El pan me sienta mal, ¿soy celíaco?

Se calcula que un 1 % de la población española es celíaca, unas 450.000 personas, de las cuales el 80 % ignora su condición. Pero no es celiaquía todo lo que parece
Por María Corisco 11 de mayo de 2021
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Imagen: Getty Images

Desconocida e ignorada hasta hace apenas una década, la enfermedad celíaca está hoy en boca de todos. Desde los productos del súper a las cartas de los restaurantes, los menús escolares o las chuches infantiles, todo sector relacionado con la alimentación está obligado a tener en cuenta las necesidades del colectivo de las personas con celiaquía. Más allá de la legislación, las noticias sobre esta patología también se han distorsionado con informaciones incorrectas y leyendas en torno a personajes famosos que prescriben la moda gluten free. Se calcula que un 1 % de la población española es celiaca, unas 450.000 personas, de las cuales el 80 % ignora su condición. Para entenderla nos acercamos a sus causas y distinguimos sus formas de manifestarse.

¿Qué es la celiaquía?

La enfermedad celíaca es una patología autoinmune en la que, por error, el sistema inmunitario ataca a células sanas del organismo y provoca un daño en el intestino delgado. Este fallo se produce en personas predispuestas genéticamente, lo desencadena la ingesta de gluten y ocasiona atrofia en las microvellosidades intestinales, lo que ocasiona problemas en la absorción de los nutrientes de los alimentos, como vitaminas o minerales. Debido a estos problemas de absorción, los pacientes pueden presentar malnutrición.

¿El gluten es malo?

Las personas con enfermedad celíaca no toleran el gluten. Cuando ingieren alimentos que contienen esta proteína, su sistema inmunológico reacciona de manera anómala y daña la mucosa que reviste el intestino delgado. Pero eso no significa que, en sí mismo, el gluten sea perjudicial para la salud ni que deba eliminarse de la dieta de la población general: solo es nocivo para las personas con celiaquía.

El gluten está presente en el trigo, la cebada, el centeno y otros cereales menos comunes, como la espelta, el kamut (variedad de trigo de origen oriental) o el triticale (cereal que procede del cruce de trigo y centeno). Asimismo, se está investigando la toxicidad de la avena para las personas celíacas, ya que, aunque no tiene gluten, suele llegar con trazas. Por tanto, las personas con celiaquía no deben consumir avena a menos que esté certificada como libre de gluten.

Celiaquía: síntomas y tratamiento

Hablábamos de que ocho de cada 10 personas con celiaquía no están diagnosticadas. Esto se debe a que esta enfermedad no tiene una forma definida y se puede manifestar de maneras muy distintas. “Es camaleónica”, define el pediatra del Servicio Andaluz de Salud, Cristóbal Coronel, quien añade que “hay afectación digestiva, extradigestiva e incluso ausencia total de síntomas”. Por eso se compara la enfermedad con un iceberg, “en el que las formas sintomáticas serían solo la parte visible del mismo, mientras el resto de las formas se encontrarían en la parte sumergida y reflejarían las que aún están por diagnosticar”, explica el doctor, también celíaco.

¿Por qué hay personas sin síntomas?

Los síntomas pueden aparecer a cualquier edad. Antes de esa aparición, nos encontramos con personas genéticamente predispuestas a las que el consumo de gluten no les está causando ningún daño aparente. Hasta que llega un momento en el que, por diferentes factores aún en investigación, ese mismo gluten comienza a hacerles daño, y de muy distintas maneras. Las manifestaciones clínicas pueden ser tremendamente diversas. Por eso se tarda tanto en sospechar, en adultos, de la existencia de celiaquía.

  • Síntomas en niños. La idea que se ha tenido habitualmente de la celiaquía es la de un bebé con diarreas frecuentes, vómitos, hinchazón abdominal y desnutrición. Es la forma clásica, que suele aparecer en menores de dos años y que rápidamente hacen sospechar al pediatra de la posibilidad de enfermedad celíaca.
  • Síntomas en adultos. Pueden ser de lo más variado. Puede estar detrás de síntomas digestivos (como diarrea crónica, estreñimiento o síndrome del intestino irritable), pero también de abortos de repetición, dolores articulares y óseos, trastornos emocionales como ansiedad o depresión, cuadros de epilepsia, infertilidad, desórdenes menstruales…

¿Hay más celiaquía que antes?

“El aumento en el número de casos se debe a que se está diagnosticando más y mejor”, señala el doctor Coronel. Ahora es más frecuente que el médico se pregunte si el cuadro de síntomas que tiene delante puede ser celiaquía y se hagan las pruebas correspondientes al paciente”. A medida que estas pruebas se vayan generalizando, es previsible que continúe aumentando la cifra de personas diagnosticadas como celíacas.

Qué hacer tras el diagnóstico de celiaquía

soy celiaco que hagoImagen: Getty Images

El diagnóstico de celiaquía a menudo cae como un jarro de agua fría en el hogar. Muchas cosas cambiarán en adelante, pero lo primero que deben hacer los familiares es “hacerse las pruebas para confirmar o descartar si también ellos son celíacos”, señala el doctor Coronel. “Sabemos que entre el 10 % y el 20 % de los familiares de primer grado van a tener la enfermedad; si hay dos hijos con celiaquía, el riesgo se triplica para el resto de la familia”, añade. Estas pruebas van a permitir detectar la posible existencia de nuevos casos silentes o asintomáticos dentro del hogar.

