Colonias urbanas infantiles

Surgidas hace una década, son una alternativa a los campamentos y permiten a los menores regresar a sus casas a dormir
Por Azucena García 29 de junio de 2005

Pese a haber cumplido más de diez años en activo, todavía hay quien desconoce la existencia de las colonias urbanas infantiles. Sus impulsores aseguran que es la mejor opción para los niños que no quieren alejarse de sus padres durante el verano, acudiendo, por ejemplo, a campamentos, y coinciden en afirmar que también es una buena alternativa para los progenitores, ya que les permite acudir a su trabajo o realizar sus tareas durante las mañanas y disfrutar de las tardes con sus hijos. Además, con el paso del tiempo, los Ayuntamientos y colegios han encontrado la manera de hacer más atractivas estas colonias y conseguir que, por un precio que ronda los cien euros, los menores asistan a colonias específicas de deporte, aprendizaje de idiomas o cuidado del medio ambiente.

Dirigidas a los más pequeños

Las colonias urbanas infantiles surgieron hace poco más de una década para atender a un sector en constante crecimiento: niños entre 4 y 12 años que en verano no podían ser atendidos por sus padres durante todo el día y rechazaban la idea de acudir a los tradicionales campamentos. La cada vez mayor incorporación de la mujer al mundo del trabajo y el exceso de gastos derivados del mantenimiento de la vivienda y la propia familia obligaron a buscar alternativas de ocio rentables y económicas para los padres, pero sin perder la calidad que requiere el cuidado de los pequeños.

Dirigidas a los más pequeños

Es así como surgieron las colonias urbanas de verano, organizadas generalmente por los ayuntamientos de cada localidad y que, por un precio ligeramente superior o inferior a los cien euros, según el horario elegido o modalidad ofrecida, permiten a los progenitores realizar sus actividades diarias durante las mañanas (acudir al trabajo, cuidado de la casa?) y ayudan a los niños a aprender nuevos conceptos mediante actividades lúdicas.

En este sentido, con casi quince años de experiencia, Milagros Landaburu, del Instituto Don’t, recuerda cómo la idea de crear esta alternativa de ocio y aprendizaje tuvo su origen también en la necesidad de encontrar un lugar donde los niños disfrutaran parte de los muchos meses que tienen de vacaciones. “Antes sólo se solicitaban en el mes de julio, pero ahora también los padres está interesados en este tipo de actividades durante los últimos días de junio, justo después de acabar las clases en los colegios”, explica.

Sus principales destinatarios son los niños más pequeños, los que aún no han llegado a la adolescencia y son más reacios a acudir a campamentos. No quieren alejarse de su familia durante el verano y padres y madres tampoco se atreven a enviarles a campamentos durante, al menos, una o dos semanas. La alternativa es, por lo tanto, una completa actividad que reúne diversas ventajas para unos y otros, y que cada vez tiene más aceptación entre ambos grupos. “Cada año hay una verdadera avalancha de solicitudes, porque los padres pueden ir a trabajar durante el día sabiendo que sus hijos están haciendo algo de provecho y recogerles por la tarde, cuando aún hay tiempo para disfrutar con ellos, mientras que los niños están ocupados en una actividad que no implica acudir con libros o realizar exámenes, como hacen el resto del curso”, confiesa el director técnico de las colonias urbanas medioambientales del Ayuntamiento de Móstoles, José Andrés Reinares.

De hecho, la flexibilidad en algunos casos es tal que los más pequeños no tienen por qué acudir a las colonias a un horario concreto, sino que disponen de un intervalo de una hora u hora y media para acceder a las instalaciones donde se desarrollan las actividades.

Objetivos

Por lo general, las colonias urbanas son organizadas y gestionadas por los organismos municipales en las instalaciones de un centro educativo, adaptado para la realización de las diversas actividades que componen el programa: salidas en grupo o excursiones, visita a las piscinas, deportes de aventura adaptados a cada edad, fiestas de disfraces…

El objetivo es que el niño disfrute y aprenda otros valores (respeto a los demás y a la naturaleza, gusto por las artes?) o idiomas a través de actividades lúdicas, talleres de manualidades, dibujos o cuentos. “Las colonias no se organizan para estudiar porque eso ya lo hacen los niños el resto del año”, puntualiza Milagros Landaburu. “Lo que se busca es que los más pequeños relacionen los idiomas con una actividad que les divierte para que se acostumbren, por ejemplo, hacer una petición en inglés”.

Por otro lado, con la realización de talleres de manualidades durante las colonias se intenta potenciar la capacidad creativa de los participantes; la relación con los otros les permite conseguir un mayor grado de convivencia, conciencia de grupo y de respeto mutuo. Además, se les enseña a cuidar los materiales e instalaciones que utilizan a diario y a aprender de una manera “nada aburrida”.

Objetivos

Es por ello que para conseguir un ambiente lo más relajado posible y obtener buenos resultados, las colonias urbanas suelen incluir también servicio de almuerzo y comida, de manera que los niños dispongan de más horas para disfrutar de las excursiones o de la compañía de otros niños. En concreto, el horario de esta actividad suele ser de nueve de la mañana a cinco de la tarde, como el habitual de colegio, lo que permite también a los padres contar con más tiempo para sus tareas y obligaciones y les reserva la hora de la merienda para disfrutarla en compañía de sus hijos.

Otras alternativas

Además de la posibilidad de pasar el verano cerca de la vivienda y los padres, sin tener que realizar largos desplazamientos pero disfrutando del ocio, los menores cuentan con otras alternativas a las colonias urbanas orientadas también a su entretenimiento y aprendizaje:

Los campamentos de verano. Suelen tener una duración quincenal y ofrecen la oportunidad de conocer lo que significa convivir fuera del hogar y con personas que, por lo general, al principio son desconocidas pero acaban convirtiéndose en buenos amigos. Los campamentos cuentan siempre con monitores de experiencia encargados del cuidado y animación de los jóvenes, y a menudo también expertos en deportes técnicos de montaña.

Así, tras 17 años de experiencia en la organización de campamentos, el club de tiempo libre Grupo Joven, ubicado en Madrid, reconoce que esta posibilidad resulta más atractiva para los adolescentes, que cuentan con seguros de asistencia y accidentes, si bien en el campamento siempre suele haber socorristas que conocen también la atención en primeros auxilios. “Además, los campamentos suelen estar ubicados a escasos kilómetros de un ambulatorio por si hubiera que atender alguna urgencia”, explica uno de sus responsables.

Estudio de idiomas. Es frecuente que los jóvenes viajen al extranjero, donde se les oferta la posibilidad de convivir en familias o centros educativos, involucrándose en la vida diaria del país en el que se hospedan y conociendo, además de la lengua, las costumbres más típicas.

Los cursillos deportivos. Representan otra opción para los interesados en aprovechar el verano, desde los que quieren, por ejemplo, aprender a nadar, hasta los que desean profundizar en las habilidades de un deporte y mejorar sus técnicas, ya que durante el resto del curso eligen éste como actividad extraescolar.

Los talleres de manualidades o teatro. Contribuyen al fomento de la imaginación y creatividad y ofrecen al niño un entretenimiento lúdico, ameno y diferente a la continua disciplina que debe seguir el resto del curso.

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