Entrevista

Maite Martínez, miembro del equipo técnico de Juguete Seguro

Un juguete es seguro siempre que se utilice con el mismo fin para el que se ha creado
Por Marta Vázquez-Reina 15 de diciembre de 2007
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Imagen: Ned Raggett

Diplomada en magisterio, Maite Martínez forma parte del equipo técnico de Juguete Seguro, un proyecto Europeo cuyo objetivo es informar y formar a los consumidores, padres, educadores y niños sobre la seguridad de los juguetes, su uso seguro y su consumo responsable, así como facilitar herramientas de defensa de los derechos de los consumidores.
Por otra parte, Maite es, además de socia, la especialista en procesos de ensayo y aprendizaje a través del juego y los juguetes de Marinva, una empresa especializada en el diseño y realización de proyectos educativos que nació hace diez años con el objetivo de tomarse muy en serio el mundo del juguete, asesorando a empresas jugueteras, instituciones educativas, asociaciones y escuelas respecto a las posibilidades educativas que ofrecen el juego y los juguetes. Asimismo, es colaboradora habitual de la Asociación Internacional por el Derecho al Juego (AIDJ) y de la Asociación de Ludotecas de Cataluña.

¿Por qué es tan importante jugar?

Es una parte esencial del universo infantil. Los juguetes y los juegos facilitan el encuentro de las niñas y niños con el mundo. Estimulan su socialización y funcionan como un elemento transmisor de cultura. Les pone en contacto con el entorno y la cultura en la que nosotros vivimos, y que les rodea a ellos.

¿Jugar con el ordenador o la videoconsola es “jugar”?

Hay que dejarse guiar por los consejos y recomendaciones impresas en las carátulas

Claro que sí. Con moderación, pero igual que con todo. Pasar horas dándole patadas a un balón no es sano; leer compulsivamente, tampoco. Lo mismo sucede con los nuevos juguetes, cumplen su función si se utilizan bien. Igual que no se permitiría a un niño de tres años manipular un juego de química, los videojuegos tienen sus edades y sus tiempos, por eso hay que dejarse guiar por los consejos y recomendaciones impresas en las carátulas, y tampoco está de más probarlos antes.

¿Cómo se valora la seguridad del juguete?

Por una parte está la idea objetiva: un juguete es seguro cuando se utiliza para lo que está pensado que se utilice. Después entra la percepción subjetiva. Por poner un ejemplo: una bola de cristal, aquélla que al girarla cae la nieve en manos de un niño de seis meses puede parecer peligroso, pero no lo es si su madre está con el bebé. Si comparten ese encuentro, la magia de ese objeto cumplirá su función.

¿Qué importancia tiene por tanto la presencia del padre o la madre en los juegos?

En los primeros años de la infancia su presencia no es tan importante. Se trata de que los padres formen parte de los juegos. No es necesario que los padres sean expertos y que estén llenos de imaginación y de energía, sencillamente hablo de acompañar a sus hijos en el tiempo y en el espacio de juegos. Conforme se hacen un poco mayores, el padre y la madre pueden hacer de compañeros: idear la historia del juguete, ayudar a montarlo y, después, dejar que sean los niños quienes se sumerjan en el mundo creado. Al hilo de esto, aprovecho para indicar que lo que hay que evitar es la soledad del niño en el juego. Las consolas, en teoría, provocan cierto rechazo, aunque luego se venden y compran muchas, pero les persigue la imagen de que el niño juega solo. No tiene por qué ser así, ya que puede hacerlo en compañía.

¿Cuánto tiempo debe pasar para que el niño estrene otro juguete?

Tener muchos juguetes al mismo tiempo dificulta su disfrute

Los juguetes se quedan viejos. No quiero decir que se estropeen, sino que el niño y la niña crecen y con ellos sus habilidades y sus capacidades. Maduran, aprenden cosas nuevas, superan pequeños retos, por eso los juguetes pueden aburrirles. No es sólo una cuestión de capricho, es que sus manos son más grandes, sus cuerpos más largos, y aquel juguete que tan bien funcionó en su día se ha quedado pequeño. Pero la solución a esto no es comprarle muchos juguetes nuevos. Es más, tener muchos juguetes al mismo tiempo dificulta su disfrute. Se pueden seleccionar juguetes, guardarlos y recuperarlos pasado un tiempo. Y adquirir uno nuevo, aunque sea pequeño, como una nueva aventura.

¿Qué hay que valorar más a la hora de comprar un juguete, su adecuación a la edad niño o el deseo del niño por un juguete específico?

Permitámosle que él opine. Elegir un juguete con un niño te brinda la oportunidad de compartir con él sus gustos. Es una excusa para aprender a seleccionar y valorar prioridades, ayuda a comprender que no todo es necesario y que elegir un juguete conlleva desestimar otros sin que ello suponga una carencia. Además, le lleva a asumir cierta responsabilidad: lo ha escogido, es suyo, debe cuidarlo.

En ocasiones, los padres y madres piensan que la edad del juguete está rebajada para las habilidades de su hijo.

La edad es una recomendación estimada por expertos que lo que buscan es que se acierte con el juguete

Y a lo mejor tienen razón. Sus hijos son los mejores del mundo. Claro que sí. Puede que ese niño, precisamente en esa disciplina, tenga unas capacidades avanzadas, seguramente porque le gusta mucho. Puede ser muy habilidoso para hacer puzzles y los hace mejor que la media de su edad. La edad es una recomendación estimada por expertos que lo que buscan es que se acierte con el juguete y su destinatario. A a partir de ahí, nadie mejor que los padres conocen a sus hijos.

Sin publicidad, ¿los niños elegirían otros juguetes?

La publicidad ayuda a valorar la oferta. Es necesario conocer qué hay a través de diferentes vías, la televisión es una, pero también lo son las tiendas, las ludotecas o las casas de los amigos o familiares de su edad.

¿Persiste el sexismo en los juguetes?

Persiste el sexismo en la sociedad. Todavía hoy los juguetes masculinos premian el valor, el coraje, la fuerza, valores que permiten enfrentarse al mundo con valentía, pero a la vez con autosuficiencia porque, en general, destacan valores muy individualistas. En las niñas se potencia el hecho de gustar y estar pendiente de los demás. Esto es sólo el reflejo de una sociedad en la que el rol del hombre y de la mujer está muy estereotipado. Cambiemos la sociedad, para que luego puedan hacerlo los juguetes.

¿Hasta cuándo hay que regalar juguetes tradicionales?

A partir de los seis o siete años se produce el abandono del juguete tradicional

Alrededor de los seis o siete años se produce el abandono del juguete tradicional. Es a estas edades cuando el niño se siente más mayor y los asocia a “cosas de pequeños”, pero él no se siente ya así. A partir de ahí empieza a interesarse más por los juguetes que les hacen sentir que se están haciendo mayores como las videoconsolas o los coches teledirigidos.

Los mayores también juegan. ¿Triunfará la tendencia de ofrecerles juguetes de última generación?

Los mayores han jugado siempre: a las cartas, a juegos de mesa, a bingos caseros, a las damas. Y siguen haciéndolo. Pero el que ahora también se les ofrezca la oportunidad de introducirse en las nuevas tecnologías, las consolas de memoria, por ejemplo, es consecuencia de la sociedad actual. Por una parte, tiene en cuenta a la persona mayor que sin duda es más activa y más longeva, y cuenta con un mayor poder adquisitivo. Pero también muestra la soledad. Mientras que jugar al tute requiere de cuatro jugadores, esos juguetes están pensados para jugar solos.

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