¿Mi mascota es normal? Acciones raras para ti, pero perrunamente naturales

Los expertos revelan por qué los perros olisquean los cuartos traseros ajenos y el secreto de los ruidos que producen al beber, entre otros misterios
Por Eva San Martín 2 de abril de 2019
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Imagen: freepik

Les queremos casi como si fueran hijos: dormimos con ellos, les damos besos e incluso les hablamos como si fueran bebés. Y no dejan de sorprendernos. Si alguna vez te has preguntado por qué tu perro se empeña en lamerte la cara, come césped, saluda a otros canes olisqueándoles el trasero o hace tanto ruido al beber, sigue leyendo.

Olisqueos de entrepierna El idioma perruno tiene mucho de oloroso. Esta mascota libera secreciones corporales que utiliza como los humanos usamos las palabras, es decir, para comunicarse con otros congéneres. Ocurre cuando olisquea el trasero de otro animal o restriega el hocico alrededor de sus orejas.

El veterinario Julio Correa explica el secreto de este comportamiento. El olfato canino es entre 10.000 y 100.000 veces más potente y efectivo que el nuestro, «gracias a que su hocico contiene 220 millones de células capaces de capturar las moléculas de olor». Una cantidad ingente si la comparamos con nuestra nariz, que apenas cuenta con cinco millones de estos receptores.

Los traseros perrunos ajenos, y en concentro sus glándulas anales, contienen una enorme cantidad de información para el can. Por eso, a través del olisqueo de esta zona, se enfrasca en una conversación química que le permite descubrir muchas cosas interesantes: entre otros asuntos, cuál es su género, qué ha comido hoy e incluso cuáles son sus intenciones o su estado de ánimo.

El problema es que las personas no siempre sabemos apreciar estas olorosas charlas, y mucho menos cuando su hocico no escoge un congénere, ¡sino nuestra propia entrepierna! Dejémoslo claro: en su lenguaje no son malas maneras. Del mismo modo que recopila mucha información husmeando en los cuartos traseros de otros perros, seguramente también obtiene importante información de tu entrepierna.

Si este comportamiento te molesta -o desagrada a otras personas con las que te encuentras-, puedes probar unos trucos de pautas de educación canina en positivo. Pero recuerda que debes premiar el comportamiento que buscas (mantenerse calmado y alejado de la entrepierna ajena) con galletas o palabras amables, y no usar el castigo.

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Imagen: Pexels

Lametazos en la cara Hay besos de muchos tipos: fugaces, cariñosos, prolongados… Y los perrunos son, sobre todo, húmedos. El veterinario Manuel Lázaro lo aclara: «El can utiliza su lengua para relacionarse con otros animales, incluidos nosotros, por lo que podríamos decir que su lamido es equivalente a una caricia o un beso cariñoso de una persona». En otras palabras: usa su lengua para decirte que te quiere.

El lengüetazo en la cara es un cariñoso y húmedo beso en versión perruna. De hecho, según algunos estudios, este animal recibe otra información valiosa con este gesto, ya que es capaz de saber si estás triste o, por el contrario, rebosas felicidad.

Comer césped… y vomitar Tu mascota no es la única que se atiborra de césped cuando llega al parque. Por extraño que parezca este gesto, resulta perrunamente normal: ocho de cada diez animales comen hierba y otras plantas si tienen acceso a ellas.

El veterinario Adrián Aguilera explica este secreto: «Come hierba y plantas porque le ayuda a vomitar y le ayuda a limpiar su estómago«. En ocasiones, intenta expulsar algo que ha tragado, como una piedra, una pelota o restos de basura. Pero ojo: si empieza a comer césped de forma compulsiva porque le duele el estómago, este gesto solo agravará la irritación e incluso puede producirle una gastroenteritis.

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Imagen: Pixabay

Ruidos al beber Llega al bol de agua, saca la lengua… ¡y empieza el jolgorio de sonidos! Los perros no son precisamente discretos cuando beben y hasta parecen divertirse salpicando el suelo. Pero antes de enfadarte, respira y recuerda: este comportamiento también resulta perrunamente natural.

Y tiene una explicación que ha captado la atención de los científicos. El can tiene la mejilla típica de un depredador cuadrúpedo, diseñada para abrir la mandíbula lo suficiente como para morder y atrapar presas cuando vive en un entorno salvaje. Pero lo que resulta bueno para cazar no siempre lo es para beber, ya que le impide cerrar la boca por completo. Por eso, salpica al beber.

¿Y los ruidos? El perro no succiona el agua, sino que la muerde. Curva la lengua para formar una suerte de cuchara invertida; así puede golpear el líquido con fuerza -de ahí parte del ruido- y, a gran velocidad, el agua queda adherida a este músculo y puede meterla en la boca y morderla de forma sonora. El follón naturalmente perruno está asegurado.

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