Entrevista

Juan José Ibáñez, Centro de Investigaciones sobre Desertificación

El estado de los suelos españoles es grave y deplorable
Por Alex Fernández Muerza 25 de abril de 2007
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Imagen: opclibra

Los medios de comunicación suelen destacar el gran avance de la desertificación en España o la creciente contaminación de los suelos. A pesar de ello, se trata de problemas mal enfocados y a los que se dedican escasos recursos, según Juan José Ibáñez (Madrid, 1955) doctor en Ciencias Biológicas y Científico Titular del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), un centro mixto del CSIC y la Universidad de Valencia. Sus conocimientos sobre ecología del paisaje y edafología, la ciencia que estudia las características de los suelos, le hacen ser muy crítico sobre la precaria situación en la que se encuentra la tierra que pisamos.

Ibáñez ha representado además durante muchos años a España en el Buró Europeo de Suelos, una federación de más de 140 organizaciones ambientales de toda la UE. Asimismo, colabora con la Agencia Europea de Medio Ambiente o con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en la elaboración de su clasificación de suelos de manera «desinteresada», ya que incluso esta institución, explica, recibe cada vez menos recursos económicos para evaluar la situación de los suelos del mundo.

¿Es tan grave la desertificación en España como se dice?

España ya está desertificada desde hace cientos de años
La desertificación es un vocablo ambiguo que se tiende a confundir. Según el Convenio Internacional sobre Desertificación, puede definirse como la degradación de tierras en zonas áridas, semiáridas y seco-subhúmedas. Por tanto, toda degradación en estos ambientes resulta ser desertificación, incluyendo el sellado por expansión urbanística, invernaderos, contaminación etc. ¿Lo puede entender? Yo no. Y cada vez menos científicos están de acuerdo. La erosión es desertificante, pero gran parte de ella ya es historia. España, desde este punto de vista, ya está desertificada desde hace cientos de años. Con un vocablo así se juntan churras con merinas y al final no se sabe ni de qué se habla.

También se habla de la erosión como uno de los grandes problemas que afectan al suelo.

Se trata de una percepción equivocada; un tópico tremendo en España. Algunos expertos seguirán viviendo de vender esa historia, pero no es cierta. La erosión ya no es el problema principal, sino más bien fruto del pasado, aunque las cosas siempre pueden ir a peor. Muy posiblemente estemos en la actualidad perdiendo más suelo por la extensión de las infraestructuras urbanas, o sellado urbanístico, que por la erosión. El problema es que no disponemos de cifras fiables de ninguno de estos dos procesos. Sólo hace falta mirar la enorme extensión de montañas peladas, en donde aflora la roca, para saber que ya no hay suelo sobre ella. ¿Se puede robar a un pobre? Localmente puede tener importancia, pero muy localmente. Gran parte de lo potencialmente erosionable ya fue presa de este proceso en el pasado.

Entonces, ¿cuáles son los grandes problemas actuales?

Las principales amenazas para el suelo vienen del sellado urbanístico y la contaminación, más que por la erosión
Las principales amenazas vienen del sellado y la contaminación del suelo. El primero afecta principalmente al medio ambiente, mientras que el segundo resulta ser también un serio problema de salud pública, difícil de resolver por cuanto la descontaminación de grandes superficies es muy cara y a menudo inviable. Cuando se contamina el suelo, lo hacen las aguas y la cadena alimentaria: Cada vez consumimos productos más contaminados. La OMS advierte de que a nivel mundial es la causa principal de la mortalidad y morbilidad humana, ya sea directa o indirectamente.

¿Cómo calificaría el estado de los suelos españoles?

Grave y deplorable. La erosión histórica, desde que comenzó el Neolítico, y especialmente después de que los romanos consideraran la Península Ibérica como un granero del Imperio, ha sido enorme. Y como le decía, ahora se le suma el sellado urbano y la expansión de infraestructuras. El problema reside tanto en la superficie de suelo destrozada como en que se suelen urbanizar los terrenos de mejor calidad para el cultivo. Estamos descapitalizando la soberanía alimentaria. Si un día entráramos en una crisis que requiriera una alimentación autárquica, nos daríamos cuenta del monumental error histórico. Más aun, a la pérdida de suelo hay que sumar la degradación por contaminación y salinización. El panorama es desolador.

¿Por qué es importante la conservación del suelo?

