El calentamiento del planeta hace llegar peces tropicales al Golfo de Vizcaya

Se han capturado ejemplares que viven a 3.500 kilómetros de sus áreas habituales
Por EROSKI Consumer 12 de mayo de 2002

El biólogo y director del Centro Oceanográfico de Gijón, Luis Valdés, afirma que en la década de los 90 el agua del Golfo de Vizcaya se ha calentado medio grado entre la superficie y los 40 metros de profundidad, en la llamada capa fótica. Este científico, miembro del Comité de Oceanografía del Consejo Internacional de la Exploración del Mar, no tiene dudas de que la acción del hombre ha alterado en sólo unas décadas el equilibrio natural de todo el planeta.

Uno de los ejemplos más notorios de estos cambios es la aparición en aguas del Golfo de Vizcaya de peces subtropicales que tienen su hábitat natural a miles de kilómetros de nuestras costas. De uno de ellos, el llamado pez de San Pedro plateado, que vive en aguas de las islas Azores, 21º al norte del Ecuador, se han capturado en los últimos años 36 ejemplares, alguno de ellos de hasta 67 centímetros de longitud.

Otro pez de aguas templadas, abundante en las aguas africanas sobre los 26º de latitud Norte y que ha caído en las redes de pescadores del Cantábrico, es el llamado Cyttopsis roseus. Hasta el momento, se han capturado 19 ejemplares de esta especie africana. Estas observaciones han sido establecidas por el investigador francés Jean-Claude Quero, un experto ictiólogo que ha descrito varias especies desconocidas.

Los hallazgos de estos ejemplares, que hasta 1970 raramente sobrepasaban el Golfo de Cádiz, se han producido siempre en el límite de la plataforma continental europea y a distancias considerables de su entorno natural: en el caso del pez de San Pedro plateado se ha anotado la presencia de ejemplares al norte del mar de Irlanda, es decir a más de 3.500 kilómetros de sus áreas habituales.

«El océano se ha calentado», advierte Valdés. «Estudios han confirmado que, en todo el planeta, el agua de mar ha subido su temperatura 0,03 grados hasta los 3.000 metros de profundidad». La cifra parece pequeña, ¿pero se imaginan el calor que es necesario generar para subir, aunque sólo sea unas centésimas de grado, el contenido de una piscina del tamaño de la Tierra y de tres kilómetros de profundidad?. Detrás de ese calentamiento podría encontrarse el llamado efecto invernadero provocado por la utilización de combustibles fósiles.

Aguas más cálidas

Por su parte, del estudio de las series temporales de los últimos diez años en el Golfo de Vizcaya, el equipo de Luis Valdés ha constatado un calentamiento de 0,06 grados cada año. También parece poco, pero las consecuencias empiezan a ser evidentes. «Varias especies subtropicales se pescan ya en aguas del Norte. Encuentran su temperatura óptima de distribución más al Norte. Por el momento no son poblaciones estables, pero cada vez aparecen más y más al Norte. Algo ha cambiado», alerta.

Valdés explica que en la capa superficial del mar (entre los 30 y los 40 metros) se producen los procesos biológicos que generan la vida en el ecosistema marino. Las sales nutritivas del fondo ascienden hasta la luz. Allí nace la vida. El fitoplancton se alimenta de los nutrientes y esa sopa vital sirve como sustento al zooplancton, a las larvas de pequeños peces… Cambios simples en la temperatura del agua pueden alterar ese equilibrio.

De hecho, los científicos han constatado que, cuando el agua de la superficie es más caliente, se intensifica la llamada termoclina, una barrera física «que impide -señala Luis Valdés- el intercambio fluido de nutrientes desde el fondo hacia la superficie. En vez de haber nueva producción, el sistema aprovecha los residuos existentes y los recicla. Creemos que el calentamiento del agua disminuye la producción neta. En el Golfo de California- alerta el biólogo gijonés- se ha identificado una disminución de plancton del 40%».

«Los peces pequeños encuentran menor cantidad de alimento que antes. Las especies que se nutren de ellos son más resistentes y tienen mayor capacidad de adaptación a los cambios climáticos», resume el nuevo escenario Ignacio Olaso, del Oceanográfico de Santander.

Demasiadas coincidencias

Por su parte, Luis Valdés asegura que en el Golfo de Vizcaya ya se han constatado fenómenos similares a los de California. «En las aguas costeras ha disminuido considerablemente la diversidad del zooplancton», dice. Asimismo -y como sucede con los peces exóticos-, Valdés ha detectado al sur de Inglaterra y, por supuesto, en toda la cornisa cantábrica, la presencia de una especie de zooplancton (Temora stylifera ) que, hasta el año 1960 no había sobrepasado el norte de Portugal. «Las previsiones científicas dicen que si la temperatura del agua sube dos grados, las especies se desplazan 200 millas al Norte», apunta el investigador del Instituto Español de Oceanografía.

Deshielo de glaciares y polos, calentamiento del mar, cambios en las rutas migratorias de atunes y caballas. Demasiadas coincidencias. «El ecosistema nos está dando pistas… La única hipótesis capaz de explicar todos estos cambios es el calentamiento global producido por el hombre», señala Valdés.

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