Repetir curso

Ocho de cada diez profesores creen que es una medida insuficiente para resolver los problemas de fracaso escolar, que afectan a cuatro de cada diez adolescentes
Por Azucena García 22 de septiembre de 2006

Las tasas de fracaso escolar aumentan cada año. En el curso 2003-2004 sólo seis de cada diez adolescentes estaban matriculados en el nivel que les correspondía. Repetir curso es una práctica cada vez más habitual, cuya regulación no acaba de homogeneizarse debido a las sucesivas reformas educativas (la última, la LOE, entrará en vigor progresivamente a partir de este año). Desde el profesorado, un 78,2% de los docentes considera que repetir curso es una medida insuficiente para resolver los problemas de fracaso escolar, mientras que las asociaciones de padres reclaman de éstos más atención y apoyo hacia sus hijos e hijas y la implantación de programas de refuerzo para conseguir que todos los estudiantes alcancen los objetivos académicos en junio.

¿Es una solución eficaz?

La tasa de idoneidad en España no hace honor a su nombre. Especialmente en Educación Secundaria Obligatoria (ESO), este parámetro, que mide el porcentaje de alumnado que está matriculado en el curso que le corresponde por edad, no alcanza los niveles deseados: sólo un 59,4% de los estudiantes de cuarto de ESO tienen 15 años. Lo que es lo mismo, cuatro de cada diez se encuentra repitiendo un curso anterior o ha abandonado los estudios, según los últimos datos del Ministerio de Educación correspondientes al curso 2003-2004. En el resto de niveles, las cifras son más favorables con tasas de idoneidad del 94,4% para el grupo de alumnos y alumnas de 8 años, del 90,8% para 10 años, 85% para 12 años y 70,1% para 14 años. A medida que aumenta la edad, se incrementa el porcentaje de alumnos que repiten curso, un punto conflictivo que sigue topándose con defensores y detractores.

Para el vicepresidente de la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos (CONCAPA), José Manuel Martínez, “repetir curso tiene ventajas evidentes puesto que hay niños que necesitan más tiempo y un proceso de maduración más largo para adquirir los conocimientos que otros adquieren antes”. No obstante, reconoce la “desubicación temporal” que puede suponer para el alumno o alumna, “ya que, de alguna forma, tiene que abandonar a su entorno habitual, a sus compañeros”. Por su parte, Antonio Soto, miembro de la Junta directiva de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), asevera que “repetir curso no mejora los resultados, sino todo lo contrario” y apuesta por una evaluación continuada, que se tomen medidas durante todo el curso, no sólo al final”. “El sistema educativo tiene que intentar que todos los alumnos superen en el mes de junio los requerimientos que se les hacían al comienzo de la etapa”, subraya. De hecho, según un estudio elaborado por el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (Idea) y el Centro de Innovación Educativa (CIE-FUHEM) sobre ‘La situación profesional de docentes’, un 78,2% de los docentes españoles considera que la repetición de curso es una medida insuficiente para resolver los problemas de fracaso escolar,

un 78,2% de los docentes españoles considera que la repetición de curso es una medida insuficiente para resolver los problemas de fracaso escolar

mientras que un 70,3% desconfía de que los itinerarios en el segundo ciclo de la ESO sean positivos para mejorar la calidad de la enseñanza.

Cuando un niño o niña repite curso, generalmente, vive esta situación con sensación de fracaso. La pérdida de sus compañeros, que promocionan mientras ellos se ven obligados a permanecer en el mismo nivel, puede hacer disminuir su autoestima y que sientan una gran vergüenza al verse rodeados de compañeros y compañeras más jóvenes. Según la psicóloga Josune Egia, del Centro Campuzano Tívoli de Bilbao, con gran experiencia en el tratamiento de menores con problemas escolares, “algunos niños viven esta experiencia como una pérdida de la seguridad, del estatus”. “Depende de la capacidad de adaptación de cada uno. Si un niño tiene muchas habilidades sociales, será más difícil que tenga problemas, pero si no es capaz de relacionarse bien con los compañeros del nuevo curso, la situación puede tornarse un completo desastre”, precisa.

