Cotillones, disfrutar de la fiesta sin sorpresas

Antes de acudir, es conveniente cerciorarse de que la organización del evento tenga licencia
Por Benyi Arregocés Carrere 31 de diciembre de 2003
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Imagen: Magda Skale

Un pequeño resbalón porque el suelo esté mojado, el robo del abrigo o la imposibilidad de bailar con comodidad porque se han vendido más entradas de las permitidas pueden arruinar la noche de fin de año de cualquiera que haya optado por disfrutarla en un cotillón, una tradición a la que cada año se suman numerosas personas atraídas por la música, orquestas, regalos, bebida y comida. Sin embargo, los incidentes en este tipo de celebraciones son muy comunes: menor número de consumiciones de las acordadas en el momento de comprar la entrada, ausencia de guardarropa o incumplimiento de los servicios mínimos de asistencia. Por todo ello, antes de comprar la entrada conviene cerciorarse de que los responsables del cotillón tengan licencia para celebrarlo y de que cumplan todas las condiciones de seguridad.

Permisos

Los cotillones son las fiestas que se celebran en Nochevieja y Noche de Reyes. El consumidor dispone de diversas ofertas, cada una dirigida a un público específico. Es habitual que coincidan en algunos aspectos: su entrada es cara -en general, a partir de 30 euros-, incluyen varias bebidas gratis con el ticket o barra libre y se presta especial atención a la música, ya sea con la actuación de grupos, disc jockeys o discos. A partir de ahí, cada organizador intenta aportar algo que destaque para diferenciarse de los demás: desde incluir la cena y la noche en un hotel, a celebrar la fiesta en un recinto grande para reunir a la mayor cantidad de gente posible.

Es habitual que las empresas hosteleras organicen de forma masiva estas fiestas de la época navideña. Las recaudaciones que se consiguen en estas fechas en grandes restaurantes son cuantiosas, aunque no solo debido a la celebración de cotillones. Son frecuentes también las cenas de Navidad, de empresa, reuniones de amigos, copas navideñas, etc.

Hay que prestar especial atención si se acude a locales y empresas no hosteleros

En el caso concreto de los cotillones, suponen un volumen de actividad muy importante para hoteles y salas de fiesta. Y sin necesidad de tener costes extra. Para este sector, especializado en fiestas, las celebraciones de fin de año y Reyes son casi un día más en su actividad, porque no tienen que afrontar modificaciones especiales en cuanto a seguridad, nivel máximo de decibelios y una larga lista de aspectos que están legislados y que es su deber cumplir durante todo el año.

Cuando locales y empresas no hosteleros desean celebrar un cotillón, tienen que pedir, de manera obligatoria, una autorización especial a la Administración Pública. Según el aforo previsto para la fiesta, se tendrá que solicitar permiso al ayuntamiento o a la comunidad autónoma correspondiente. Después, estos organismos tienen que velar porque los organizadores cumplan todas las leyes que garantizan la seguridad de los asistentes. Lo habitual es que acuda un inspector para verificar que todo esté correcto.

Sin licencia

Las empresas no hosteleras otorgan menos seguridad al consumidor, ya que no demuestran una trayectoria durante todo un año y, en muchos casos, su única preocupación es hacer negocio, sin asumir los posibles costes posteriores. Constituir una sociedad limitada cuesta unos 3.000 euros, pero las macrofiestas recaudan millones en un único día. Si se registra algún altercado o hay reclamaciones, al año siguiente se monta otra empresa y vuelta a empezar.

Sin embargo, el principal problema, desde el punto de vista del consumidor, es la proliferación de fiestas sin licencia. Es deber de los organismos públicos impedir la celebración de cotillones ilegales donde, por no cumplir las normas de seguridad, se pueden originar graves accidentes. La falta de controles puede traducirse en cualquier momento en siniestros que, por la gran afluencia de público, pueden llegar a ser serios.

La falta de controles puede traducirse en cualquier momento en accidentes de considerable gravedad

Para celebrar este tipo de eventos, los locales no dedicados a la hostelería y los establecimientos hosteleros que carezcan de licencias están obligados a solicitarlas a sus ayuntamientos o comunidades autónomas. Así hay que exigirlo a los organizadores de un cotillón.

Las administraciones tienen el deber de realizar un control previo para detectar las fiestas ilegales y proceder a su prohibición. Además, deben inspeccionar durante la noche los establecimientos donde se celebren estos eventos para clausurar los clandestinos y garantizar que los legales cumplen con todos los requisitos de salubridad y seguridad.

Recomendaciones

Ante estas situaciones, para evitar problemas, los usuarios deben prestar atención e intentar acudir a un cotillón que tenga todos los permisos en regla.

  • Conviene solicitar al organizador una copia de la licencia o de su permiso para celebrar fiestas similares.
  • Se puede visitar el local donde se va a celebrar la fiesta para cerciorarse de que cumple con las normas de seguridad. Es de extrema importancia fijarse en que tenga salidas de emergencia utilizables y extintores, así como aseos en buenas condiciones y acordes al aforo anunciado, entre otros requisitos.

  • El consumidor está en su derecho de exigir información sobre qué empresa está detrás de la organización de la fiesta o ver el CIF.

  • Conviene acudir a cotillones getionados por empresas hosteleras: hoteles, discotecas, pubs, empresas de catering, organizadores de fiestas, de congresos, etc. Siempre a eventos organizados por profesionales que, en general, cumplen con los requisitos legales y de protección a los clientes.

  • Es muy útil guardar la entrada del cotillón para posibles reclamaciones. La publicidad que se haya lanzado de la fiesta también puede servir como prueba porque se considera un contrato.

Problemas habituales

Entre las principales quejas de los usuarios tras acudir a un cotillón, figura el servicio de guardarropa vigilado. En teoría, está incluido en el precio de la entrada, pero en algunos casos supone un coste añadido o carece de vigilancia.

Algo similar ocurre con las bebidas, cuando se acaban a las pocas horas del inicio de la fiesta -o el número de consumiciones gratuitas es menor de lo esperado-. También es habitual que el desayuno que se prometía sea accesible para unos pocos o que se vendan más entradas de lo pactado. En estos casos, los usuarios pueden exigir la devolución de la totalidad o una parte del precio de sus entradas y pedir una hoja de reclamaciones para reflejar su queja.

Si durante la fiesta ocurre algún accidente, como una caída porque el suelo está resbaladizo o cualquier otro incidente debido al mal estado de las instalaciones habilitadas para la celebración, conviene saber que todos los establecimientos cuentan con un seguro de responsabilidad civil para cubrirse ante los sucesos que puedan afectar a sus clientes. Por lo tanto, se debe comunicar el suceso de inmediato al responsable de la sala, quien le indicará los trámites que debe realizar para que el seguro cubra los gastos médicos, de traslado y servicios de urgencia.

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