La Agencia Europea del Medio Ambiente alerta de que el continente vive alteraciones climáticas desconocidas desde hace 5.000 años

Los calores estivales de 2003 fundieron una décima parte de los glaciares alpinos
Por EROSKI Consumer 30 de noviembre de 2005

Europa necesita más esfuerzos que los emprendidos hasta ahora, y durante muchas décadas, para contener el impacto del cambio climático. Ésta es la advertencia lanzada por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), que ayer hizo público un informe de 582 páginas sobre la situación medioambiental en el viejo continente.

El documento, resultado de cinco años de investigación, pasa revista por primera vez a cada uno de los países miembros de la UE más Bulgaria, Islandia, Liechtenstein, Noruega, Rumania y Turquía. Indica, entre otras cosas, que los cuatro años más calurosos de los que se tienen datos han sido 1998, 2002, 2003 y 2004; que los calores estivales de 2003 fundieron una décima parte de los glaciares alpinos, y que, al ritmo actual, para 2050 habrán desaparecido del orden de tres cuartas partes de los glaciares suizos. «En Europa no se han visto cambios climáticos de esta magnitud desde hace 5.000 años», afirma la AEMA.

Jacqueline McGlade, directora ejecutiva de la Agencia, dijo durante la presentación del informe que «sin una actuación eficaz, y durante varias décadas, el calentamiento del planeta provocará el retroceso de las capas de hielo continental en el norte, y el avance de la desertificación en el sur. De hecho, la población continental podría acabar concentrándose en el centro. Aunque logremos circunscribir el calentamiento del planeta al objetivo de la UE de un aumento máximo de dos grados, viviremos bajo unas condiciones atmosféricas jamás experimentadas por seres humanos. Se requiere una mayor reducción de las emisiones».

La AEMA revela que la temperatura media europea ha subido 0,95 grados a lo largo del siglo XX, un 35% más que el aumento medio global del planeta, que es del 0,7%. Las temperaturas van a seguir subiendo, y esa es la razón de que la UE se haya fijado el objetivo de que el calentamiento no llegue a rebasar en dos grados la temperatura anterior a la era industrial.

España suspende

Para McGlade, hace falta una mayor determinación de la clase política en la lucha contra el fenómeno. La opinión pública lo quiere así, pues un reciente Eurobarómetro mostraba que los ciudadanos comunitarios desearían que los políticos concedieran similar importancia al medio ambiente que la que conceden a las políticas sociales, o a la economía.

En el caso concreto de España, el informe indica que sus emisiones de gases de efecto invernadero crecieron un 40,6% entre 1990 y 2003, un 25,6% más de lo autorizado por el Protocolo de Kioto. En 2003, las emisiones de este tipo de gases se situaron en 402 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono (CO2), similares a las de los grandes países europeos. Los vertidos de CO2 per cápita (ocho toneladas por habitante) se mantienen por debajo de la media europea. Las emisiones de sustancias acidificantes están también altas en España, y mucho más las de precursores del ozono troposférico.

Tormentas y huracanes

Estas alteraciones del clima podrían ser la causa del aumento de la frecuencia de fenómenos meteorológicos adversos, como la tormenta tropical que ha pasado por Canarias ocasionando numerosos daños, según algunos expertos.

Esta opinión es compartida por la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, que hace referencia a los numerosos estudios científicos que durante los últimos 20 años «están anunciando y explicando» los procesos de calentamiento global y sus consecuencias en el aumento de la intensidad y frecuencia de huracanes, inundaciones o sequías.

Narbona recuerda que por primera vez en la historia, España se ha visto azotada por dos tormentas tropicales: «Delta», estos días, y «Vince», el pasado mes de octubre, algo «totalmente inusual», según el Instituto Nacional de Meteorología (INM).

Estos fenómenos están coincidiendo con situaciones extremas de temperaturas en los últimos años, como olas de calor y de frío y épocas de sequía que no se conocían hasta ahora, lo que «da que pensar», señala Ángel Rivera, jefe de Predicción del INM. «Todavía no se han publicado estudios en los que se relacione claramente todo esto con el cambio climático. Sin embargo, este fenómeno se está produciendo porque la temperatura media del planeta aumenta», añade.

Según Rivera, lo normal en esta época del año habría sido una mayor circulación de vientos de poniente en la zona de las Azores, que además habría traído temporales de lluvia a la Península Ibérica. Al no haber llegado ese tipo de viento, la energía acumulada en el mar era mucha y eso ha ayudado a la formación de perturbaciones como la tormenta tropical «Delta».

La temporada de ciclones del Atlántico, que comenzó el 1 de junio y termina hoy, deja un balance escalofriante. Se han formado 25 tormentas tropicales y 13 huracanes que han ocasionado centenares de víctimas e importantes daños. El huracán más devastador fue «Katrina», que arrasó la ciudad estadounidense de Nueva Orleans.

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