Los países desarrollados estamos deslocalizando las empresas y residuos más contaminantes y enviándolos a los países más pobres
Los suelos son tan importantes en la biosfera emergida como el agua y la atmósfera. Sin embargo, la política científica en Europa y especialmente en España no lo ha tenido en cuenta. La Agencia Europea de Medioambiente ha reprochado a los estados europeos que es su “peor” política ambiental. Tan solo un ejemplo: La transición paleolítico-neolítica fue posible a través de la agricultura, que no es más que el control del sistema suelo – planta cultivada. Seguidamente, la emergencia de las grandes civilizaciones consistió en añadir el agua para riego como otro elemento a la ecuación anterior. Somos fruto de tal evolución por mucho que ciertas personas no lo reconozcan.

Hablando del agua, recientemente se celebraba el Día Mundial de este preciado elemento. Los datos que presentaban desde Naciones Unidas son dramáticos…

Así es, y peor de lo que supone el ciudadano. Se trata de una pandemia más grave que cualquier otra. Millones de personas mueren al año, directa o indirectamente, por esta razón. El ciudadano debe saber también que, en general, cuando se habla de contaminación de aguas, nos referimos a suelos y aguas a la vez. Moriría menos gente en el mundo si las ingentes sumas de dinero gastadas en descubrir nuevos medicamentos, se invirtieran en plantas potabilizadoras, baratas y robustas. También deberíamos denunciar que los países desarrollados estamos “deslocalizando” las empresas y residuos más contaminantes y enviándolos a los países más pobres con legislaciones blandas y políticos permisivos. El resultado es que para no envenenarnos nosotros les estamos envenenando a ellos. Resulta a todas luces más que inmoral.

¿Cuáles son los principales agentes contaminantes que afectan a la degradación del suelo?

Hay de todo tipo: inorgánicos, orgánicos y biológicos (gérmenes). Unos los absorbemos lentamente y generan enfermedades a largo plazo, mientras que otros en grandes cantidades pueden ser muy graves y letales. Cómo afectan los primeros aún está por esclarecer, pero se sabe por ejemplo que los bebés sufren retrasos mentales y otros problemas de salud enormes si la madre consume alimentos contaminados.

Parece que, a pesar de las leyes, sigue siendo más barato contaminar que pagar.

Ciertos suelos tienen tal cantidad de minas personales en su seno que son inutilizables
Efectivamente, los políticos hablan y legislan mucho, para hacer luego la vista gorda a la hora de obligar a cumplir lo que han legislado. Y si ponen muchas trabas, los empresarios llevan las industrias contaminantes, e incluso los residuos a otros países, y que se contaminen más los pobres, como ya he mentado. Si esto es la globalización resulta a todas luces insustentable. Del mismo modo, cada día producimos más residuos, y de seguir así, terminaremos viviendo entre la basura. Debido a la magnitud y extensión del problema, la FAO ha incluido un su clasificación el criterio “antro-bélico”: Ciertos suelos tienen tal cantidad de minas personales en su seno que son inutilizables. Otro tipo nuevo y esperpéntico de contaminación.

En su blog afirma que el tema del Suelo y el Cambio Climático no están siendo abordados correctamente, en general, por la comunidad científica. ¿Cuál sería la forma adecuada?

Se trata de uno de esos asuntos científicos difíciles de comprender, por cuanto se dispone de información para hacer las cosas bien y se siguen haciendo rematadamente mal. Generalmente, cuando se habla de secuestro de carbono, no se tiene en cuenta que es un problema tanto de cantidad como de calidad. La residencia media del carbono es muchísimo mayor en profundidad que en superficie; tarda mucho más en retornar a la atmósfera, que es lo que interesa. Asimismo, hay que secuestrar en los suelos y con las especies más aptas, que no coinciden con lo que se suele usar. No se han realizado apenas investigaciones de calidad al respecto.

La biodiversidad subterránea es una gran desconocida. ¿Qué destacaría al respecto?

Sin la biodiversidad del suelo, los ecosistemas se colapsarían. Resulta paradójico que apenas se hayan invertido fondos en su estudio
Aunque no la podamos ver generalmente, su papel es tan importante como la que podemos observar sobre el suelo: Sin la biodiversidad del suelo, los ecosistemas se colapsarían. Resulta paradójico que apenas se hayan invertido fondos en su estudio, pero sí en el análisis de los sedimentos oceánicos, o en la posibilidad de encontrar vida en el “suelo” marciano, líneas de investigación mucho más caras. Hasta que no se entienda esta diversidad no podremos comprender la estructura y dinámica de los ecosistemas en su conjunto. Resulta lamentable que cuando hablamos de pérdida de biodiversidad tan solo pensemos en animales complejos de gran tamaño y algunos vegetales e insectos. Se trata de otro error descomunal.

