Qué hacer ante el impago o retraso de la nómina

Recurrir a la ayuda de familiares, hablar con el banco o deshacerse de tarjetas y otros servicios es mejor que solicitar un crédito que eleve el nivel de endeudamiento
Por José Ignacio Recio 7 de mayo de 2013
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Imagen: Nadjib Aktouf

Con la crisis, hay momentos en los que la nómina de un trabajador se retrasa o no llega. Pero siguen llegando a casa las facturas. Y, a veces, la cuenta corriente queda al descubierto, con la consiguiente penalización y la aplicación de los correspondientes tipos de interés. ¿Qué hacer para evitar o mitigar los efectos de esta situación? A lo largo del siguiente artículo se exponen algunas medidas, como pedir ayuda a los familiares, contratar una cuenta nómina o deshacerse de tarjetas, seguros u otros servicios.

Retrasos e impagos, ¿qué hago?

Las facturas y los gastos imprevistos no perdonan, ni entienden de retrasos o impagos de nóminas, ni de falta de liquidez debido a estas causas. Y hay cientos de ciudadanos que se ven en una circunstancia así cada mes. ¿Qué pueden hacer en estos casos? ¿Se deben limitar a demandar un crédito personal y aumentar así su endeudamiento? ¿Hay mecanismos de autodefensa para lidiar con esta difícil situación?

La primera urgencia es afrontar los gastos, aun a costa de renunciar a ciertos privilegios que se disfrutaban hasta ahora

Lo primero que debe hacerse es avisar al banco o caja de ahorros y señalar la situación de impago o retraso de la nómina ese mes. Esto es muy importante para los titulares de una cuenta nómina, ya que el sistema puede detectar esta anomalía y anular las condiciones de las que goza con este producto, como disposición a tener descubiertos, exención de comisiones, etc.

Si es un problema puntual no pasará nada, pero si la coyuntura se alarga en el tiempo, habrá que buscar una solución concreta para paliar este problema sin renunciar a las condiciones de la cuenta.

Además, habrá que replantearse los niveles de consumo o anular ciertas ventajas y servicios como seguros, tarjetas de crédito, contratos de telefonía móvil, abonos deportivos… No en vano, la primera urgencia es pagar los gastos a los que se deba hacer frente, aun a costa de renunciar a ciertos privilegios de los que se gozaba hasta ahora.

Además, para afrontar estos gastos y tratar de dar salida a esta situación se puede:

  1. Acudir a familiares: pedir dinero a la familia es una opción muy factible y que permite dotarse de liquidez para momentos puntuales, sin tener que asumir el coste de los intereses que generan los créditos u otras vías de financiación.

  2. Acudir a instrumentos de los que están dotados ciertos productos bancarios, como las cuentas nómina, que permiten estar en descubierto por el importe de una nómina o recurrir a los anticipos de la nómina del banco, pero solo en los casos en que se tenga contratado un producto con estas prestaciones.

  3. Deshacer parcialmente posiciones de las inversiones realizadas, como los fondos de inversión, Bolsa, etc. En cambio, en los productos a plazo fijo (depósitos, pagarés bancarios, letras o bonos del Estado, etc.) esta estrategia no se puede realizar, a no ser que sus titulares asuman la penalización por los rescates.

  4. Utilizar la tarjeta de crédito: es una solución fácil e inmediata para captar recursos económicos, aunque mala. Los tipos de interés que aplicarán serán más altos que los de los créditos tradicionales y, además, elevan el nivel de endeudamiento.

  5. Solicitar un préstamo preferente de pequeña cuantía para asumir los gastos domésticos. No es conveniente, ya que habrá que devolverlo con intereses cercanos al 10%, lo que también implica endeudarse más.

Cuidado con recurrir a prestamistas

Algunas personas que padecen retrasos en su salario o impago, se pueden sentir tentadas de acudir a los servicios de los prestamistas que pululan a lo largo y ancho de la geografía española. Esta alternativa hay que evitarla siempre. Es una opción demasiado arriesgada, ya que si bien pueden resolver el problema con inmediatez, los efectos de su contratación pueden ser muy perjudiciales:

  • Aplican unos tipos de interés abusivos, que sobrepasan la barrera del 20%, y en muchos casos se ofrecen bajo condiciones muy severas. Sus demandantes tendrán que responder del dinero adelantado con gran parte de sus bienes (automóviles, viviendas, etc.) y, de no reponer las cantidades adeudadas, tendrán muchos problemas.

  • Gran parte de estas empresas no se rigen por ninguna normativa y basan su oferta en la imperante necesidad de un sector de la sociedad por dotarse de liquidez.

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