Las verdaderas ciudades digitales

Las redes sin cables para acceder a Internet, creadas por los ciudadanos, empiezan a aparecer en varios países
Por Darío Pescador Albiach 2 de marzo de 2006

En la actualidad, el acceso a Internet en todo el mundo sigue controlado por las operadoras de telecomunicaciones. Hay iniciativas ciudadanas para crear redes independientes, de interés público y a un precio asequible. Pero también hay gobiernos, empresas y entidades reguladoras que están obstaculizando la creación de este tipo de redes.

¿Utopía o realidad?

La localidad de Nuenen, cuna de Van Gogh, en Holanda, es una verdadera ciudad digital. Sus habitantes se han constituido en cooperativa y han costeado la construcción de una red de fibra óptica que proporciona a cada hogar o negocio 100 Megabits por segundo de velocidad de acceso. Disfrutarán de Internet, teléfono, vídeo, televisión, enseñanza a distancia y otros muchos servicios, sin depender de un operador de telecomunicaciones.

En países como España, el acceso a Internet al margen de las compañías de telefonía choca con una compleja red de intereses empresariales y regulaciones estatales. En España, con la normativa actual, la iniciativa de Nuenen resultaría impracticable.

Esto no ha impedido que surjan proyectos ciudadanos para establecer redes de acceso a Internet. Algunos malogrados, como la red de Atarfe en Granada o la de Ponteareas en Pontevedra, impulsados por sus ayuntamientos. Otros no llegaron a ver la luz, como la cobertura WiFi de la ciudad de Barcelona. Sólo las redes de barrio desinteresadas sobreviven.

Internet puede llegar a ser un factor clave en el desarrollo económico de las poblaciones y sus habitantes. El que los usuarios lo hagan sin pasar por los canales (y facturas) habituales es lo que resulta más difícil.

Las redes municipales

Los ayuntamientos tienen una misión básica: dar servicios a sus ciudadanos. El ayuntamiento se encarga de proveer (y cobrar) el alumbrado público, la recogida de basuras, el mantenimiento del alcantarillado o los bancos del parque, por poner algunos ejemplos.

Siguiendo esa idea, algunos ayuntamientos han decidido proporcionar acceso a Internet público sin cables, que se costea igual que el alumbrado o la recogida de basuras: con impuestos municipales, o con cuotas.

Esta iniciativa funciona en varias ciudades de EEUU, como Philadelphia y San Francisco, donde hay planes municipales para dar cobertura a la totalidad de cada ciudad con redes WiFi (que permiten acceder a Internet sin necesidad de cables). La conexión a Internet será parte de los servicios municipales, y a un coste mucho menor que el que ofrecen las operadoras. Compañías de telefonía como Verizon o Comcast se oponen fuertemente a los proyectos, que han llegado a tildar de antiamericanos.

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Entre las compañías que se ofrecieron a crear las redes está Google, cuya propuesta para San Francisco es una red gratuita que se autofinancia con publicidad personalizada para el punto de acceso al que se conecta el usuario. Es decir, si alguien se conecta gratis a la red WiFi de Google en la terraza de un café, podrá aparecer en su ventana de navegación un anuncio del restaurante de la esquina.

España, desierto digital

La experiencia en España es hasta la fecha poco alentadora. En 2003 el ayuntamiento de Atarfe, en Granada, decidió ofrecer a sus habitantes acceso a Internet en cualquier punto del casco urbano, utilizando antenas WiFi. Una empresa del pueblo denunció al Ayuntamiento a la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones(CMT).

Como consecuencia de la demanda, en 2004 la CMT sancionó al ayuntamiento de Atarfe por infracción administrativa muy grave. Lo mismo ocurrió el mismo año en la localidad pontevedresa de Ponteareas. Según la CMT, la explotación de redes o prestación de servicios de comunicaciones introduce distorsiones en la libre competencia en el servicio de acceso a Internet.

Esta interpretación no se reduce a los ayuntamientos que quieran dar conexiones gratis, sino también a los que, aún cobrando por ello, lo hagan a un precio menor que las operadoras.

La CMT, sin embargo, no explica de qué forma este servicio se diferencia del de limpieza de las calles, que se suele subcontratar a empresas privadas, aunque lo gestionan los ayuntamientos.

Ciudades WiFi

¿Es legal compartir la conexión a Internet a través de WiFi? No está claro. En EEUU, al menos, no se sabe con seguridad. Las leyes estatales difieren y ni siquiera se ponen de acuerdo sobre la responsabilidad del uso. Por ejemplo, ¿qué ocurriría si alguien se conecta al WiFi de su vecino y comete un delito a través de la Red usando esa conexión? La respuesta la dan, por ahora, los juzgados en un país muy aficionado a los litigios.

En España son las propias compañías las que prohiben compartir la conexión de banda ancha explícitamente en sus contratos. Sin embargo, muchos usuarios, por desconocimiento o simplemente porque no les importa, dejan abierto el acceso a su router WiFi. Con esto, cualquier vecino o transeúnte que pase cerca de su casa podrá conectarse gratis a Internet.

