen a sus niñas al matrimonio ni a la maternidad cuando no están preparadas ni física ni mentalmente.

Por fortuna esta tasa se ha reducido mucho en Anantapur, donde trabaja la Fundación, y la mayoría de las chicas se casan a partir de los 18 años, la edad legal para contraer matrimonio. La clave es motivarles para que cursen hasta el último grado en el instituto. La Fundación trabaja mano a mano con las organizaciones locales para impedir que concierten los matrimonios de sus hijas antes de la edad legal. En 2013, conseguimos detener 85 matrimonios infantiles, pero sabemos que sin un trabajo de sensibilización de muchos años, la tasa sería mucho mayor.

¿Son conscientes las mujeres indias de la discriminación que sufren o lo viven con naturalidad, como algo que “es así”?

Cada vez son más conscientes, pero han hecho falta muchos años para despertar esa conciencia. La India es una sociedad profundamente patriarcal. Las niñas nacen asumiendo que son menos que los niños. Son las últimas en comer en casa, la prioridad es que estudien ellos, saben que son una carga porque sus padres tendrán que pagar dote por ellas… La educación es la clave para que sean autosuficientes y fuertes para reivindicar sus derechos.

A través de la Sociedad Cooperativa “De Mujer a Mujer”, las mujeres de nuestro país pueden colaborar con las mujeres de India. ¿Cuál es la repercusión del apoyo de una sola mujer española? ¿Qué puede conseguir?

Con el programa “De Mujer a Mujer”, cada colaboradora pasa a formar parte de una Sociedad Cooperativa de mujeres en riesgo de exclusión. Su aportación, 9 euros mensuales, contribuye al empoderamiento económico de una de esas mujeres rurales, además de impulsar el desarrollo integral de todo el colectivo. Parte de esa contribución se utiliza para que la mujer abra una cuenta bancaria a plazo fijo que genere intereses. Al cabo de los siete años que dura el programa, las socias indias se convierten en propietarias de ese capital, con el que no solo conseguirán ganarse el respeto de sus familias y de toda la comunidad, sino que garantizarán su seguridad y autonomía en el futuro. Ellas son quienes deciden cómo y para qué emplear esos ahorros, con el acompañamiento y asesoramiento continuo de la FVF, que las anima a que los inviertan en pequeños emprendimientos y negocios y a que sigan ahorrando un poco de dinero, como un seguro ante imprevistos o para usar durante la vejez. Además, esta aportación también se destina a fortalecer el papel de la mujer en la sociedad y la defensa de sus derechos.

Como si se apadrinara una mujer… ¿Sigue creyendo la FVF en el apadrinamiento como una fórmula efectiva para el desarrollo de las comunidades?

El apadrinamiento es la llave a una nueva vida, no solo para el apadrinado, sino para toda su familia. Con esta aportación mensual, además de garantizar el apoyo educativo a niños y niñas de castas bajas, material escolar y ropa, toda la familia se ve con cobertura sanitaria y es una puerta de entrada a otros programas de la Fundación, como los programas de empoderamiento de la mujer en cooperativas o ayudas para los cultivos. El apadrinamiento revierte en todos los aspectos de la vida y en toda la familia. No es en vano que muchos adultos que fueron los primeros niños apadrinados de la Fundación recuerden todavía su número de apadrinado, porque en realidad cambió su destino.

Ese es el objetivo de la cooperación internacional. ¿Cómo valora la cooperación española con India?

Desde España hemos recibido un gran apoyo de las instituciones públicas. Debido a la grave crisis económica que afronta el país, los organismos han reducido su ayuda a países en desarrollo. Es comprensible que se dediquen a paliar las nuevas desigualdades que surgen, pero no tienen que olvidar a los países que más sufren la pobreza y que más tiempo llevan sufriéndola.

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