La evaluación del impacto ambiental del Plan Hidrológico Nacional concluye que no alterará el Delta del Ebro

El ministro Matas insiste en las ventajas de la opción del trasvase sobre otras para paliar el déficit hídrico del arco mediterráneo
Por EROSKI Consumer 24 de enero de 2002

El informe elaborado por el Gobierno sobre las repercusiones ambientales del Plan Hidrológico Nacional (PHN) y del polémico trasvase desde el Ebro hacia las cuencas del arco mediterráneo concluye que, lejos de las amenazas que asociaciones ecologistas, vecinales y partidos políticos de la oposición auguran para el frágil ecosistema del Delta, esta «macro obra» no repercutirá en su viabilidad futura.

La Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) se atiene escrupulosamente, según el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas , «a la directiva-marco de Aguas, a la de Hábitats y a la de Aves», invocadas todas ellas por los detractores del PHN y de la transferencia anual de 1.050 hectómetros cúbicos de aguas del último tramo del Ebro hacia las cuencas internas de Cataluña, del Júcar, Segura y Almería, como freno a los planes del Ejecutivo central.

El ministro, que dio ayer a conocer las principales conclusiones de la EAE después de haberlo remitido a Bruselas, insistió en las ventajas de la opción del trasvase sobre otras para paliar el déficit hídrico del arco mediterráneo. Los inconvenientes, de haberlos, serán mínimos vino a decir, y en ningún caso pondrán en peligro el ecosistema deltaico. «Entre las alternativas de transferencia planteadas, la del Ebro es la más favorable desde un punto de vista técnico-económico, y sin que exista ninguna afección ambiental o de otro tipo en toda la cuenca del Ebro, aguas arriba del Delta», señala el informe.

El dictamen asegura también que la modificación de caudales en el tramo final del curso bajo del Ebro derivada del trasvase «producirá una variación poco relevante en el comportamiento de la cuña salina -señala-, pudiendo limitarse el incremento del período de penetración de la cuña a unos diez días al año».

La Plataforma de Defensa del Ebro, organizaciones conservacionistas, agrupaciones de regantes del Delta y expertos consideran, en cambio, que un descenso en el caudal desaguado por el Ebro de resultas del trasvase aumentaría notablemente la intrusión de agua salada aguas arriba, modificaría el ecosistema y haría inviables regadíos y pesquerías tradicionales en la desembocadura. Medio Ambiente propone como alternativa para evitar esta circunstancia una «explotación medioambiental» de los embalses del curso bajo, Mequinenza, Ribagorza y Flix.

El ministro auguró «sorpresas» en el trazado definitivo del trasvase, que se dará a conocer en los próximos «días o semanas». Sin precisar, Matas prometió que «los impactos van a ser muy inferiores a los inicialmente previstos». Si el ministerio preveía en un principio afectar a ocho espacios protegidos en el curso de las obras del trasvase –500 hectáreas-, las modificaciones en el recorrido de la conducción reducirán aún más esa cifra, que nunca fue aceptada por los ecologistas. El nuevo trazado no representará un sobrecoste sobre los 700.000 millones de presupuesto previstos.

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