La AESA pide que se cambie la tecnología usada en el envasado de comida para niños en tarros de cristal

En el proceso actual de envasado se genera semicarbacida, una sustancia que "a priori" no es dañina
Por EROSKI Consumer 16 de octubre de 2003

La Autoridad Europea de Seguridad en los Alimentos (AESA) ha pedido a la industria alimentaria que cambie la tecnología usada en el envasado de comida para niños en tarros de cristal y otros alimentos, debido a un proceso químico que genera y que «a priori» no es potencialmente dañino para el ser humano.

Las papillas, al igual que otros alimentos que vienen en tarros de cristal como zumos, mahonesas, mermeladas, conservas, miel o salsas, presentan una sustancia química, la semicarbacida, que se genera en el proceso de envasado, explica la AESA. Esta sustancia, añade, se produce al calentar el producto y añadir azodicarbonamida para su esterilización y no está presente en los alimentos antes de que sean hermetizados.

El llamamiento de esta agencia, encargada de asesorar técnicamente al Ejecutivo comunitario en el ámbito de la alimentación, viene a raíz de los resultados de un panel científico, realizado por la investigadora Sue Barlow, que refleja la presencia de semicarbacida en estos productos después del proceso de envasado.

En cualquier caso, Barlow asegura que la cantidad de esta sustancia encontrada en los alimentos para niños, de 0 a 25 microgramos por kilo, no supone ningún riesgo para la salud de los bebés, dado que es muy pequeña.

Los efectos de la semicarbacida en la salud humana son aún desconocidos, por ello, la AESA pide a la Comisión Europea que elabore una recomendación que sirva de impulso a las investigaciones en este campo.

Barlow opina que las cantidades de esta sustancia encontradas en los alimentos analizados pueden ser resultado de la modificación sufrida en el proceso de investigación, por lo que no puede asegurar qué cantidades exactas produce el envasado de estos productos.

Por su parte, Geoffrey Podger, director de la AESA, asegura que no es necesario modificar los hábitos de consumo de la población, puesto que «el riesgo, si existe, es muy pequeño». En este sentido, instó a las empresas de alimentación a buscar otras tecnologías de envasado.

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