Primeros pasos

La convivencia con la enfermedad celíaca requiere un proceso de adaptación: cambia la lista de la compra, la forma de cocinar, se presentan dudas, miedos… Por eso es tan importante no dar pasos en falso.

  • No quitar el gluten porque sí. Aun cuando tengamos sospechas, no se debe quitar el gluten hasta no tener el diagnóstico de certeza y hasta que no lo haya indicado expresamente el médico. Lo mismo sirve para los familiares. “A menudo, cuando a un niño le diagnostican celiaquía, el cambio en la alimentación se extiende a los demás miembros, que empiezan a comer también sin gluten”, explica Izaskun Martín-Cabrejas, coordinadora de la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE). “Es un error, porque las pruebas diagnósticas, en concreto la biopsia, deben hacerse cuando la persona está comiendo gluten”, agrega. Es un punto clave, advierte Coronel: “La prescripción de esta dieta por la sospecha clínica o por el resultado de los anticuerpos específicos elevados es un error que se comete con frecuencia y lo único que se consigue es retrasar, enmascarar el diagnóstico o someter de forma innecesaria a personas no celíacas a una dieta sin gluten”.
  • Buscar apoyo fiable. Olvidémonos de influencers y vecinos: las asociaciones de celíacos son el gran soporte de los recién diagnosticados y de sus familias. Auténticos expertos en dietas sin gluten, son los que mejor pueden orientar en los productos, etiquetado, elaboraciones… Sus recomendaciones están avaladas por los médicos y, además, apoyadas en su experiencia personal.
  • Hablar con claridad. Lo mejor que se puede hacer por un niño con celiaquía es hablarle con claridad de su enfermedad (siempre, claro está, en un lenguaje adaptado a su edad). No se debe ni minimizar su importancia ni tampoco convertirla en el eje alrededor del cual gira toda la vida. Todos en el hogar deben saber qué alimentos se pueden consumir y cuáles no. Igualmente, es esencial explicar en el entorno (amigos, colegio, campamentos) en qué consiste una dieta sin gluten y qué riesgos puede acarrear para una persona con celiaquía no seguirla.

Enfermedad celíaca: seguridad en diversos entornos

No es suficiente con no comer alimentos que contengan gluten. Hay también que evitar que lo que se coma haya entrado en contacto con el gluten en cualquier momento de la cadena. Por eso es esencial que los diferentes entornos estén concienciados e informados sobre cómo evitar la contaminación.

🍳 En la cocina. La contaminación cruzada es uno de los caballos de batalla de quienes padecen la enfermedad. Debido a ella, alimentos libres de gluten pueden mezclarse con otros y dejar de ser aptos para los celíacos. “Este problema puede surgir si usamos los mismos accesorios de cocina a la hora de preparar recetas con y sin gluten a la vez”, explica Martín-Cabrejas. Así, hay que tener mucho cuidado con el uso de cucharas para remover los guisos, tablas en las que se haya podido cortar pan, freidoras, sandwicheras, bayetas, estropajos… La higiene, por tanto, es esencial, y desde FACE se dan los siguientes consejos:

  • Utilizar accesorios de cocina como cucharas, palas o tablas de cortar de silicona: son más fáciles de limpiar y no son porosos.
  • Situar los productos sin gluten en la zona alta de los armarios. Así, si caen migas será sobre los otros productos.
  • Al usar el microondas debemos tapar la comida.
  • Nunca se debe utilizar el mismo aceite para cocinar productos con y sin gluten.
  • Los pequeños electrodomésticos (sandwicheras, tostadoras…) deben ser de uso exclusivo para personas celíacas.

📚 En el colegio. En la Ley 17/2011 de Seguridad Alimentaria y Nutrición se especifica que, en los centros escolares en los que haya servicio de comedor, los menús para personas celíacas deberán estar programados de manera detallada y mensual, y estar a disposición de los padres o tutores. Si no se pueden garantizar unas buenas prácticas de manipulación y cocinado, se les debe proporcionar a los niños con celiaquía un espacio de uso exclusivo para los alimentos que llevan preparados desde casa (neveras, microondas, cubiertos…). “Más allá de estas normas, también se está trabajando en ser inclusivos para evitar que estos niños queden fuera de actividades, cumpleaños… Se trata de sensibilizar a todo el personal, padres, madres, profesores…”, aclara Izaskun Martín-Cabrejas, quien añade que el pasado septiembre FACE presentó la guía escolar ‘Enfermedad celíacas, alergias alimentarias e intolerancia a la lactosa’ en centros educativos.

🍴 En restaurantes. Aunque la legislación acompaña y protege a la persona con celiaquía, todavía queda mucho camino por andar. “No se trata solo de que en la carta se ponga si un plato lleva o no gluten, sino de que realmente se cumplan los protocolos para evitar la contaminación cruzada. Quienes trabajan en restauración deben hacer un curso obligatorio, pero con el tiempo se les va olvidando tener ese cuidado. Hace falta formación tanto en sala como en cocina. Si no, todo se va al garete”, concluye Martín-Cabrejas.

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