Un estudio denuncia el creciente uso de las nuevas tecnologías para aprobar exámenes de forma fraudulenta

El trabajo cita sistemas de transmisión remota, intercomunicadores ocultos, gafas con reflectores y aplicaciones de móvil
Por EROSKI Consumer 11 de septiembre de 2009

El uso de las nuevas tecnologías para aprobar exámenes de forma fraudulenta está cada vez más extendido. En las aulas proliferan auriculares y sistemas de transmisión remota, intercomunicadores ocultos, tintas invisibles utilizadas para redactar textos en folios aparentemente en blanco, prendas, faldas y camisas con doble fondo, gafas con reflectores ocultos en sus lentes e, incluso, relojes digitales de pulsera en los que pueden introducirse todo tipo de textos, datos y fórmulas.

Así lo recoge un estudio del Observatorio de Internet. «Redactar un trabajo, presentar una tesina o aprobar un examen es ahora más fácil con la ayuda de la tecnología», afirma Francisco Canals, director de esta entidad. Canals destaca «la aparición de todo un mercado dedicado a la picaresca académica». Tanto es así, que en determinadas épocas, en especial de junio o septiembre, los establecimientos especializados en esta tecnología aumentan un 200% sus ventas.

Los nuevos alumnos visten guante virtual, tienen Internet, telefonía móvil, cámaras digitales, bluetooth y otros dispositivos que conforman un «pequeño arsenal» para exámenes, asegura. «En algunos casos se trata de productos altamente tecnificados», afirma. «Mientras un diccionario de latín con doble fondo en su interior puede conseguirse por unos 50 euros, un pinganillo con transmisión remota puede oscilar entre los 200 y los 900 euros según el modelo o marca adquirida», detalla el director del Observatorio de Internet.

Uso del móvil

El teléfono móvil no queda exento de estas prácticas. «En un país en el que ya existen más de 52 millones de celulares (más móviles que personas) ha proliferado la incorporación de tecnologías paralelas como la cámara digital, la grabación con vídeo y la utilización del bluetooth como sistemas de intercambio de información entre los alumnos durante el examen», apunta Canals, que precisa que el sistema clásico es el envío de SMS con las respuestas de las preguntas de las pruebas.

Canals indica que Internet también se ha consolidado como un «enorme mercado negro» para las conductas académicas deshonestas. La discreción del medio ha consolidado a la Red como un gran supermercado académico, «en el que estudiantes de diversas disciplinas intercambian información privilegiada, trabajos y contenidos que firmarán, declarando la autoría sobre los mismos», explica. «Algo parecido ocurre con algunas redes sociales o incluso en Youtube, ya que miles de usuarios visualizan vídeos en los que se enseña al alumno a copiar, escanear, ocultar textos, etc.», afirma el director del Observatorio de Internet.

Plagio escolar

El plagio escolar constituye otra forma de conducta académica deshonesta, mantiene Canals. Internet se ha convertido en un aliado útil para copiar textos de todo tipo, y Wikipedia, entre otros, se ha erigido en una poderosa herramienta para calcar definiciones, textos o trabajos. «Algunos alumnos introducen faltas de ortografía deliberadas con la finalidad de no presentar un trabajo demasiado perfecto. Se trata, en definitiva, de evitar sospechas», señala. Saber si los alumnos entregan material original o no se ha convertido en un reto para muchos educadores. Algunas empresas han visto la oportunidad de este negocio y comercializan contramedidas y aplicaciones que escuelas y profesores pueden utilizar para comprobar los artículos y trabajos.

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