El 90% de la «basura electrónica» contaminante se deposita en vertederos sin ningún tratamiento previo

La nueva directiva comunitaria sólo alcanzará a reciclar la mitad de los siete millones de residuos acumulados en Europa
Por EROSKI Consumer 15 de febrero de 2002

No todo son avances y ventajas en las nuevas tecnologías. La nunca escrita ley de la «obsolescencia programada» que impera en el mercado, ha convertido sus productos en un problema ecológico de primer orden. Unos siete millones de toneladas de «basura electrónica» acumulada en Europa esperan a la inminente Directiva sobre Residuos Eléctricos y Electrónicos que se aprobará durante la presidencia española. Es lo que la industria llama el «parque histórico», generado gracias a la magnífica salud del sector. Esa cifra crece cada año un 5%.

Los teléfonos móviles y sobre todo, los ordenadores, marcan la pauta de esa ley mercantil que reduce la duración del aparato y destierra el servicio de reparaciones. «La vida útil de un ordenador no superará los dos años en 2005. Cualquiera los acumula en el trastero en espera de qué hacer», admite Jaime Fernández, jefe de Protección Ambiental de la Junta de Castilla y León.

Según la exposición de motivos de la citada directiva, el 90% de estos residuos «se depositan en vertederos, se incineran o se valorizan sin ningún tratamiento previo». «Buena parte de los diversos agentes contaminantes que se encuentran en el flujo de los residuos urbanos proceden de ellos», continúa el diagnóstico europeo. Sólo en los últimos dos años se han vendido en España treinta millones de teléfonos móviles, que han dejado fuera de uso otros 18. Asimismo, un millón de ordenadores, con su carga de metales y derivados plásticos están en igual situación. Son la punta del iceberg de la «basura electrónica», a la que se suman los electrodomésticos convencionales.

Diagnóstico sin soluciones

Cada europeo genera al año ocho kilos de basura electrónica. «Con la cercana normativa europea esperamos que se puedan recoger la mitad; entre cuatro y seis kilos», calcula el responsable de Proyectos de la Asociación Nacional de Industrias de la Electrónica y Telecomunicaciones (Aniel), Manuel Santos. Y es que el camino a recorrer es muy largo. La Ley de Residuos de 1998 se olvidó de esta parcela y «ahora hay que pasar del vertedero incontrolado actual, al reciclaje y el tratamiento, todo de forma muy rápida», resume Manuel Santos.

Todos los sectores coinciden en que la esperada directiva hace un completo diagnóstico del problema pero no se ha atrevido con las soluciones. No interesa a la Unión Europea meterse con el motor de la «nueva economía». «Contempla la recogida selectiva pero no concreta cómo. Se olvida de la prevención en origen. No aparece la reutilización. Ante el acortamiento «artificial» de la vida ¿dónde quedan los derechos del consumidor?», puntualiza el responsable de residuos de Ecologistas en Acción, Miguel Ángel Ceballos. Industria y ecologistas coinciden en más cosas. «Hoy día el 90% del material de fabricación es recuperable», explica Santos. «Por eso, ya no están justificados determinados componentes tóxicos», acota Ceballos.

Así las cosas, los enormes sectores implicados se aprestan a la gran batalla. Modelos como el de recuperación del vidrio y el cartón y papel gracias a fundaciones públicas (Ecovidrio y Ecoembes) o el canon de depuración que se paga junto al de consumo de agua, se apuntan como fórmulas que asuman todos los sectores. Pero la industria ya apunta a que «no pondrá dinero hasta que la directiva no obligue a las empresas». Pronto el comprador pagará el «impuesto ecológico» derivado del ordenador que se lleva a su casa y que irremediablemente quedará obsoleto.

«No me tires, recíclame»

El reciclaje es un negocio pero todavía apenas ha despertado: sólo alcanza al 3% de la industria tecnológica. Las campañas para recuperar aparatos del tipo «No me tires, recíclame» (móviles en desuso en 2001) tratan de preparar al país para el plan nacional para organizar el reciclaje que, más pronto que tarde, se pondrá en marcha.

El proceso de tratamiento es sencillo: descontaminación, trituración y venta del material aprovechable. Indumetal Recicling, el mayor reciclador español, factura ya cerca de 25 millones de euros (4.159 millones de pesetas). Cobra unos 2,4 euros por cada ordenador (400 pesetas) y 0,15 (25 pesetas) por móvil. Los cuatro metales básicos que llevan estos aparatos (mercurio, plomo, cadmio y cromo) se quedan en la empresa, que los convierte en polvo asimilable al ambiente, mientras los productos plásticos van a otros recuperadores. Experiencias «espontáneas» como los Traperos de Emaus o los Recuperadores de Economía Solidaria, que podrían recolocar el 60% de aparatos, son sólo el reverso de una economía que basa en el despilfarro parte del éxito.

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