Armarios empotrados, decoran y ahorran espacio

Las nuevas tendencias en decoración están imponiendo, siempre que el espacio lo permita, la colocación de armarios empotrados desde el suelo hasta el techo
Por EROSKI Consumer 6 de julio de 2006

En la actualidad, suele resultar difícil adquirir una vivienda grande que se adecue a nuestras posibilidades. Por este motivo, las casas cada vez son más pequeñas. No obstante, tenemos muchas pertenencias que guardar, por lo que debemos aprovechar los metros cuadrados disponibles al máximo.

Una solución práctica y elegante si se dispone de poca amplitud en los dormitorios es ubicar armarios empotrados en los huecos entre vigas y paredes, puesto que quedan perfectamente integrados en la estructura de la casa y restan menos espacio que los externos.

Al mismo tiempo, los armarios empotrados son un elemento altamente decorativo que puede adaptarse a cualquier ambiente, tanto clásico como moderno, consiguiendo estancias más diáfanas. Este sistema tradicional nos permite guardar la misma estética con las puertas interiores, ya que existe la posibilidad de instalar frentes que tengan un diseño similar a la carpintería interior de la vivienda, a juego del suelo o el rodapié.

Antes de adquirir un armario empotrado debemos tener en cuenta dónde lo vamos a colocar y cuál es el espacio disponible para ubicarlo. Una vez estudiado esto, es importante interesarse por los materiales que se van a utilizar en su fabricación, elegir la madera adecuada y el tinte o color en caso de los lacados.

Asimismo hay que escoger el sistema de apertura más adecuado, que sea práctico y funcional. Podemos distinguir principalmente tres tipos de puertas: correderas, abatibles y plegables. El sistema más clásico es el de puertas abatibles en el que cada puerta va colgada con bisagras. En el caso de las puertas plegables cada puerta consta de dos hojas, una abatible normal a la que unimos la segunda que se pliega contra la abatible. Este sistema presenta el inconveniente de reducir un poco la profundidad del mueble y el difícil acceso a los laterales cuando se abre al máximo.

Por último, las puertas correderas son la opción más frecuente elegida por los consumidores ya que no invaden ni el sitio del mueble ni de la habitación y recubiertas con un espejo facilitan su integración en el ambiente. La puerta corrediza se compone de al menos dos paneles guiados por raíles y se manejan lateralmente. El único inconveniente de este sistema de apertura es la no accesibilidad a la totalidad del mueble al mismo tiempo.

En cuanto al interior del armario este debe ser práctico, cómodo y estético a medida del espacio que se posea. La distribución del interior se hace según las necesidades del usuario y teniendo en cuenta el tipo de puertas que cerrarán el armario para que no interfieran a la hora de extraer cajones o baldas.

La función principal de cualquier armario es tener ordenada la ropa y los diversos complementos. Por ello, para el interior del empotrado podemos encontrar infinidad de elementos que facilitan la organización, como por ejemplo colgadores de prendas fijos y móviles, cajoneras, pantaloneras, baldas extraíbles, porta corbatas y zapateros.

Además del orden también es importante tener una buena iluminación para facilitar la búsqueda de la ropa. Los focos empotrables y orientables del techo son ideales para estos casos. Si bien, algunos armarios empotrados disponen de luz integrada en su interior que se enciende al abrir la puerta del mismo.

La última novedad en cuanto a armarios empotrados son aquellos de grandes dimensiones que van desde el suelo hasta el techo; están diseñados para que el usuario pueda introducirse en ellos y maniobrar en función de lo que necesite, incluso vestirse o calzarse dentro. Son los denominados vestidores.

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