La importancia de la dieta en embarazos muy seguidos

Si el tiempo entre embarazos es corto, la mujer no ha podido reponerse del todo, por ello debe evitar carencias y cubrir las demandas extras de energía y nutrientes.
Por EROSKI Consumer 22 de marzo de 2004

La gestación es en sí misma un proceso en el que las necesidades aumentan de modo notable respecto de otras etapas de la vida, debido a la creación de nuevas estructuras y al desarrollo del feto.

Por este motivo, los embarazos muy seguidos, así como los embarazos múltiples y otros embarazos de riesgo (adolescentes embarazadas, mujeres con problemas de salud asociados…), requieren de un control médico y dietético aún más exhaustivo, para que todo se desarrolle de la forma más adecuada posible.

Lo preferible es esperar más de seis meses…

Se consideran embarazos muy seguidos cuando la mujer queda de nuevo embarazada transcurridos menos de seis meses del parto.

Las mujeres que tienen dos embarazos en tan corto periodo corren un mayor riesgo respecto de aquellas que dejan mayor tiempo de recuperación para que su cuerpo vuelva a su situación normal.

En estos casos, se corre el riesgo de sufrir con mayor incidencia anemias, un parto prematuro, bebés de bajo peso al nacer, complicaciones en el parto e incluso mayor riesgo de muerte prenatal.

Orientaciones dietéticas generales

En esta situación la madre no ha podido recuperarse del todo del anterior embarazo y por tanto precisa, además de un buen control médico, de unas orientaciones dietéticas generales que garanticen que se cubren sus necesidades energéticas y nutritivas.

Ingesta calórica

Se recomienda una ingesta de unas 2.500 calorías al día, si bien conviene realizar este cálculo de modo personalizado. Dicho aumento es necesario para la formación del feto y para suplir el aumento de requerimientos de la madre, tanto por la expansión de su volumen sanguíneo, como para sobrellevar el peso extra y la actividad diaria.

Guía de confección de menús

Conviene mantener los horarios de comidas de un día para otro y no saltarse ninguna toma.

Hay que fraccionar la dieta en unas cinco comidas al día (desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena) para evitar la saciedad precoz y garantizar que se come en cada toma lo que corresponde.

* El desayuno: Realice un desayuno completo y variado que incluya lácteo (leche o cuajada o yogures…), farináceos (pan o cereales o biscotes o galletas), fruta y opcionalmente proteína (jamón york, serrano, queso) u otros complementos (mermelada, miel, mantequilla…). Un desayuno con prisas es equivalente a un desayuno pobre; por tanto, es necesario dedicar tiempo suficiente a sentarse y evitar compaginar la toma del desayuno con otras actividades como por ejemplo, ver la televisión. Tenga en cuenta que el desayuno es una de las comidas más importantes del día.

* Almuerzos y meriendas: Limitar los productos de repostería industrial, snacks, refrescos… productos que «llenan» pero que no nutren (alimentos supérfluos con un elevado contenido de calorías). Favorecer la ingesta de pequeños bocadillos preparados en casa, frutas y productos lácteos, sin abusar de los embutidos, patés y quesos grasos.

* La comida: En nuestra sociedad la comida constituye la principal toma de alimentos del día y es el momento de encuentro que favorece la relación social (familiar o de grupo) y la constitución de unos buenos hábitos de alimentación. Por ello se debe propiciar un clima tranquilo, sosegado, sin interferencias (TV, radio, animales…). Se ha de evitar en lo posible la anarquía en los horarios, la preparación de alimentos a última hora, las interrupciones largas entre plato y plato y comer con mucha rapidez. Primer plato: Arroz, legumbres, pasta, ensaladas o verduras con patata, en los que puede añadirse ocasionalmente para completar, algo de carne o derivados cárnicos, pescado, huevos, etc. El valor nutritivo de este primer plato es el aporte energético, principalmente aportado por hidratos de carbono complejos. Es importante ingerir la cantidad adecuada de estos alimentos porque las necesidades energéticas son las primeras que deben cubrirse si se quiere que las proteínas de los alimentos del segundo plato cumplan en el organismo con sus funciones.

Segundo plato: Carnes, derivados cárnicos, pescado o huevos. Estos alimentos deben aparecer en cantidades moderadas (el hambre no debe saciarse basándose en el consumo de proteínas). Pueden acompañarse de ensalada o verduras o de legumbres o patatas (no siempre fritas, también al horno, en puré….). Postres: Lo mejor es incluir una fruta y alternar con productos lácteos sencillos (yogur, cuajada, etc.).

* La cena: Se debería tender a que fuese, al igual que la comida, otro momento de encuentro alrededor de la mesa, en ambiente tranquilo y evitando distracciones. La cena debe ser más ligera que la comida y lo antes posible para que dé tiempo de hacer la digestión y dormir bien. Deben transcurrir al menos 2 horas antes de acostarse.

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