Una musaraña gigante vivió en Atapuerca hace casi un millón de años

Los restos hallados en la Gran Dolina revelan que se trata de una nueva especie
Por EROSKI Consumer 14 de mayo de 2009

En la Sierra de Atapuerca (Burgos) vivió una musaraña gigante hace entre 780.000 y 900.000 años. Así lo revelan unos fósiles encontrados en el yacimiento de la Gran Dolina. Los análisis han puesto de manifiesto que estos restos, recogidos entre 1991 y 2007, pertenecen a un nuevo género y especie de musaraña de la familia de los sorícidos (pequeños mamíferos insectívoros).

«Hasta ahora, todos los sorícidos fósiles de tamaño medio-grande recuperados en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca se habían atribuido a ‘Beremendia fissidens’, una especie de musaraña plio-pleistocena de distribución europea», explica al Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), Juan Rofes, del Área de Paleontología de la Universidad de Zaragoza y autor principal de la investigación.

Los análisis morfométricos y filogenéticos de la nueva especie, bautizada como «Dolinasorex glyphodon», señalan un estrecho vínculo con especies de Asia oriental, donde pudo haber surgido y evolucionado hasta migrar a la Península Ibérica.

Además, el estudio de las mandíbulas, maxilares y dientes sueltos ha permitido descubrir que este animal vivió en una época de clima templado, húmedo y relativamente estable, y que «el origen y dispersión inicial de esta musaraña sería en y desde el continente asiático», añade Rofes.

Saliva tóxica

Los responsables del estudio explican que «Dolinasorex glyphodon» era una musaraña de dientes rojos. Asimismo, han determinado, a partir de cálculos alométricos (relativos a los cambios de dimensión de las partes corporales relacionados con los cambios en el tamaño total del animal), que era «gigante». Comparada con un sorícido moderno de gran tamaño, como el musgaño patiblanco («Neomys fodiens») que pesa unos 14 gramos, la masa corporal de la musaraña extinta llegaba a 60 gramos.

También han descubierto que inyectaba saliva tóxica, como las serpientes, por medio de un «estrecho y conspicuo canal» ubicado en la cara interna de sus incisivos inferiores, según explica Rofes en este video. «Se trata de un mecanismo muy similar al de los modernos solenodones o almiquís, parientes muy cercanos de las musarañas, que habitan en Cuba y Haití».

Aunque los restos de musarañas son frecuentes en yacimientos paleontológicos, su presencia se debe sobre todo a las costumbres alimenticias de las aves rapaces, que «se alimentan de micro-vertebrados, y luego regurgitan la piel, el pelo y los huesos en forma de conglomerados, conocidos como egagrópilas», apunta el experto.

La comparación con asociaciones de fauna de múltiples yacimientos europeos permite a sus descubridores considerar que «Dolinasorex glyphodon» era una especie endémica de la zona, y el primer sorícido descrito en la Península Ibérica hasta la fecha.

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