La lucha contra el calentamiento global requiere compromisos serios de la comunidad internacional. Millones de personas en los países más pobres pueden verse afectadas y no actuar sería «criminal e irresponsable». Este fue el mensaje que se transmitió ayer en la inauguración de la 27 reunión del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), que se celebra en Valencia.
Hasta el sábado, delegados de 130 países buscarán un consenso para poner las bases de una estrategia internacional «post Kioto», con nuevas metas de reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y acciones para paliar los peores efectos del calentamiento de la Tierra.
En la sesión inaugural, la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, subrayó que una conciencia «verde» a escala global «no es una alternativa más. Trabajar unidos, más unidos que nunca, es una exigencia».
Junto a ella, el secretario ejecutivo de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático, Yvo de Boer, advirtió de que todos los países sufrirán sus embates; sequías, olas de calor, inundaciones, tornados, lluvias torrenciales, pérdida del litoral, deshielo de glaciares, etc., que en algunos casos «amenazarán la supervivencia» de millones de personas.
Frente a este panorama es imprescindible la «voluntad política» de los gobiernos y estrategias multilaterales, señaló De Boer. No actuar sería -dijo- «poco menos que criminal e irresponsable», y un «ataque» contra los más pobres del planeta.
Por su parte, el secretario adjunto de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Yan Hong, destacó que el 90% de las catástrofes naturales obedecen hoy a fenómenos climáticos extremos, inducidos en buena medida por el calentamiento global. El cambio climático -agregó- es «una amenaza potencial para la paz en el mundo», por la pérdida de fuentes de agua dulce, de cosechas y de fuentes energéticas.
