Las plantas de interior están mucho más protegidas frente a las agresiones externas, parásitos, enfermedades, rigores ambientales como temperaturas extremas o los rayos solares, que las que se cultivan en el jardín, pero requieren de una temperatura estable a lo largo del año. Imagen: fabrica_imago/ Flickr
Asimismo también necesitan no estar expuestas a corrientes de aire, lo que les hace perder sus hojas, y disponer de una buena ventilación y la máxima iluminación posible.
Sin embargo a lo largo del periodo de floración estas exigencias aumentan:
– No es recomendable mover los ejemplares porque estos cambios los hacen más propensos a perder la flor.
– Requieren de una mayor humedad ambiental y de una temperatura constante más baja que la que precisan cuando no están floreciendo. Por este motivo hay que ser muy cuidadosos, sobre todo con los ejemplares que pueden florecer a lo largo del invierno, como la cufea o el ciclamen.
– Una vez terminado el periodo de floración, con la llegada del buen tiempo, se deben sacar las plantas al exterior para que vuelvan a florecer sin problemas el próximo año.
Deberá tener en cuenta todas estas consideraciones a la hora de cultivar ejemplares de adelfas, passifloras, naranjos enanos o buganvillas.