La epilepsia en perros es una enfermedad de carácter hereditario, más común en determinadas razas: Pastor Alemán, San Bernardo, Setter, Beagle, Caniche, algunos Dachshund y Basset Hound. El primer ataque epiléptico se manifiesta a menudo en perros con edades comprendidas entre los seis meses y los cinco años y, aunque se diagnostica por descarte de otras causas, se debe aprender a actuar ante un ataque de epilepsia en el perro. Hay cinco pautas clave para actuar: conservar la calma, tumbar al perro, no intentar sacarle la lengua, dejar que se recupere y seguir el tratamiento recomendado por el veterinario. La epilepsia no implica la muerte, pero puede suponer un accidente grave para el can.
En caso de percibir en el animal síntomas similares a los de un ataque epiléptico, se debe acudir al veterinario.
La epilepsia es una enfermedad crónica, así que el perro necesitará un tratamiento durante toda la vida.
No hay que saltarse el tratamiento que haya recetado el veterinario, para lograr reducir al mínimo los episodios epilépticos.
Durante un ataque, hay que colocar al perro en un lugar donde no se caiga o golpee. Cuando finalice el episodio, se le debe dejar descansar en un lugar tranquilo.
Procurar al perro epiléptico un ambiente relajado, ya que las situaciones de estrés son a menudo factores desencadenantes de los episodios epilépticos.