España, desierto digital

En otros casos, se permite el acceso gratis deliberadamente. En EEUU hay organizaciones sin ánimo de lucro como NYCwireless en Nueva York, fundada en 2001 y que proporciona acceso WiFi gratuito en los parques de Bryant y Tompkins Square, entre otros puntos de la Gran Manzana.

También es habitual que las universidades de EEUU, como la de Stanford, por ejemplo, proporcionen cobertura WiFi a todo el campus, de modo que los estudiantes puedan acceder a Internet desde cualquier punto de su interior. En España, la mayoría de las universidades asegura disponer de este servicio.

En California, las áreas de Long Beach, Hermosa Beach y Culver City ofrecen WiFi gratis. Lo mismo ocurre en amplias zonas de las ciudades de Austin, en Texas, Cleveland, Ohio, y Spokane, en Washington.

En España hay redes abiertas y gratuitas sostenidas por organizaciones vecinales. Así, es normal encontrar cientos de redes abiertas en las grandes ciudades, como Madrid Wireless, Barcelona Wireless o RedLibre. Por su parte, los habitantes del barrio de Lavapiés en Madrid disfrutan de Lavapieswireless.

Fibra óptica en casa: acceso simétrico a velocidad de vértigo

Una ciudad puede contratar un acceso de alta velocidad, y repartirlo vía WiFi a los vecinos. Pero la velocidad es limitada, sobre todo para acceder a ciertos contenidos, como televisión bajo pedido, donde es necesario un caudal de datos mucho mayor. Hace falta fibra óptica en cada casa, lo que se denomina FFTH (‘Fiber To The Home’).

La ventaja de contar con un cableado de fibra óptica que llegue hasta cada hogar es que la velocidad ronda los 100 Megabits (100 veces más que el ADSL básico en España) por segundo. Además el acceso es simétrico, se pueden enviar los datos a la misma velocidad que se reciben. En comparación, los accesos más rápidos por ADSL alcanzan sólo 20 Megabits, y son asimétricos: con ADSL, la velocidad de subida (el envío de bits de información desde el terminal a la Red) de los datos es mucho menor que la de bajada.

En la ciudad holandesa de Nuenen, un emprendedor convenció a casi la totalidad de los hogares (más de 7.000) para que cada uno pagara unos 800 euros, y así construir una red de fibra óptica que llegase hasta cada casa o negocio. La cuota se pagaba como inscripción en una cooperativa, que es la dueña de la red.

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El resultado: los habitantes de Nuenen disfrutan de 100 Megabytes por segundo simétricos de acceso a Internet. El precio es mucho menor que con cualquier operador, y los cooperativistas pagan aún menos que los demás. Las operadoras KPN y UPC realizaron agresivas campañas de publicidad, llegando a rebajar a un tercio sus precios. A pesar de todo, el 80% de los ciudadanos se decidieron por la cooperativa.

Con una velocidad de 100 Megabits por segundo se convierten en realidad muchas de las promesas del mundo conectado: vídeo bajo pedido, telemedicina, televigilancia, teleformación, administración electrónica, y por supuesto llamadas de teléfono y acceso a Internet.

Nuenen no es la primera experiencia, pero sí la única hasta la fecha que se desarrolla en forma de cooperativa. Como la red es de su propiedad, son las operadoras las que tienen que pagar a la cooperativa por el uso de la fibra para ofrecer sus servicios.

En otras ciudades, como Pau Pyrénées en Francia, es el ayuntamiento quien ha desarrollado una red pública de fibra óptica para los hogares. Por otro lado, surgen operadores que ya están desarrollando sus propias redes de fibra óptica hasta los hogares, como CiteFibre en Francia. France Telecom también dispone de su propio proyecto FTTH.

Las redes multisalto

En unos pocos años, las redes de comunicaciones podrían crearse sin necesidad de operadoras telefónicas locales. Los propios usuarios formarán la red.

A este tipo de redes se las denomina ‘multihop’ (multisalto) o ‘mesh’ (malla). En una red multisalto, cada usuario tiene una antena para recibir televisión, conexión a Internet, teléfono, y otros servicios. Pero a su vez, esta antena es un repetidor que da cobertura a los vecinos cercanos. Cuantos más abonados tenga la red, mayor será la cobertura y mejor la señal. Justo al contrario que ocurre con las redes de telefonía móvil, por ejemplo.

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Redes de este tipo ya funcionan experimentalmente en la ciudad de Cambridge, en el Reino Unido, a cargo de la empresa CambridgeMatrix, o el proyecto Grid del MIT (‘Massachussetts Institute of Technology’).

Las redes ‘mesh’ aún se encuentran con algunos obstáculos técnicos para su popularización, pero son una alternativa muy seria para facilitar el acceso de los ciudadanos a Internet en el futuro inmediato.

La Red no tiene valor en sí misma. Como afirma la página ‘World Of Ends‘ (y su traducción), “el valor de Internet se encuentra en sus extremos, es decir, en las personas que la utilizan y alimentan” y “cada vez que se obstaculiza el acceso, o se intenta controlar el tráfico de información, Internet se devalúa”. Los siguientes pasos pueden ser decisivos.

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