Invertir a largo plazo

Los inversores que colocan sus ahorros a más de tres años vista no obtienen elevados beneficios, pero tampoco pérdidas
Por José Ignacio Recio 1 de diciembre de 2008
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Imagen: sanja gjenero

A pesar de la crisis por la que atraviesan los mercados bursátiles internacionales, se puede invertir en Bolsa, aunque no de cualquier modo. Se aconseja invertir a largo plazo, es decir, a más de tres años vista, ya que, de este modo, aunque las ganancias no sean desorbitadas, es difícil acabar con pérdidas. Otra de las ventajas que tiene este tipo de inversión es que el ahorrador no tiene que estar pendiente de la evolución de las cotizaciones a diario, porque su punto de mira está puesto a varios años.

A partir de tres años

Para que una operación sea considerada a largo plazo la inversión en Bolsa no debe ser menor de tres años, sin límites (incluso los valores pueden pasar a los herederos, como sucede con frecuencia). Las inversiones a largo plazo se producen cuando el ahorrador dispone de un dinero que no necesitará durante un período de tiempo más o menos largo y decide invertirlo en un valor determinado con objeto de sacar la mayor rentabilidad posible a sus ahorros. No todos los inversores tienen la paciencia (ni la posibilidad) de tener el dinero depositado a un plazo muy largo, pero las posibilidades de obtener beneficios son muy altas.

Es un tipo de inversión conservadora, alejada de todo tipo de connotaciones especulativas y apta para los perfiles más defensivos. El fin de los «largoplacistas» no es obtener un «pelotazo» rápido, sino sacar fruto a sus ahorros. Por ello, no todos los valores son aptos para realizar este tipo de estrategia bursátil; en concreto, los títulos más propicios son los de compañías saneadas que tienen poca volatilidad, y que además ofrecen una alta rentabilidad por dividendo. Los sectores bancario, asegurador, de autopistas, eléctricas o farmacéuticas pueden ser los más indicados para los «largoplacistas», al ofrecer sus títulos una rentabilidad por dividendo que oscila entre el 3% y el 6%. Por el contrario, valores especulativos, empresas con poca solidez financiera o títulos cuya volatilidad les hace fluctuar hasta el 10% en una sola sesión no son los indicados para desarrollar esta estrategia bursátil.

El fin de los «largoplacistas» no es obtener un «pelotazo» rápido, sino sacar fruto a sus ahorros

A largo plazo se puede ganar más o menos dinero, pero en pocas ocasiones se pierde, especialmente cuando se va ampliando el plazo. Es, por tanto, una inversión idónea para la situación económica actual. Conviene recordar que se han dado crisis anteriores en que se ha producido este axioma. Aquellos inversores que, por ejemplo, invirtieron sus ahorros en el año 2002 con destino al largo plazo acabaron con plusvalías de casi el 50%; quien se decidió por la renta variable en 1992, y esperó un plazo de cuatro años, ganó casi el 30%. Con las últimas bajadas que ha experimentado la renta variable nacional, muchos de los precios de las empresas que cotizan en el Mercado Continuo han quedado a precio de saldo, y podría ser el momento de tomar posiciones de cara al largo plazo. Sin embargo no hay que perder de vista que el riesgo y la volatilidad están disparados, y hacen difícil la compra de títulos, a no ser que se disipen las dudas que se plantean en el mercado financiero y bursátil.

El gran obstáculo para llevar a cabo esta estrategia es la necesidad de liquidez que pueden tener los ahorradores españoles durante los próximos años, lo que puede entorpecer el empleo de esta alternativa bursátil. Quien pueda y decida invertir a largo plazo podrá obtener beneficios, pero es aconsejable no destinar más de un 10% o 15% del capital, sobre todo teniendo en cuenta la situación de incertidumbre que viven las bolsas.

Mejor con dividendos

La necesidad de liquidez que pueden tener los ahorradores los próximos años puede ser un obstáculo para invertir a largo plazo

Una buena idea es invertir a largo plazo en empresas que proporcionan a sus accionistas un dividendo. Así, muchos «brokers» aconsejan a los clientes que toman posiciones en este plazo que se fijen en los valores que ofrecen un alto rendimiento en concepto de dividendos a la hora de diseñar su inversión. Ésta puede reportar unos beneficios de hasta el 25% en cinco años si, por ejemplo, la compañía reparte todos los años un pago por este concepto con una rentabilidad del 5%, algo muy frecuente en las compañías bancarias y eléctricas que cotizan en el Ibex-35, siempre y cuando el precio de la venta sea el mismo al que se compraron las acciones.

Este tipo de estrategia está dirigida sobre todo a un tipo de inversor conservador que busca una renta fija dentro de la variable. La rentabilidad es similar a la que ofrecen algunos productos bancarios como los depósitos, aunque se corre más riesgo porque los ahorros fluctúan todos los días en la renta variable.

VENTAJAS E INCONVENIENTES DEL LARGO PLAZO

Como todas las estrategias que se pueden utilizar en la renta variable, el largo plazo conlleva una serie de luces y sombras que el inversor debe conocer para defender sus intereses. Habrá que tener en cuenta los siguientes factores:

Ventajas:

  • Permite despreocuparse de la inversión durante un período de tiempo largo.
  • A largo plazo, es difícil perder dinero.
  • Se puede obtener una rentabilidad, en los valores que reparten dividendos a sus accionistas, de entre un 3% y 6% anual.
  • El inversor sólo tiene que abonar dos comisiones durante el tiempo de vida de la inversión, la de venta y la de compra, a diferencia de las operaciones a corto plazo que suelen realizarse varias veces cada año.
  • Es un activo financiero que siempre tendrá el inversor, y puede rescatar en cualquier momento.

Desventajas:

  • No permite realizar plusvalías en los momentos en los que la cotización tenga un giro bajista, tras haber obtenido una cierta rentabilidad.
  • No es un plazo apto para todo tipo de valores, sino para los de marcado carácter defensivo que no sufren grandes oscilaciones en su cotización.
  • La rentabilidad obtenida en un plazo largo puede que no corresponda a los años en que ha estado cotizando; puede estar infravalorada.
  • No se obtienen, por lo general, revalorizaciones importantes.
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