¿Qué ventajas e inconvenientes ve en el uso de la biomasa del suelo como combustible?

Técnicamente la situación es viable y puede contemplarse positivamente. Ahora bien, en la práctica, se está siendo muy poco realista y el remedio puede ser tan malo como la enfermedad. Por un lado, sabemos que en España tenemos entre tres y cuatro millones de hectáreas en regadío. Por otro, se propone invertir más de un millón de estas a la producción de biomasa. Por su parte, los biotecnólogos quieren también más de un millón para producir, con plantas transgénicas, medicamentos. Mientras tanto, seguimos perdiendo suelos de la mayor calidad, como consecuencia del incontrolado crecimiento urbanístico. La pregunta es: ¿Qué productos alimenticios españoles vamos a terminar consumiendo? Del mismo modo, una alta producción de biomasa requiere riego y si seguimos consumiendo mucha agua vamos a terminar como en Australia y Singapur, bebiendo nuestras propias aguas residuales, una vez depuradas. También se necesitan fuertes aportes de agroquímicos que contaminan el ambiente.

¿Cómo debería entonces enfocarse este tema?

Llegar a una situación en la que el kilo de cereal para producción de energía cueste más que el de consumo humano resulta kafkiano
La producción de biomasa para producir energía debería basarse en el aprovechamiento de residuos, como comienza a hacerse con los del olivar, cítricos, lodos residuales, etc. Llegar a una situación en la que el kilo de cereal para producción de energía cueste más que el de consumo humano resulta a todas luces kafkiano. Es un tema muy serio en el que se están tomando decisiones muy desafortunadas por parte del gobierno español y las empresas interesadas. Del mismo modo, se están talando muchas regiones vírgenes de países en vías de desarrollo al objeto de producir biocombustibles, amenazando la soberanía alimentaria de las regiones menos favorecidas del planeta y destruyendo la biodiversidad del Amazonas y otras regiones vírgenes. Siempre terminamos con la ley de San Mateo: quien más tiene más atesorará y al miserable se le quitará.

Si bien la biomasa suele ser más conocida, no lo es tanto la “necromasa”. ¿Por qué es importante?

Cuando se habla de biomasa, se suele sobrentender implícitamente la necromasa, como los mencionados residuos agrícolas y urbanos. Sin embargo, la necromasa “natural” – materia orgánica del suelo, fundamentalmente – es esencial en el ciclo del carbono y en la mitigación del cambio climático, a la par que imprescindible para que el suelo mantenga unas buenas propiedades para el cultivo, etc. El ciudadano suele desconocer que el suelo almacena muchísimo más carbono que la atmósfera y aún puede secuestrar más. Esta necromasa es imprescindible para el buen funcionamiento de la biosfera.

Usted también afirma que la ciencia en la que es experto, la edafología, está en crisis. ¿Por qué?

Cada vez hay menos taxónomos, por lo que resulta cada vez más difícil inventariar la biodiversidad
Aunque muchos colegas lo nieguen, la ciencia también funciona por modas. Y estas son el resultado de intereses empresariales junto a opciones políticas más encaminadas a parecer que algo les interesa ante el ciudadano que a resolver el problema en sí. La edafología tuvo en el pasado una vocación netamente agronómica. Ahora nos demandan más información ambiental en los países desarrollados, lo que necesita tranquilidad e inversión. Sin embargo, como no ofrecemos lo que desean, aquí y ahora, no nos dan dinero para investigar y formar jóvenes científicos. Además, los considerados sacerdotes de la ciencia suelen proceder de campos productivos, en términos de cantidad, y como no hay muchos recursos financieros para investigación, descalifican a los expertos de disciplinas menos productivas. Es una nefasta visión, se mire por donde se mire, y no sólo de la política científica española, sino también de la europea.

¿Este problema sucede también con otras especializaciones ambientales?

Por ejemplo, en el ámbito de la biodiversidad, cada vez hay menos taxónomos, por lo que resulta cada vez más difícil inventariar la biodiversidad que resta por analizar, mayor que la ya estudiada.

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