Estos jóvenes sienten, además, la necesitad de volver a estudiar materias ya estudiadas. “Repetir porque se han suspendido tres asignaturas significa que la mayoría del material ya se ha dado y resulta monótono, aburrido. Los alumnos y alumnas sienten que pierden el tiempo y, en muchas ocasiones, repetir curso simplemente sirve para que tengan más desmotivación por el estudio”, describe la psicóloga, quien confirma que esta experiencia se hace más difícil en la adolescencia, puesto que en el caso de los estudiantes de Primaria “son los padres los que se lo toman peor y se preguntan qué han hecho con el niño”. “En otras ocasiones -admite- si el alumno tiene un grado de madurez que no es el adecuado, repetir curso le ayuda a encontrarse, a relacionarse con otros compañeros que, aunque son un año menor, se corresponden más a su edad mental. Dependiendo de cada persona, repetir le puede venir muy bien o le puede resultar un martirio”.

Qué pueden hacer los padres

Desde hace algunos años, hablar de repetir curso es hablar de fracaso escolar, un fracaso que, según Antonio Soto, no está centrado en nadie, ni en el alumno, ni en el profesorado, ni en el sistema, sino que es una señal de que, simplemente, algo no va bien. “Es un fracaso por parte de todos”. Sin embargo, el hecho de repetir curso supone una situación compleja en la que se ven implicados todos los factores anteriores, que deben tener como principal objetivo el de motivar a los estudiantes para evitar las conductas de rechazo a la escuela. “Los padres y los profesores no pueden transmitir el hecho de repetir curso como un castigo, sino como una dificultad que hay que superar”, aconseja Ana Raventós, psicopedagoga del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) de Zaragoza.

Para Raventós es necesario que tanto los padres como los profesores hablen con los estudiantes de este tema desde el lado positivo, viéndolo como una manera facilitadora del aprendizaje. Además, cree que una buena medida para ayudar a superar el hecho de estar con compañeros más pequeños es apuntar a los alumnos y alumnas a actividades extraescolares en las que compartan espacio con otras personas tanto de la misma edad como diferente “para que se acostumbren a estar con chicos y chicas de otra edad y para que no pierdan contacto con los que tienen sus mismos años”.

“Hay que ponérselo de la manera más fácil posible, conseguir que no lo vean como un castigo”

“Hay que conseguir que no vean el repetir curso como un castigo”

, destaca Raventós, quien considera que, en todo caso, los castigos deben ser de otro tipo y “siempre deben ofrecer una posibilidad de recompensa”. “No se puede decir a un niño que si suspende no va a salir de casa en todo el curso -recomienda-, porque se sentirá desmotivado y, si finalmente los padres no lo cumplen, sentirá que puede chantajearles porque no van a cumplir sus amenazas”. Lo más adecuado es razonar con los hijos, apoyarles para que no se hundan y hacerles entender que repetir curso no significa tener un año sabático en el que volverán a estudiar el mismo material, sino que deben aprovechar ese tiempo para aprender bien aquello que no comprendieron antes. Por su parte, José Manuel Martínez insiste en que los padres deben mantener una actitud de apoyo, pero defiende que “no se les puede implicar como complemento del profesorado porque no siempre tienen la capacidad suficiente para ayudar en las tareas escolares”. “En algunos casos se da por supuesto que tienen capacidad para ayudar a sus hijos y no siempre es así”, reflexiona.

Evitar el fracaso escolar

Buscar una única causa como origen del fracaso escolar es casi imposible. Para Antonio Soto, se trata de “un cúmulo de circunstancias que ponen de manifiesto la necesidad de hacer un ajuste”. También para el vicepresidente de CONCAPA “las causas son múltiples y variadas, no residen en una única razón, sino en una conjugación, empezando por el propio sistema educativo español, que confunde la igualdad de oportunidades con la igualdad de resultados. Cada estudiante tiene sus virtudes y sus defectos, pero no podemos pretender que todos sean iguales cuando realmente no lo son y, mucho menos, que obtengan los mismos resultados”. Para ello, los centros educativos deberían apostar por una atención mucho más personalizada a lo estudiantes con dificultades para el aprendizaje, aunque, según José Manuel Martínez, “en estos momentos el sistema educativo no está preparado para dejar que cada alumno siga su propio proceso de maduración y se opta por un modelo único en el que todos tienen que dar los mismos pasos en el miso momento”.

