El uso de tapones de plástico pone en peligro los bosques de alcornoques

Un equipo de investigadores constata que estos árboles se mantienen gracias al aprovechamiento de su corteza
Por EROSKI Consumer 19 de enero de 2010

El uso de tapones de plástico, cada vez más habitual en sectores como el vitivinícola, pone en peligro el futuro de los bosques de alcornoques del continente europeo, según advierten científicos de la Universidad de Valencia (UV) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Tras constatar que los alcornocales se mantienen, sobre todo, gracias al aprovechamiento de su corteza, los investigadores, que forman parte del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), subrayan la necesidad de poner en marcha medidas para evitar el envejecimiento y los problemas de regeneración de los bosques de alcornoques como los del Parque Natural de la Serra d’Espadà.

Sería deseable un tipo de etiquetado de las botellas de vino que destaque la utilización de corcho natural o certificado, ya que proporcionaría un criterio para la selección del vino a los consumidores interesados en la protección de la naturaleza, indica el investigador Juli Pausas, del CIDE. La certificación del corcho puede ser, a la vez, un método para reutilizar esta materia, añade Pausas.

Muchos alcornoques tienen importantes problemas de envejecimiento, mientras que su situación también se agrava por enfermedades como «la seca», producida sobre todo por hongos. Una enfermedad favorecida, al mismo tiempo, por el cambio climático que añade estrés a los alcornoques y puede incrementar su riesgo de mortalidad. Se puede considerar que los alcornoques europeos se encuentran en la actualidad en una situación muy delicada, casi al límite, según la publicación «Society for Ecological Restoration International Cork oak woodlands on the Edge», en la que ha participado Pausas.

El trabajo muestra que los alcornoques valencianos son un modelo para entender la regeneración de esta especie. Los campos abandonados de la Serra d’Espadà, al contrario que en otros lugares, son un ejemplo claro de que el corcho regenera muy bien. Ello se debe en este caso a la abundancia de la fauna que dispersa las bellotas y por la baja presión de las especies herbívoras, explican los científicos.

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