En los últimos años, algunos centros han puesto en marcha programas de refuerzo en horario escolar, en los que se apoya al alumno en aquella materia en la que tiene mayor dificultad de aprendizaje. Explica Antonio Soto que se trata de “dar a cada uno lo que necesita para adecuar el currículo a sus necesidades dentro de la misma aula, con el resto de compañeros, sin crear grupos ‘A’ y grupos ‘B’”. Estos programas son abordados también en la Ley Orgánica 2/2006 de Educación (LOE), que se implantará de manera progresiva desde el curso 2006-2007 hasta el curso 2009-2010. Esta norma contempla que “quienes promocionen sin haber superado todas las materias seguirán los programas de refuerzo que establezca el equipo docente y deberán superar las evaluaciones correspondientes a dichos programas de refuerzo”. También recoge la posibilidad de que los centros elaboren propuestas pedagógicas desde la atención a la diversidad y del acceso de todo el alumnado a la educación común. Asimismo, reconoce que los centros arbitrarán métodos que tengan en cuenta los diferentes ritmos de aprendizaje de los alumnos

Los centros arbitrarán métodos que tengan en cuenta los diferentes ritmos de aprendizaje de los alumnos

y atribuye a las administraciones educativas la capacidad para regular soluciones específicas para la atención de aquellos alumnos que manifiesten dificultades especiales de aprendizaje.

Pero la puesta en marcha de estas medidas, como otras tantas, requiere una importante inversión económica. La actual, del 4,9% del PIB (1,3 puntos menos que la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCEDE, según el informe ‘Los sistemas educativos europeos’ de la Fundación La Caixa) no cubre las expectativas. “España necesita más recursos en educación, tiene que dar cumplimiento a las expectativas y esforzarse para que ningún niño o niña quede sin alcanzar sus objetivos en el mes de junio”, reclama Antonio Soto. “Un país como España necesita que el PIB siga creciendo para educación porque nuestros jóvenes son el futuro, son el mañana y necesitan que se apueste por su formación. Tenemos que hacer una mayor inversión y una mayor motivación al alumnado y al profesorado. Ser conscientes de que la educación es la herramienta más valiosa”, reivindica.

Reformas de los planes educativos

La última década ha sido un ir y venir de siglas en el sistema educativo: LOGSE, LOCE, LOE? Las reformas se han sucedido unas detrás de otras y quienes han pagado sus consecuencias han sido los estudiantes. En lo que a repetir curso se refiere, durante este año académico todavía estarán vigentes los principios de la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE), mientras que en 2007-2008 se aplicarán los de la Ley Orgánica de Educación (LOE).

Según José Manuel Martínez, la “pequeña matización” que introduce la LOE en la repetición de curso “puede traer más complicaciones,

“La pequeña matización que introduce la LOE en la repetición de curso puede traer más complicaciones”

puesto que va a haber un alto poder de decisión de las comunidades autónomas a la hora de establecer la naturaleza de las materias con las que se repite o no, con lo que cada comunidad va a tener criterios distintos y se van a generar grandes desigualdades”, al tiempo que considera una torpeza absoluta que con tres asignaturas suspendidas se pueda pasar de curso, “porque ése es el modelo LOGSE, que nos ha llevado a las cotas de fracaso escolar que tenemos ahora”. Desde CEAPA, Antonio Soto, reconoce que es un acierto legislar una evaluación continua, “sobre todo en Primaria porque no tiene ningún sentido que se hagan exámenes en septiembre ni que los alumnos suspendan” y, aunque no se muestra totalmente contrario a la realización de pruebas extraordinarias (la LOE establece que los alumnos que al finalizar el cuarto curso de ESO no hayan obtenido el título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria podrán realizar una prueba extraordinaria de las materias que no hayan superado) insiste en la importancia “de conseguir que los alumnos no tengan que verse en la necesidad de tener que llegar a septiembre”.

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